“El autor de este libro es un zombi”, de Javier Martínez (Algar)
La sinopsis oficial versa “en un pueblo de la costa dos hermanos conocen a un extraño personaje que habla a duras penas y responde a sus preguntas con enigmas... intrigados por su pasado deciden grabarle varias entrevistas... lo que el desconocido cuenta en ellas son hechos terribles y asombrosos... pero no hay vuelta atrás cuando los dos hermanos se descubren cómplices de su historia...”; en ella se evidencia cuán diferencial e imperdible es el trabajo que ocupa, cuidándose hasta el más mínimo detalle (el nivel descriptivo es máximo) como se expondrá fidedignamente en los párrafos siguientes.
Bajo el pseudónimo de “Hermanos Abad” (por razones obvias de consanguineidad familiar de los protagonistas) se oculta la autoría del guionista y realizador de series de animación (como Iron kid o Mica) así como poseedor de un máster en cine y televisión por la Universidad de California (Los Ángeles) Javier Martínez, definiéndose (en clave pluralista para seguir con su remedo) como “tenaces recopiladores de historias increíbles”; conviene recordar que con este su debut logró ser meritorio y justo finalista del Premio Everest en Literatura Juvenil, siendo el sector que más gozará (no exclusivamente) con esta novela.
Sobre la figura del señor Robinson Dostoievsky (homenajeando al célebre marino creado por Daniel Defoe y a uno de los principales ensayistas zarista cuya literatura explora la psicología humana en el complejo contexto espiritual de la última mitad del siglo diecinueve) recae la mayor parte de la intríngulis; no obstante, su análisis es peculiar, procediéndose a través de los ojos de dos adolescentes de edad indeterminada (sí se especifica que van al instituto) de nombre Álvaro y Jaime Abad, quienes despiertan una empatía tal que nadie podrá evitar sentirse identificado con sus experiencias e indagaciones.
La ausencia de precipitación (el ritmo es sosegado pese a no cesar de brindar datos) y el énfasis en la cotidianidad (“está claro que las cosas más extraordinarias pueden suceder sin que por ello las nubes se pongan a moverse en remolinos ni empiecen a ocurrir fenómenos atmosféricos extraños”) facilitan la asimilación de unos eventos cuanto menos curiosos; ocurrencias tan plausibles como la suma de puntos cardinales a los tradicionales (Norte, Sud, Este, Oeste, Antes, Después y Nunca) o las coordenadas mediante la superposición de cartas geográficas (revelando un mapa) mantienen en vilo hasta el desenlace.
Esta segunda edición en tapa que blanda luce con un atractivo relieve en la cubierta que dota de calidad táctil y visual al igual que lo hace una contraportada que simula magistralmente el recorte de un periódico; la originalidad es aplicable también al índice (no existe) e incluso a la división, empezando por un extenso “aviso importante” (invitando a la reflexión sobre la aplicabilidad del clásico quid pro quo con los únicos dibujos disponibles firmados por cierto ayudante que ambientan más la trama) y concluyendo con el “añadido innecesario” a modo de epílogo.
Cinco capítulos correlativos correspondientes a otras tantas sesiones de grabación (la emulación de un mockumentary es gloriosa en su esencia de falso documental) son los que abarcan un total de ciento noventa páginas numeradas en las que abundan los elementos desestabilizadores; aldeas desangeladas, tabernas opresoras, cruces torcidos, alondras negras, árboles arcaicos, reuniones secretas, magnetófonos absorbentes, cánticos mágicos, sueños fúnebres, pactos incumplidos, límites alterables, ignominias comprometidas y sombras pavorosas (entre muchos otros) casan locuazmente interconectando.
La cantidad de personajes es escueta e inversamente proporcional al interés que generan, desde el dueño de la tienda (Dionisio) hasta el vecino que inequívocamente pretende agradar más allá de la simple amistad a la madre de los jóvenes (Rico), sin olvidar otros como la vieja de trenza canosa, el centinela alto con sombrero, el hijo del alcalde, el pastor cojo, el sacristán ciego, el forastero de paja de dientes blancos, la mujer sin cejas o la subcomisaria que no escatima en protección civil, todos disfrutan de relevancia en desigual medida; el Huésped de la Vida y el Círculo de los Hermanos otorgan el componente místico.
Aquel que adquiera la obra esperando precisamente lo que el título promete no restará defraudado (en el anverso se añade una captación promocional un tanto desvirtuada del contenido albergado ya que el telón de fondo es una aproximación al género de los caminantes trayendo a colación la serie The walking dead aunque sea tan fugaz e insignificantemente); se trata de un apasionante e hipnótico relato de terror (aunque confluyen otros géneros es cierto que prima este) con una técnica narrativa alejada de tipicismos para desbordar cualquier expectativa asociable en aras de sorprender por defecto al respetable.
Habiendo pasado casi dos lustros desde su lanzamiento (concretamente nueve años) sigue siendo un primor comprobar cómo con tesón e insolencia (ambos adjetivos entendidos desde la mejor de sus acepciones) el escritor logra conectar con el público ofreciéndole un difuso hilo conductor para que no solo lea sino que conjeture hasta donde su imaginación le permita; en definitiva, recomendar la compra de una copia es casi obligado, pues los catorce euros (en según qué webs se encuentra con otro acabo hasta por nueve) de desembolso por ejemplar se traduce en un precio incuestionablemente asequible.
Daniel Espinosa, a fecha 01 de julio del 2022