“Monstruos ibéricos”, de Javier Prado y Maldragón Editorial
Con una robusta e impresionante encuadernación (gran parte del peso del volumen se debe a la misma) en tapa dura emulando cuero auténtico cuyo fantástico arte conceptual de la gloriosa portada ejemplifica a las mil maravillas el del interior (la línea de diseño se respeta en todo momento manteniendo así una coherencia global plena), el lector descubrirá decenas de criaturas repartidas por el territorio patrio; en el índice constan dichas realidades derivadas de creencias populares (no dejan de serlo al haberse convertido en leyendas gracias a su tránsito entre generaciones) perfectamente desglosadas según sus tipologías, detallándose a continuación para que reste evidente la variedad del contenido de un tomo que rezuma calidad desde la concepción, apreciándose una labor de documentación previa digna de alabar tanto como la plasmación de los horripilantes pero atractivos seres que habitan en las nada menos que noventa y nueve páginas a doble cara con un gramaje superior al tacto.
El “prólogo” (en el que Clara Dies justifica el estilo expresionista imperante) y la “introducción” (aclarándose el por qué de llevar a cabo tan arriesgada e indispensable obra), precedidos de cuatro frases célebres (respectivamente atribuidas a Calígula, Federico García Lorca, una antigua nana cacereña e Isabel Escudero), sirven de antesala al libro propiamente dicho; los apartados que comprende (debidamente contextualizados con breves relatos e ilustrados individualmente para representar visualmente lo narrado en las líneas que los acompañan) son “devoradores y tragones” (Tragaldabas, Tragantía, Paparresolla, Papón, Orcavella, Fraile motilón, Gurrumella, María bruta y Cuegle), “sádicos y explícitos” (Peladits, Cortador, Cardapeçols, Enemiguillos, Micó, Terrores nocturnos, Inguma, Mano negra, Reina mora, Bú, María les campanilles, Juan colorín, La luna y La niebla), “chupasangres y vampiros” (Meiga xuxona, Guaxa, Barquero del colmillo, Muló, El sacamantecas y Coche de la sangre)...
...“secuestradores” (Hombre del saco, Mamia, Tío Saín, Caçamentides, Cancón, Garrules y La muerte), “acuáticos” (Home Marín, Rucha, Pauet y María enganxa), “gigantes y elementales” (Ojáncano, Trucafort, Jan del gel, Nuberus y Alicornios), “ensabanados” (Pantaruja, Matuteros y Bubota), “festivos” (Furtaperas, Ramiros y Marraco), “navideños” (Olentzero, Viejanera y Fumera), “históricos” (Tío Camuñas, María de Padilla, Miguel de Unamuno, Caragol, Aisha Kandisha, Relojero de Banagúas y El sereno), “animales y bestias” (Cabra montesina, Caballo sin cabeza, Quarantamaula, Tibicenas, Pardalot y Llobu cerval); en último término, el “epílogo” (enfatizando la eternidad de la figura de los asustadores), la “nota del autor” (invitando a que el consumidor formalice su feedback poniéndose en contacto de manera directa con él), los “agradecimientos” (citándose a quienes han contribuido especialmente en la idea desde una vertiente moral) y la “bibliografía” (con muchas referencias) materializan una edición de lujo.
Tras el rotundo éxito en Verkami, plataforma de micromecenazgo en la que se cosechó un montante total de veinticuatro mil euros (el objetivo inicial eran dos mil quinientos) gracias a cientos de aportaciones (concretamente novecientas setenta y siete), Javier Prado ha firmado (bajo el sello de Maldragón editorial) un trabajo sobresaliente e incomparable para cualquier amante de la cultura en general y de la mitología en particular en un recorrido que abarca (en riguroso orden alfabético) Andalucía, Asturias, Cantabria, Castilla, Cataluña, Extremadura, Galicia, La Mancha, León, Madrid, Navarra, País Vasco y Valencia; aquellos que deleiten este tipo de propuestas, mencionar que actualmente se encuentra activa la campaña de Tras los pasos de la Quarantamaula, un cómic basado en el universo que ocupa como telón de fondo, instando a que formen parte de ella en aras de aprovecharse de las suculentas recompensas habilitadas para financiarse (a falta de dos semanas ya se ha logrado) a unos ajustados y asequibles precios.