La propia introducción evidencia la esencia de la línea que ocupa, constando que se trata de “un juego cooperativo de detectives donde tendréis que resolver un misterio a través de una serie de fotografías” (en el interior se complementa con “cada jugador deberá describir el contenido de sus imágenes para compartir la información a su alcance de modo que podáis formular entre todos una teoría que explique el misterio”); la portada del sobre luce con los logotipos (Enigma Studio, GDM Games e Instacrime), la autoría (Pak Gallego y Ángel Guzmán) y el título (junto a los personajes), mientras que en la parte trasera abundan los detalles técnicos y un código QR para visionar el avance.
Cabe advertir que las peculiaridades son pocas pero significativas, pudiéndose nombrar básicamente la naturaleza de la propuesta (la franquicia se basa exclusivamente en la interpretación de fotografías) y sus componentes (apenas dos hojas reglamentarias y doce imágenes narrativas), pivotando la idea de manera íntegra sobre los últimos; como pesquisas adicionales, conviene señalar que la edad mínima recomendada es de diez años, la limitación participativa de dos a seis personas, el tiempo estimado a invertir de sesenta minutos, el precio recomendado de nueve euros y que cada caso es único e irrepetible, por lo que de volver a jugarlo la intrahistoria no variará lo más mínimo.
Para preparar la partida, se sacan todas las fotografías del sobre repartiendo una a cada jugador (si se trata del primer caso que se afronta se recomienda hacerlo en orden estricto pero si se desea una experiencia más compleja se aconseja barajarlas antes de entregarlas), leyéndose tras ello el preámbulo que hay en el reverso de la hoja adjuntada en el interior; adelantando la explicación del siguiente apartado, indicar que cada cual debe describir su instantánea y, cuando todos lo hayan hecho, se vuelve a repetir la acción con una nueva hasta que se terminen, dejándose las restantes (si no hay suficientes en la última ronda) en el centro de la mesa a la vista de los jugadores.
Para poder resolver el caso es imprescindible compartir información, por lo que una vez que todos los participantes hayan descrito la totalidad de sus fotografías será el momento propicio para profundizar en los detalles siguiendo la pista de los sospechosos (así como de cualquier elemento que se crea relevante); cabe matizar que durante la partida se pueden exponer las teorías (es menester expresarlo en plural ya que de buen seguro irán sucediéndose a medida que vayan viendo la luz nuevas imágenes revelándose matices a través de observaciones propias y palabras ajenas) de cada cual pero nunca enseñarlas al resto asegurándose así la optimización de la experiencia.
Cuando se tenga una teoría firme se consulta la página con la solución (la misma está compuesta por cinco escenas que constan de diversas imágenes relacionadas entre sí por elementos narrativos o visuales), comprobando así los resultados de la investigación en aras de determinar cuál de las cinco categorías de éxito se ha alcanzado; a modo de imperioso consejo, señalar que es sumamente importante deducir el orden cronológico (así como los sitios donde se desarrollan los acontecimientos de cada fotografía ya que varias podrían estar tomadas en el mismo espacio) e ir descartando sospechosos para no saturar de (todavía más) erróneas hipótesis tan colaborativa contienda.
Valoración
La introducción propiamente dicha (“Granada es una bonita ciudad del sur de España donde se puede encontrar gente de todo tipo..., una noche cualquier después de una elegante cena en el casino cuatro jugadores se reúnen en torno a una mesa de póker..., uno de ellos no vio un nuevo amanecer”) es un órdago a un conspiranoico entramado cuya intríngulis es más evidente de la que pudiera parecer a juzgar por el resto de títulos de la editorial (los casos Sherlock, sin ir más lejos, derivan hacia resoluciones un tanto rocambolescas); así pues, la dificultad es asequible para todo tipo de público, asegurándose por ello el disfrute de cualquiera que quiera participar en la inolvidable partida.
La labor de Ángel Guzmán ejerciendo de fotógrafo destila profesionalidad a raudales, debiendo ceder gran parte del éxito a unos actores (Alberto Martínez, Ana Sora, Claudina Jiménez, Diego Herranz, Firás Hajji, Francisco Terrón, Joseph Shean, Juan Jiménez y Noemí Toral) que con sus semblanteas (la única herramienta de la que gozan para transmitir emociones e intenciones) justifican las acciones que teóricamente perpetran, no teniendo la misma relevancia todos ellos (de hecho solamente tres la tienen realmente a la postre); habrá quien busque dobles lecturas donde no las hay (empleando la lógica y un ápice de intuición basta), pero ahí también reside el encanto del caso.
La mayoría de imágenes son funcionales, aunque algunas se antojan prescindibles más allá de un pequeño matiz y cuatro de ellas, aunque interconectadas entre sí para un mismo propósito, se presumen redundantes en cuanto a contenido se refiere, exigiendo grandes dosis de concentración no para captar muchos matices sino para ir descartándolos (de lo contrario el éxito final será arduo); como anécdota a mencionar (no desvela absolutamente nada puesto que la importancia que alberga es nula), en una de ellas se aprecia un amplio surtido del catálogo de la compañía responsable, una curiosa licencia que congratulará a quienes la aprecie como el equipo de esta página.
El sistema de puntuación tal vez sea el aspecto que menos agrade popularmente, pues solo unos pocos lo encontrarán adecuado debido a la rigidez con la que se expone (unas partes resaltadas en el texto indican las pistas clave a captar obteniéndose un punto si la hipótesis incluye todas, existiendo un vacío legal un tanto frustrante al depender de cada cuál de no hacerlo en su totalidad); a pesar de ello, la tabla para tal cometido (y la catalogación misma) es una herramienta secundaria para formalizar el siempre controvertido (sea cual fuere el trabajo a analizar) recuento final con su respectiva descripción detectivesca, no perjudicando lo más mínimo al producto en conjunto.
En resumidas cuentas, los amigos de GDM Games han vuelto a crear una experiencia que, en esta ocasión, deja cierto sabor agridulce por su sencillez argumental (desbordante en calidad e interés), siendo no obstante igual de aconsejable que el resto de títulos de dicha firma (a cada cual más original e indispensable que otro) por los motivos desarrollados; un servidor cree que lo que se debe valorar de la presente obra es la vertiente artística que reside detrás de ella (con un rodaje expreso cual película) ya que brinda la oportunidad de comprobar cuán capaz es uno de priorizar la información visual de la que dispone y de conjeturar desacertadas e inverosímiles ocurrencias.