“Sherlock #7: Aquelarre”, de GDM Games



La célebre serie “Sherlock” regresa con una nueva oleada de casos bajo el denominador común Aquelarre, y es que los tres títulos que forman parte de la misma comparten (al igual que ya lo hicieran los respectivos de la inspirada en el lejano oeste Far West) algunas estirpes (pese a una amplia línea temporal que comprende los años 1120, 1407 y 1420) que, junto a otros pormenores (tales como el estilo ilustrativo o el tono argumental), los cohesionan espléndidamente; los emplazamientos abarcan desde la Comarca del Bierzo (Reino de León) hasta la Ciudad de Girona (Corona de Aragón) pasando por Medina del Campo (Corona de Castilla), respetando en todo momento el vocabulario pertinente a la época que comprenden para sumergir todavía más en una única trama (no deja de serlo si se analiza detenidamente) dividida en capítulos que aguarda grandes momentos de tensión e incertidumbre para resolverse exitosamente, cabiendo recordar que el divertimento reside, en efecto, en el proceso deductivo.



Con el apasionante System Q por bandera, la divulgación de información (por riguroso orden de turno)  vuelve a cobrar total relevancia, revelando o descartando (a criterio de cada cual) naipes previa meditación sobre sus consecuencias aparejadas (de elegir erróneamente repercutirá en la puntuación final), pudiendo leer las secciones subrayadas en voz alta para buscar indicios conjuntamente (la cooperación es la clave en la mayoría de tesituras); a continuación se citarán las introducciones (valga aclarar que no contienen spoliers al ser premisas perfectamente narradas para evitarlos en aras de no perjudicar las experiencias) y se destacarán los principales positivismos (sin duda es una cuestión subjetiva pero consensuada por los miembros del equipo de Cementerio de Noticias para que la reseña se torne diferencial), enfatizando de antemano que las apariencias engañan (y de qué manera) en las historias para que (prácticamente) nadie intuya las respuestas correctas a las preguntas a (retro)formular.



En El endemoniado “a la abadía de San Andrés de la Vega de Espinareda llega un mensajero pidiendo que uno de los monjes (el más sabio y piadoso) acuda presto al cercano pueblo de Burbia... Don Virgilio de Reyes (alcalde de la población) se encuentra muy gravemente enfermo y se teme que haya sido hechizado (o aún peor poseído) por algún demonio o ente maligno de los que acechan a los buenos cristianos... que siendo por su cargo administrador de la justicia no le faltan enemigos que lo quieran mal”; sobre los intervinientes, entendiendo como tales los que confluyen además del propio protagonista (el furtivo Flaín, el santero Jeremías, la bruja Sabina de las Brañas y el padre Roldán), recae el interés de lo ocurrido, mas la controversia que genera determinada fechoría suscitará (por supuesto siempre sanas) discusiones acerca de secundarla para el objetivo por la que vilmente se perpetra porque la laboriosidad subyacente merece muchos elogios aunque moralmente no se atisben fructíferos alegatos.



En La doncella “el buen Ferràn Gumà presenta queja formal ante el corregidor (representante del buen rey Martí I El Humano)... pide justicia por Valeria (su hermana muerta)... Maese Gumà explica que tras la muerte de su esposa Violant y ya debido a su oficio de mercader hace frecuentes y largos viajes decidió dejar a su hermana Valeria (de entonces dieciocho años) al cuidado de su socio y hasta ahora amigo Pere Carbonell (maestro tintorero de ciudad) y de su esposa Elisenda... Pere juró por su vida que la trataría como si su propia hermana fuese alojándola en su casa y sentándola en su mesa... pero tras tres años viviendo en la mansión ha muerto repentinamente mientras dormía... y el mercador Ferran Gumà está seguro de que el deceso no ha sido causado por miasma pernicioso ni otro mal natural... sino que la han asesinado”; ocho apoteósicas imágenes en  primer plano (a las que habría que sumar tanto las del herbario con el acónilo como las del lapidario con el arsénico y el azogue) fascinan de veras hasta extasiar.



En El mercader “en el mes de mayo del año de Nuestro Señor mil cuatrocientos veinte en la muy rica y noble población de Medina del campo y durante el tiempo de la fiera (que de todos es sabido nada tiene que envidiar a la de la lejana Amberes) tuvo lugar el triste suceso de la muerte de don Ignacio Zambrano en extrañas circunstancias... se ha detenido al mercader Hugh de Pamiens como autor del asesinato puesto que se encontraba en el lugar de los hechos pero incluso mientras aguarda la llegada del verdugo defiende su inocencia y se niega a tomar el santo sacramento de la extremaunción”; los escenarios en los que transcurren los misteriosos (es el adjetivo que mejor se aplica) acontecimientos transportan al público a un nostálgico cosmos en el que los ungüentos y remedios naturales despiertan curiosidad e intriga restando la sensación de que la nula rejugabilidad (el disfrute es inevitablemente singular) apenas merma la percepción de que iniciar otra partida implicaría descubrir detalles creídos inéditos.



Cada ejemplar asciende a apenas ocho euros (un precio irrisorio atendiendo a la calidad que atesoran), tiene treinta y dos cartas (más una de resumen), una duración aproximada de una hora, una edad mínima recomendada de diez años y una dificultad estimada de dos sobre tres, lo cual se traduce en alrededor de ciento ochenta minutos de divagaciones e investigaciones (una acción lleva a la otra e inversamente) en los que el consumidor (pese a que se contempla el modo solitario con ligeras modificaciones reglamentarias lo cierto es que es casi obligatorio proceder grupalmente al aumentar el número de instantes de regocijo al escuchar las ocurrencias e hipótesis planteadas por el resto) asumirá el rol del detective al que rinde tributo desde sus inicios la línea de juegos que ocupa; en definitiva, GDM Games (concretamente Ricard Ibáñez) ha logrado por enésima vez reinventarse con una premisa exactamente idéntica a las anteriores (no pierde un ápice de la esencia de la saga), teniendo por ello más mérito.



Daniel Espinosa, a fecha 06 de febrero del 2022