“El invernadero del terror”, de Jenny Nimmo (Algar Editorial)



La sinopsis versa “algo se esconde en el fondo del jardín y Daniel lo sabe... el invernadero está lleno de plantas extrañas que su abuelo alimenta con pociones secretas... un día desaparece la abuela Green sin dejar rastro y después el perrito Stanley... ¿quién será la próxima víctima?”; tan enigmática introducción es la antesala de un volumen que rememora con escrupuloso respeto las incursiones de antaño destinadas a quienes deseaban iniciarse en el universo del suspense (con leves tintes de terror sin) padecer en exceso, mimetizándose con una trama que encandila por su inconmensurable naturalidad narrativa.



Los seis capítulos (“¿qué le sucedió a la abuelita Green?”, “la desaparición de Stanley”, “el consejo de Matt”, “los zapatos de Lorna”, “la pelea” y “la revancha de la Zampacuerpos”) que comprenden las setenta y siete páginas netas (cuarenta y cuatro a doble cara en total) rinden un sentido tributo a la célebre línea literaria Pesadillas que se adaptó a episodios de televisión para horrorizar a la juventud con héroes (y villanos) de carne y hueso; valga (re)afirmar que dicha extensión es adecuada al público al que principalmente va dirigida la obra (a partir de diez años), pero los adultos la disfrutarán igualmente.



Tras unas primeras líneas de rigor en las que se presentan los personajes (concisa e intermitentemente alternándose con descripciones del entorno en el que tendrán lugar los fatídicos sucesos venideros), los acontecimientos transcurren con suma elocuencia; con elementos que despiertan nostalgia (el más poderoso e inmediato ejemplo es la nave espacial Starship Danmat 1 con la que juega el protagonista junto a su amigo) y empatía (cómo no sufrir con un chico que teme a su apático pariente senil por las atrocidades que perpetra a sus seres queridos), uno conecta con el relato desde el segundo cero.



Con un sutil pero potente mensaje sentimentalista de telón de fondo (concienciando sobre el respeto a los seres vivos más allá de las personas) y un lenguaje que por momentos recuerda a las clásicas novelas negras repletas de críticas sociales (la violencia tanto verbal como conductual tal vez no case demasiado con el tono que impera), la autora trata temas delicados con dinamismo e idoneidad; que nadie piense que abundan los tipicismos porque el devenir es sorprendente, mas nunca se descuida el entendimiento racional (concediendo espacio para el misticismo) preservándose por consiguiente la lógica.



El número (que se traduce en el veinticinco de la Colección Calcetín) goza de unas ilustraciones de David Roberts (hasta treinta de dibujos de mayor o menor tamaño) que complementan a la perfección la historia de Jenny Nimmo (la cual ha ejercido de maestra declarándose confesa amante de hechos mágicos e inexplicables en la propia contraportada) para maravillar al lector también visualmente; así, la profundidad lograda es mayúscula sin excesivos alardes (no son necesarios), resultando una aventura tan amena como plausible al demandar un breve período temporal de dedicación para consumarla.



El precio oficial es de nueve euros, un exiguo desembolso monetario que se justifica plenamente juzgando el alto valor que alberga el trabajo que ocupa desde la perspectiva cultural; por último, conviene mencionar que existen varias propuestas didácticas referidas al libro que se pueden descargar de forma gratuita a través de la página web de Algar Editorial, firma a la que desde Cementerio de Noticias se da las gracias de corazón por permitir reseñar sus publicaciones, siendo esta la excelsa inauguración de una sección en la que se irán recopilando todos los artículos cual formalismo se su metafórica tumba.



Daniel Espinosa, a fecha 01 de junio del 2022