La introducción de la fantástica (en el más amplio sentido del término) obra que ocupa versa “després de morir en una mascletà a causa d’un error de seguretat una fallera torna a la vida convertida en zombi... només hi ha una manera de calmar la seua ira apocalíptica i és cuinar-li una bona paella... amb l’ajuda de la Dama d’Elx, les Monleonetes o el Capità Moro i objectes com la poció d’orxata o el taronger putrefacte haureu de buscar els cinc ingredients necessaris per salvar el món... ¿podreu trobar la cuixa de pollastre, el conill o el garrofó?”, evidenciando cuán singular e imaginativo es el más laureado hasta la fecha trabajo de Zombi Paella cuyas características se relatarán (sin profundizar en demasía para evitar saturar banalmente con observaciones poco o nada relevantes para el fiel lector) en adelante.
Para contiendas de tres o cuatro participantes (para los extremos de dos o cinco cabe estudiar previamente las especificaciones detalladas aunque las diferencias en cuanto a preparación son escasas) basta con barajar bien los naipes (se enfatizan explícitamente como reglas de oro que son de un uso y que solo se puede hacer una acción en cada turno excepto si se emplean recursos que indiquen lo contrario en ambos casos) repartiendo siete a cada cual (el resto se situarán en el centro de la mesa formando una pila cual cementerio a frecuentar si se agotan) colocando los tesoros en los respectivos mostradores a la vista de todos (si al principio alguien posee tres o más ingredientes se vuelve a repetir el proceso) comenzando quien menos tenga siguiendo las agujas del reloj para lograr el recolector objetivo indicado al inicio.
La dinámica es sencilla e intuitiva (la guía es lo suficientemente extensa como para solventar titubeos en apenas una hoja desplegable a doble cara), residiendo la relativa complejidad en la aplicación de los efectos contemplados (por ello se señala una edad mínima recomendada de diez años como meramente orientativa para asimilar correctamente la normativa al albergar matices sumamente peculiares pero tremendamente divertidos) estimándose la duración de veinte a cuarenta minutos (las primeras veces se aproximará a la más holgada pero después la fluidez será la tónica habitual sucediéndose las partidas sin encontrar el momento adecuado para pausar el entretenimiento por la enorme adicción que genera como exponencial positivismo) para dilucidar la concentración e intensidad que priman.
Además de cuatro grandes grupos de dudas resueltas (referentes a la “muralla de morella / falla descomunal”, “paella protectors”, “combinacions entre tresors”, “nit de crema”, “monleonetes” y “el Butoni”) y promociones varias (como de la novela del producto que ocupa definida como una versión valenciana de The walking dead con sátira e irreverencia con la que se quiere recuperar la rebeldía propia de la fiesta fallera), de tesoro (doradas) son “aeroport fantasma”, “alioli perstistent”, “bajoqueta”, “cabeça d’alls”, “caragol bavós”, “carxofa de Benicarló”, “conill”, “corbella rovellada”, “cuixa de pollastre”, “dolçaina i tablet”, “espardenyes pudentes”, “gaita de la Magdalena”, “garrafons”, “la tartana del Tio Pep”, “pinta de fallera”, “poció d’orxata”, “Sant Calze de les Catedrals”, “taronger putrefacte”, “Tirant lo Blanc” y “tomaca”...
...de batalla (plateadas) son “alcaldessa perpètua”, “cagalló”, “capità moro”, “el Tio Sangonera”, “guerrer de Moixent”, “Jaume I”, “la Dama d’Elx”, “la Delicà de Gandia”, “la Fallera Calavera”, “la Moma”, “Monleon”, “la Bellea del Moc”, “monleonetes”, “Muixeranga d’Algemesí”, “Tombatossals” y “xicona de Xixona”, mientras que las especiales (moradas) son “aigua de València”, “batalla d’Almansa”, “cassalla miraculosa”, “dansà de la Magrana”, “donyet escodrinyador”, “el bec del mig pollastre”, “el Butoni”, “el jugador de Petrer”, “espill lluent”, “espionatge”, “falla descomunal”, “la riuà”, “lluna de València”, “masclet”, “muralla de Morella”, “nit de la cremà”, “pacte del dimoni”, “paella protectora”, “rata penada cleptòmana”, “repetició”, “vent de llebeig”, formando un abanico de preciosistas e increíbles creaciones.
En riguroso valenciano (como el resto de elementos para rendir tributo a tan bellas tierras sin perder un ápice de atractivo para el resto de provincias al entenderse perfectamente cada palabra existiendo no obstante el recurrido San Google para subsanar dudas permitiendo de hecho conocer la cultura e idioma en cuestión) ve la luz la enésima edición (con nada menos que más de setenta mil copias ya vendidas) del juego de Enric Aguilar con ilustraciones de Esther Méndez (casan a las mil maravillas con la esencia del mismo), conviniendo destacar como únicos aspectos negativos la cuna (ausente de customización alguna) y los modos (nulos para dinamizar alternativamente la velada) entre tanto tétrico humor que hará las delicias del público actualmente complementable con dos expansiones oficiales disponibles en tiendas.