“¿Un tesauro es un dinosaurio con aletas de libro?... ¿una especie de té que se consume en la India?... ¿un hueso del cráneo?”; así versa el comienzo de una sinopsis oficial que huelga citarla explícitamente para mayor sorpresa (ya lo es el mismo nombre cuando se busca su significado) de un comprador que, por un pequeño desembolso (menos de veinte euros), poseerá en su hogar un entretenimiento lúdico de muchos quilates en cuanto a contenido cultural se refiere; el mérito cosechado por los artífices (se mencionarán en el último párrafo junto a sus cometidos para hacer honor a la inconmensurable profesionalidad que aquí demuestran) reside no únicamente en la presentación física (luce gloriosa) sino en unas mecánicas tan sencillas como adictivas, invitando a ejercitar la mente hasta límites insospechados sin esfuerzo.
Tras colocar las fichas de categoría (“alimentación”, “botánica”, “ciencias sociales”, “conceptos”, “humanidades”, “ingeniería”, “planeta tierra”, “salud” y “zoología”), que podrían ser el doble de no repetirse en ambas caras (se desaprovecha la oportunidad de especificar más en aras de generalizar), en el centro de la mesa se separan las cartas de erudito (nueve de “Orate” que indican aquellos que deben recurrir a la inventiva y una de “Brillante” que determina quién tiene la opción de explicar el signifciado real amén de elegir la clase correcta); tras ello se reparte azarosamente una a cada contendiente (de dos a diez aunque un duelo es pésimo ya que la diversión es directamente proporcional a la participación numérica), devolviendo las restantes a la caja (cuya ilustración es fabulosa) sin exponer en ningún momento el rol atribuido.
Al sapiente (el que ejercerá de juez supremo al decidir si los demás profieren la verdad o no desconociendo los resultados de la preparación anteriormente detallada) le incumbirá analizar detenidamente el comportamiento de sus rivales concediéndoles el tiempo suficiente para que expriman sus neuronas con el objetivo de parecer convincentes en sus definiciones; resultará vencedor de la partida (se estima que la duración sea de unos seis minutos por cada jugador) el que consiga acumular más puntos (léase aciertos), premiándose tal logro con su firma en la primera edición del “Tratado Encargado de Salvar Acepciones Unívocas, Raras u Olvidadas” (disfrazado tanto de título como de reglamento) cual director supremo de la organización, procediéndose en caso de empate a un turno extra.
Vocablos como “buzaque” (persona que está embriagada por la bebida), “quirate” (moneda de plata usada por los almorávides españoles) o “vate” (persona que compone obras poéticas) son solo algunos ejemplos de los doscientos (ahí es nada) que incluye el trabajo, generando (como se pretende) en el respetable serias dudas sobre la viabilidad de sus respectivas dilucidaciones; las labores de autoría (Adolfo Téllez, Alejandro Marín y Antonio Estarli), desarrollo (Pak Gallego) y diseño (Marc Simó) deben pueden catalogarse de exquisitas, ofreciendo un producto didáctico donde los haya con el que todo el mundo sin excepción disfrutará enormemente (la edad mínima recomendada es de diez años pero menores con la supervisión de adultos también gozarán), aconsejando fervientemente su adquisición.