“Saga Eden (II): El rey del infierno”, de Nessa McDubh
Antecedentes
Bajo el lema “porque un reino sin heredero es un reino sin esperanza..., y un reino sin esperanza es un reino maldito” (que sucede a “porque las historias nunca son como te las cuentan..., el Lobo siempre será el malo si solo escuchamos a Caperucita”), El rey del infierno, la esperada continuación de En el principio dentro de la saga Eden, ve la luz mediante una autopublicación de lujo con edición especial de 132 hojas (algunas en blanco de rigor para que la pulcritud se respete) y una cubierta cuyo fondo se observa algo distorsionado aunque la información esencial luce gloriosa; la infructuosa campaña en la plataforma Verkami sirvió para demostrar la cantidad de seguidores de una franquicia con (muy) acérrimos adeptos por la calidad que atesora.
Antesala
La sinopsis de este segundo libro versa “un padre que busca la redención de un hijo..., un hijo que lucha por sobrevivir a los mayores tormentos jamás imaginados, luchando por mantener intacta su alma..., una alianza que traerá el caos y la destrucción, y que tan solo buscará doblegar a las almas que conquiste mediante horribles torturas..., una mujer que lucha por comprender quién es en realidad y qué papel juega en toda esa locura y que, a cada paso que da, está más cerca de ver cumplido su destino, ese que le fue asignado mucho antes incluso de su nacimiento..., la historia de Sheena, Miguel, Lilith y Samael desvelará secretos profundamente guardados, dando un giro a todo lo que hasta ahora se venía contando”; una esperanzadora introducción.
Autoría
Administrativo-contable de profesión, Nessa McDubh siempre tuvo la necesidad de relatar fábulas, porque según ella misma confiesa “contar historias es mi razón de ser, mi forma de evadirme de la realidad y de viajar a otros mundos”, siendo sus grandes aficiones la lectura, el dibujo, la historia y la escritura; confesa amante de los animales, de la naturaleza y de viajar, la jijonenca de cuarenta años comparte su vida junto a su esposo y sus cuatro perros, estando su profesión orientada durante una etapa de su existencia a la educación canina y pudiendo saber más sobre ella a través de sus redes sociales (tanto en Facebook como en Twitter e Instagram es su perfil es #nessamcdubh), instando a todo el mundo a que la siga en ellas para no perderse nada.
Dedicatoria
Es menester dedicar un apartado expreso a la citación de los mensajes remitidos tanto a título ajeno (“a mi demonio favorito que logra sacarme siempre una sonrisa aunque a veces me vulva loca..., para Primi por muchos más años de amistad y de locuras..., ¡te quiero mi revoltijo endemoniado!”) como personal (“para Daniel..., porque me llevas apoyando desde el principio y porque me encanta tu forma de analizar y desgranar mis historias..., ¡¡mil gracias!!..., espero con ansia tu valoración de este segundo libro y que disfrutes de su lectura..., con cariño..., Nessa McDubh”); la necesidad en cuestión obedece a un sentimiento de gratitud de los miembros del blog (y más concretamente de un servidor) que trasciende más allá de la colaboración divulgativa.
Índice
Amén del capítulo previo (“profundizando en las llamas del infierno”) y el concluyente (“epílogo”), así como uno especialmente emotivo para esta humilde página (“notas de la autora”), los catorce que conforman el volumen se corresponden con los títulos “el veneno del arcángel”, “cautiverio”, “el tormento del arcángel”, “regina Eva”, “bienvenidos al infierno”, “el influjo del súcubo”, “la leyenda negra del ángel caído”, “festín de sangre”, “Caín y Abel: Una madre, dos padres”, “¡salve Lucifer, rey del infierno!”, “persiguiendo un fantasma”, “una serpiente en el nido”, “cumple tu destino, Nihúva” y “cum sanguine electi, rex resurget”; el resto de crónica se centrará en el análisis de las divisiones con dos adjetivos y seis líneas sintetizando las sensaciones suscitadas.
Valoración
*) Profundizando en las llamas del infierno
Parte I Aclaración y fanatismo...; la elección de la portada (La puerta del infierno de Auguste Rodin) ya deja entrever la contundencia del volumen, señalándose que tanto la misma como la intríngulis obedecen a propósitos que rinden tributo a ciertas culturas antiguas bajo el prisma personal no tanto del qué sino del cómo que promete entusiasmar infinitamente a los seguidores del fantástico menos casto.
Parte II (adicional) Fascinación y historicismo...; con un afectuoso recibimiento (“las puertas del Hades se abren para vosotros”) la invitación al entretenimiento va dirigida a quienes sucumban ante la estimulante revisión de algunas de las leyendas más ancestralmente aceptadas sin demostración fidedigna, poniéndose en entredicho para beneplácito de estos como legítima alternativa (incluso más que la primigenia) a ellas.
I) El veneno del arcángel
Parte I Afectación y expresionismo...; la simbología de la esencia ancestral para paliar el dolor es tan sugerente como el libre albedrío por el que (al menos en teoría) debería regirse todo sentimiento (hasta el menos deseado pero adecuado), entrelazándose destino y mitología de una forma que no deja la menor duda sobre la descomunal crueldad e intensidad que a lo largo de las siguientes páginas irán teniendo lugar.
Parte II Frustración y absentismo...; las medidas de precaución adoptadas para evitar un trágico e inmediato desenlace hielan más la sangre que el gélido domicilio descrito (prácticamente se saborean los suculentos manjares), mas el bastión al que se hace alusión sorprende tanto como la quiebra de dicho pacto de protección vital con la escueta justificación de una impulsiva e improcedente llamada insolentemente interceptada.
II) Cautiverio
Parte I Superación e inconformismo...; las reconstrucciones mentales de los sucesos traumáticos narrados comportan una empatía que imposibilita concebir el orden natural de las cosas como tal, pero se infunde magistralmente que aunque nuevas generaciones auguren un futuro mejor las presentes todavía tienen que hacer valer su sabiduría para guiar al prójimo en la senda correcta y todo esfuerzo es poco para ello.
Parte II Adaptación y novacianismo...; la improvisada familia que las circunstancias han propiciado despierta tanta ternura que uno no puede sino dejar aflorar su instinto más cándido, pareciendo una magnífica habitualidad paralela si no fuera por las lagunas temporales (nada menos que tres meses en esta ocasión) que imperan para dinamizar ostensiblemente la trama pero también omitir enigmáticos pormenores.
III) El tormento del arcángel
Parte I Tentación y correccionalismo...; la serie de visiones que tratan de confundir (más aún) a un valeroso guerrero para que haga precisamente lo que un tercero quiere es tan provocativa e intimista que resistirse a recrearlas en la cabeza es complicado, si bien el verdadero mensaje transmitido se vislumbra entre demasiada distracción que apela a la añoranza en un ejercicio de síntesis pasada.
Parte II Excitación y virtuosisimo...; el primer encuentro carnal formal desentona con el hasta ahora excelso hilo conductor, pero el maldito (en sentido literal) lugar donde se torturan las almas de los caídos hasta doblegarlos para que formen parte de su ejército de destructores demonios se expone tan sumamente caótica e impetuosamente (ambos adjetivos en su vertiente positiva) que estremece sin remedio.
IV) Regina Eva
Parte I Indignación y erotismo...; la manera tan vejatoria de tratar a la mujer hervirá la sangre a la inmensa mayoría, pero juzgando la pasión con la que se da la reconciliación (y la regeneración en otra situación al unísono) uno se cuestiona si la compasión es merecida, pues sellar alianzas con más placer que obligatoriedad (además de las oscuras pretensiones subyacentes en ella) no sugiere la tan anhelada empatía.
Parte II Preocupación y egocentrismo...; el cúmulo de preguntas sin respuestas que se plantean es exquisito (pudiendo añadir que en dicho símil culinario que los paladares que ansíen degustar un buen menú encontrarán en este capítulo el mejor banquete elaborable), mas la prepotencia con la actúa alguien que se cree superior a los demás (por su estado social y actitud altiva) consigue que la ira se apodere de uno.
V) Bienvenidos al infierno
Parte I Descripción y salvajismo...; la citación (y más concretamente los respectivos significados de las nomenclaturas) de los diez elegidos aptos para gobernar el inframundo (a saber Abaddon, Amon, Asmodeus, Astaroth, Ba’al Zabûb, Bael, Belfegor, Leviatán, Moloch y Niberius, en estricto orden alfabético) absorbe por completo, tanto como la prodigiosa minuciosidad con la que se trata el reino del fuego.
Parte II Deducción y patriotismo...; la peligrosa e incierta misión relativa a la figura de los guardianes que emprende cierto ejército recuerda a las mayores proezas de índole nacional que uno le invada la memoria (en cada cual será una específica de entre las centenares mencionables), una comitiva de un poder (y ambición) tal que ningún humano sería capaz de resistir con vida (o sin ella) más de unos escasos segundos.
VI) El influjo del súcubo
Parte I Depravación y oportunismo...; la infructuosa búsqueda de seres superiores (insaciables done los haya) en territorio conocido de hecho sobre el que el ciudadano de a pie transita diariamente) deriva en una desesperación digna de cualquier película de terror, siendo la misteriosa tribu aludida un elemento que aumenta la curiosidad en el devenir reincidiendo en sensualidades muy próximas a la indecencia.
Parte II Atracción y altruismo...; la calma del gran río fértil de aguas cristalinas contrarresta con el turbio trasfondo que la aproximación al vampirismo supone, percibiéndose la involución (más conductual que educacional) de quienes atribuyen a deidades todo cuanto ocurre una crítica a aquellos menos dados a brindar ayuda sin esperar nada a cambio al regirse la sociedad actual por deplorables (y muy lascivos) parámetros.
VII) La leyenda negra del ángel caído
Parte I Consumación y absolutismo...; el extracto del versículo que sirve de apertura deja perplejo (ya formalmente) a cualquiera por su contenido, estando vinculado (no directamente) con una sección (tildar así a este ecuador no es erróneo a tenor de su independencia argumental) que desafía tanto los dictados celestiales impuestos tras el diluvio como la distancia (recurriéndose a millas y no quilómetros) a los más puritanos.
Parte II Adoración e invencionismo...; la coronación de la consagrada criatura temida por todos no hace sino presagiar un dominio de la misma, avanzando la transición para que así sea a un ritmo tan pausado (contemplar una trágica pérdida entre tanto éxtasis es un sumatorio de embarazosa, nunca mejor dicho, digestión para los más aprensivos e intolerantes) que los impacientes criticarán mucho apresuradamente.
VIII) Festín de sangre
Parte I Resignación y espejismo...; la no asunción del arrepentimiento al considerarse un signo de debilidad nunca puede desembocar en algo bueno (sopesarlo al contrario), mas el alardeo de los machos alfa (por qué no denominarlos atendiendo a sus mezquinas fechorías) de haber conquistado a tantas damas (tanto amantes como esposas) que la producción de arcadas (sino de algo más) se extenderá cual pólvora.
Parte II Sugestión y comensalismo; la consternación del panorama cobra tintes espeluznantes con una frase lapidaria (“los hijos no deben pagar por los errores de los padres”) y apolíticamente correctos sacrificios (de menores que sufren sin piedad), declarándose una fugaz e inesperada lealtad (semi)amorosa entre dos infieles por naturaleza secundada por unos estrepitosos e insidiosos actos que demuestran tal compromiso.
IX) Caín y Abel: Una madre, dos padres
Parte I Agitación y dramatismo...; la emotiva estampa (re)presentada conmueve hasta hacer brotar lágrimas por las mejillas, sintiéndose más de uno identificado con el (mal)estar de una fémina que atisba en los hombres que la rodean sus pilares básicos para hallar alegría a pesar de los catastróficos reveses que la captura de hace ya una temporada la convirtiera en simple presa capturada en manos de un desalmado.
Parte II Distracción y sadismo...; la retahíla de herederos que (supuestamente) comandarán a sus respectivos súbditos (todavía por definir ya que los conflictos en este terreno abundan) suscita desde afecto hasta desidia, revelándose una dualidad de funcionalidades con una montañosa gruta con tanta relevancia posterior como el emocionante enfrentamiento entre hermanos que termina con una huida por temor a las represalias.
X) ¡Salve Lucifer, rey del infierno!
Parte I
Difamación y catecimo...; las recriminaciones acerca de la sarta de mentiras que se han estado contando surten tanto efecto como el duelo acaecido cuando el sol más calienta, una (des)dichada pugna que concluye con una (predecible para los más astutos o al menos conocedores de cuán agrada a la autora tornar las mayores tipicidades en atípicas revoluciones) victoria a la altura de semejante contienda.
Parte II
Ascensión y derrotismo...; la importancia otorgada al acero nimerio es tal que uno se ruboriza con el solo hecho de imaginar tener acceso a él, mas la crudeza con la que se desarrolla la lucha (tanto dialéctica como física, se exhibiéndose ambas con todo tipo de detalles) facilita la comprensión de la seriedad con la que los personajes se enfrentan no solo entre sí sino consigo mismos en un entorno completamente hostil.
XI) Persiguiendo un fantasma
Parte I
Liberación y compañerismo...; la necesidad de compartir vivencias (aunque sean aquellas provenientes de sueños) es muy liberador, pues como bien se sentencia todo un por qué y los textos religiosos que se estudian (la teología como telón de fondo es una maravillosa opción) albergan una cantidad de información tal que saturan (por supuesto positivamente) sin especificarse absolutamente nada por el momento.
Parte II
Intimidación y misticismo...; el espionaje acapara todas las palabras (no deja de asombrar la capacidad de combinar géneros sin dejar que casen entre ellos) para infundir el presumible error de no claudicar ante el intento de rescatar a una entidad como la que ocupa, conmocionando la odisea sobre la que hasta entonces solo se han dado unas pinceladas de un de buen seguro (muy) perturbador lienzo.
XII) Una serpiente en el nido
Parte I
Emanación existencialismo...; el credo sobre la denominada arca de la alianza apasiona (es una lástima que en muchos compases se opte por el mero vicio en detrimento de la historia), una tumba sellada con el poder de las guardianas (que a su vez les viene directamente de los ancestros o fundadores) que implora ser visitada (o al menos acreditada) por todo el mundo (sin excepción alguna) por su mayúscula seducción sin llegar a prejuzgar las creencias particulares de cada cual.
Parte II
Traición y costumbrismo...; el súbito asalto de un antaño aliado no logra disipar muchas dudas sobre qué azaroso (o puede que todo lo contrario) final les depara al grupo protagonista (si uno puede referirse a sus integrantes así obviando al resto), instando a todo intrépido aventurero (oséase el lector) divague junto a ellos en estos últimos impases venideros sobre cuantas casuísticas se lleguen a plantear.
XIII) Cumple tu destino, Nihúva
Parte I
Inquisición y hermetismo...; un sarcófago (para más inri vacío) es suficiente para despertar la faceta más investigativa de cada cual (las dotes detectivescas llegarán a conjeturar hipótesis mucho más extravagantes que las reales), sospechándose (con parcial fundamentación a expensas de que se haga más concisamente) que existen vástagos engendrados con viles semillas en impías contextos.
Parte II
Depresión y convencionalismo...; una sensación que penetra (un vocablo empleado decenas de veces desde una perspectiva libidinosa a lo largo del tomo alejado por completo del aquí ansiado) en un servidor con asiduidad es la de percibir redundante algunas partes (ensalzándose aquello más complaciente para no pecar de repetitivo), dirigiéndose los calificativos seleccionados a tan peyorativa impresión.
XIV) Cum sanguine electi, rex resurget
Parte I
Separación y negacionismo...; la repentina despedida de una amistad (con derecho a algo más) de siempre es demoledora (aunque se intuya una decisión pasajera por el bien común tanto personal como profesional) para alguien que se siente más solo que nunca, provocándole una martirizante angustia únicamente atenuada con el consuelo de que es el universo teje los hilos en pro de un justo destino.
Parte II
Regresión y fatalismo...; los largos y oscuros pasadizos hasta llegar a una enorme gruta circular con un altar en el centro donde cierto monstruo (al menos así lo estipulan las doctrinas más populares) se mantiene suspendido en el aire (dicho escenario se recupera del libro iniciador de la saga) remueve conciencias, tratándose de un castigo que reclama una pronta tramitación mediante una inusual metodología.
**) Epílogo
Parte I Intromisión y negativismo...; la cábalas de quien luce un semblante sombrío (no es para menos según lo que ha vivido recientemente) desvirtúan palmariamente la voluntad del entorno del mismo (una multitud que depende en gran medida de sus dictámenes), mas nadie se atrevería a reprocharle nada amén (expresión nunca mejor traída a colación) de tratar de cuidar a todos salvo a él en un ulterior instante.
Parte II
Reiteración y anacronismo...; los postreros descubrimientos (no de errores ortográficos que los hay en exceso en cuanto a respeto de espacios gramaticales como debería ser sino en relación a jocosas novedades, manifestándose que el cráter horadado (aparecido algo precipitadamente tras desfilar por unos pebeteros con tanta exactitud que cuesta horrores conceptuar) será primordial de cara a las secuelas.
***) Notas de la autora
Parte I Confesión y naturalismo...; el sabio consejo de disfrutar la lectura sin buscar la minuciosidad o rigurosidad histórica (al menos la recogida en las santas escrituras) se antoja totalmente conveniente, y es que los agradecimientos póstumos (a allegadas, asociaciones, correctoras y divulgadores) evidencian la humildad (que a la postre es aptitud) con la que la responsable ha afrontado un reto tan osado como el que ocupa.
Parte II
Resolución y epicismo...; el resultado de esta continuación es más que satisfactorio no solo analizando la vorágine de acontecimientos plasmados (a cada cual más interesante e hipnótico que el anterior) sino haciendo lo propio con el conjunto (entendiendo como tal las dos entregas ya lanzadas al mercado), por lo que no cabe sino recomendar a propios y extraños su adquisición al no tener cabida la decepción.