El juego consta de un centenar de cartas (en adelante citadas en estricto orden alfabético) con un acabado sensacional, luciendo un sutil barniz que al tacto es realmente agradable al tiempo que las dota de mayor resistencia; la división en cinco tipos (en diferente proporción dependiendo de sus características) facilita enormemente el entendimiento de los efectos de cada uno, al igual que lo hace una distinción por colores (amarillo, naranja, verde, rosa y azul respectivamente) para que de manera visual nadie padezca al respecto y un sencillo e intuitivo reglamento (adecuándose espléndidamente no solo a aquellos adultos que deleiten esta clase de propuestas sino a los más pequeños del hogar atendiendo a que la edad mínima recomendada es de ocho años) con el que la diversión está asegurada.
Treinta y dos niñ@s (Adriana, Alba, Alejandro, Alexis, Alicia, Andreu, Álvaro, Àngels, Carlos, Cristina, Enrique, Ester, Francisco, Helena, Irene, Isabel, Jaime, Jairo, Jorge, Laura, Mauro, Miriam, Moisés, Pablo, Patricia, Rebeca, Roberto, Sabrina, Samuel, Saúl, Víctor y ¿?, este último sin valor asignado), veinticuatro monitores (Adolfo, Adrián, Alberto, Alfonso, Ana, Athenea, Claudia, David, Eva, Guillermo, Ignacio, Laia, Lourdes, Marcos, María, Nieves, Noemí, Jade, Juan, Raúl, Salvador, Sara, Sergio y Vanesa), doce transportes (águila, autobús, avión, barco, bicicleta, carruaje, coche, cohete, helicóptero, patinete, taxi y tren) y diez albergues (bungalow, caravana, castillo, dobletecho, hostal, mansión, temático y tiendas, concretamente canadiense, desplegable y tipi); dichos elementos deberán utilizarse con sabiduría.
No obstante, el verdadero atractivo reside en el componente fantástico a través de veintidós tarjetas de hechizo (actividad de la mañana, tarde o noche, cocina, comisión, cuenta-cuentos, despertar, diluvio, enfermería, fin del campamento, ganador, juicio, loción, marina, olimpiadas deportivas o guarras, oración, pillado, pringue, reunión, zorrada y zorro) que serán las que originen las confrontaciones; cabe señalar que se permiten de dos a seis participantes, aconsejándose fervientemente tratar de alcanzar esta segunda cantidad para optimizar las posibilidades intrínsecas de unas contiendas cuyo dinamismo (la certera estimación de la duración es de diez a veinte minutos) dificultará consensuar cuándo dictaminar la definitiva a causa de la adicción (evidentemente sana) lúdica que produce la idea que ocupa.
A pesar de lo expuesto, también se contempla una singular variante pensada para disfrutarse individualmente (catalogarla formalmente de modo solitario sería injusto) consistente en unir la baraja para dilucidar cuántos días transcurren en este peculiar verano viendo cómo avanzan las jornadas, pues está diseñada como un puzzle (la enésima ocurrencia que aumenta la vida de la obra); escribir sobre el desarrollo, las fases, el objetivo, los puntos y demás pormenores resultaría redundante al explicarse formidablemente tanto en el escueto e idóneo libro de normas desplegable (con disposición incluida) como en el locuaz e ilustrativo vídeo de presentación (adjuntado al término del artículo), decidiendo por ello omitirlos en virtud de alegatos demuestran tamaña (incomparable con las dimensiones de la portable caja) valía.
La conscientemente infantil (adjetivo que debe entenderse desde la mejor de sus acepciones ya que la intención es precisamente la de transportar al respetable a un tal vez lejano pero sin duda anhelado contexto infundiendo un evocador e intimista sentimiento de pertenencia) estética, en la que sorprende especialmente el número de ojos de los personajes (que cada cual haga su lectura al respecto pero trayendo a colación un concepto clásicamente místico haría referencia a un vórtice energético que proporciona una percepción más allá de la brindada por la vista ordinaria), contribuye a maravillarse con la minimalista e hipnótica escenografía; por ende, es menester instar a propios y extraños a que formen parte de la campaña (los detalles constan abajo) para que tan didáctico e integrador trabajo se financie.
Efectivamente, las sensaciones son tan positivas que nadie diría que lo analizado era en base a un prototipo pero así es, estando actualmente activo el micromecenazgo en la popular plataforma Verkami para financiarse (la exigua meta principal se sitúa en dos mil quinientos euros); en él se han habilitado niveles que oscilan desde los 21€ por una copia para particulares hasta los 204€ por doce ejemplares para tiendas (el abanico de aportaciones comprende múltiples recompensas exclusivas como bolsas o láminas amén de futuribles desbloqueables como expansiones e imanes), precios aptos para todos los bolsillos que siguen la estela de la humildad de un autor (Tríclope) al que desde Cementerio de Noticias se agradece de corazón su infinita generosidad felicitándolo asimismo (imprescindible) por su talentosa faceta artística.