ABCD es una propuesta para toda la familia (entendiendo como tal tanto integrantes menores como mayores desde el punto de vista del tiempo transcurrido desde el nacimiento de cada cual aunque obviamente está especialmente dirigida a los primeros) en el que el gran protagonista es un muro; que nadie se precipite en extraer conclusiones porque semejante elemento no se concibe separatista como de costumbre sino unificador, lográndose el ansiado sentimiento de pertenencia colectiva merced a la cooperación necesaria contemplándose una elocuente clasificación de niveles (“principiante”, “experto”, “superexperto” y “crack”) permutables e integrables entre sí.
Los componentes se limitan a veinticinco cuadrados de seis caras (de color tipográfico distinto a excepción de una completamente vacía) y cinco tablas (con ocho vocablos), cuya consistencia es bastante mejorable (atendiendo quiénes los manipularán lo ideal sería madera pues es sencillo que sufran desperfectos rápidamente de no vigilar el cuidado de estos); por supuesto también se facilita el manual multilingüe (en castellano, catalán, francés e inglés), con un par de hojas a doble cara sumamente aprovechadas (textos explicativos e ilustraciones ejemplificativas abundan para beneplácito de quienes posean dificultades) para que las instrucciones se interioricen al inicio.
La preparación exige escuetos segundos, consistiendo en construir una pared (por no repetir el término ya empleado) como se desee (recta o torcida, continua o espaciada, ordenada o caótica... las posibilidades son infinitas al encontrar el límite en la imaginación del grupo), repartiendo asimismo las fichas (que ejercen de cometido subjetivo); la regla de oro es no derribar la estructura (amén de tocar únicamente un cubo pese a que se levanten más), debiendo formar la palabra asignada, instando encarecidamente (cuando se domine la simple e intuitiva dinámica) a diseñar las propias con lápiz para que la diversión aumente ostensiblemente incluso con nombres, apellidos o similares.
En cuanto a cuestiones puramente técnicas, el trabajo está destinado de dos a cuatro jugadores a partir de cuatro años (dicha edad es meramente orientativa), siendo la duración estimada de diez minutos (la fluidez de las partidas es enorme al especificarse claramente el objetivo a consumar); la caja (liviana como pocas) está customizada para la ocasión en sus laterales (con todas las letras del alfabeto latino diferente al tradicional al omitirse “ch”, “ll” y “ñ” que sí alberga el diccionario de la Real academia Española), respetando las dimensiones clásicas de la compañía (de hecho son ligeramente superiores) alcanzando los veintiún centímetros de largo y de ancho.
Potenciando tanto el ámbito lingüístico (comprensión lectora) como el personal (autoconocimiento y actitud positiva hacia el aprendizaje), la obra creada a seis manos (Jaume Copons, Óscar Julve y Pak Gallego) y editada por las firmas GDM Games y OTC (Old Teddy’s Company) es tan minimalista como recomendable, antojándose tal vez algo elevado el precio oficial de venta al público al ascender a veinte euros; no obstante, el desembolso está justificado juzgando la enorme aportación social en la que se traduce, restando aplaudir efusivamente el atrevimiento (no deja de serlo al escasear este tipo de incursiones lúdicas) en virtud de la cultura más entretenida formalmente patentada.
