- Dawson Felpa 06-12-2024 01:41 (UTC)
   
 

                     “Dawson Felpa”, de Alejandro Rodríguez

Dawson Felpa

La extraordinaria sinopsis versa “la Ciudad de los Olvidados... un lugar al que van los peluches cuando sus dueños dejan de pensar en ellos como alguien y los perciben como algo... un escenario decadente y triste lleno de almas rotas dispuestas a cualquier cosa por un abrazo, un trago que les haga olvidar o una dosis de dulces sueños (la droga que huele a suavizante)... en la zona más pobre de la ciudad un cartel reza si te encuentras perdido llama a Dawson Felpa, investigador privado... la fotografía que acompaña al cartel muestra a un osito de peluche con el ceño fruncido y actitud desafiante... ¿cuán duro puede ser un detective cuando está relleno de algodón?”; así, resta evidente (incluso antes de empezar) el particular carácter un trabajo en el que las apariencias engañan (cómo no) y la melancolía rezuma a raudales.

Dawson Felpa

La presente se traduce en la primera tirada de la obra (publicada por la Editorial Titanium) datada de julio del presente año dos mil veintidós (la generosidad del artífice al enviarlo a un servidor tan prontamente ha sido mayúscula), con una ilustración de portada (Chus Aguirre) que materializa la descripción del héroe (por tildarlo de un modo épico), constando de doscientas noventa y ocho páginas (contabilizando las de rigor técnico); a modo de magnífica síntesis, en la parte trasera se asegura que “se trata de una novela negra diferente protagonizada por peluches rotos y dolidos cuya inocencia se ha quedado atrás para poder sobrevivir... Dawson no es una excepción... alejado del prototipo hollywoodiense del detective machista y alcohólico Felpa nos muestra un alma expuesta a horrores que nadie debería contemplar”.

Dawson Felpa

Amén de la introducción (una autoconclusiva historia para contextualizar la acción) el libro se compone de cinco casos con una nota en la franja inferior (emulando la clásica señalización de una evidencia en el escenario de un crimen) subdivididos a su vez en siete (los dos primeros), seis, cuatro y once capítulos respectivamente para facilitar (todavía más) la lectura; detallándose magistralmente los dispares clientes, se invita a reflexionar profundamente (“encuentra las respuestas por ti mismo” pone en duda toda teoría religiosa) al extrapolar muchas ideas (sin ir más lejos la afirmación de que con la ausencia de dueño es difícil dejar de obedecer las órdenes dictadas por una voz autoritaria) trascendiendo del mero thriller con tintes de suspense para englobarse en el del enriquecedor crecimiento personal.

Dawson Felpa

Tras el prólogo, “Ratas de trapo”, “Testigo ladrador”, “Tres cerditos y un lobo”, “Unas vacaciones” y “El caso Theodore” cuentan las (des)dichas de personajes imperiosamente relevantes (el bufón Tristán, la dinosauria Cuerni, el perro Canela, el cerdo Jamón, el conejo Orejotas...), secundarios (Ellie, Falconi, Maxine, Mimosa, Peoprino, Theodore, Tito...), con pseudónimos (Mickey el rata, Azul el desgarrador...) o simplemente citados (Abuhogado, Algodín, Artista, Bebé, Beicon, Bella, Blanqui, Ceniza, Chorizo, Chulu, Daiki, Doggo, Dorian, Elsa, Krolik, Lobo, Loki, Lotti, Marlene, Mel, Mimi, Moby, Musa, Polar, Queen, Rea, Rex, Regan, Rocket, Sully, Tibbers, Trompi, Tuca, Tuga, Zete..., cuyas conexiones o profesiones lógicamente se omiten); el motivo es patentar una epopeya sin parangón y vaya si se consigue.

Dawson Felpa

Ballenas, cabras, conejos, corderos, elefantes, murciélagos, pandas, patos, pulpos, tigres y un largo etcétera de animales se aluden para crear una especie de The wolf among us (el genial videojuego de Telltale Games lanzado para consolas en el que cada cual podía tomar sus propias decisiones y en consecuencia transcurría la trama de una manera u otra) en formato literario, mostrando la fragilidad que subyace en un universo de fantasía inmediatamente asimilable; los contrastes en el proceso de civilización (en el centro la calidad y en el extrarradio la pobreza) o las frases lapidarias (“los favoritos son siempre los que peor reciben el golpe”) demuestran la delgada línea que separa dicho cosmos del real, alcanzando un nivel de cercanía digno de alabar enfatizándose una deprimente e insalubre atmósfera.

Dawson Felpa

Las ocurrencias circunscritas en el ámbito relatado tienen tanto mérito (la identificación de género dependiendo de la imaginación del propietario es formidable) que conciencian sobre las problemáticas (o directamente secuelas) morales tras la infancia (la sombra de Toy Story es alargada aunque el tono adulto que ocupa la torna diferencial), comúnmente caracterizada en no olvidar pero sí situar en un segundo plano los recuerdos del pasado en aras de seguir avanzando en la vida; el entrañable (por su complicidad) e inusual (por su estética) canal para transmitir el mensaje no solo alberga impulsos naturales de abrazar para reconfortar sino que se vale de sus rasgos (“lo sé de primera pata”) para lograr despertar sincera empatía con excelso sentido argumental y escritural para entusiasmar a propios y extraños.

Dawson Felpa

El bar Suturas, la cafetería Cantina de Cangy, el edicio Torre Teddy, la fundación Abracitos, los cigarrillos Puma, el club La Lavadora, la calle Cajón, la comisaria Blancanieves, el restaurante Pita-Pita, la asociación Pademas, la mansión Abracitos o la tapadera Recauchutados Moody son solo algunos de los sitios en los que acontecen abusos, asesinatos, desapariciones, suicidios y otros incidentes igualmente fatídicos, porque “la gran ventaja de investigar el asesinato de un peluche es que el cuerpo no se deteriora demasiado por el paso del tiempo... la gran desventaja es que para la ciencia forense eso es una tocada de narices”; aquel que piense que se trata de un producto comercial está equivocado, pues como se intuye la genuinidad es desbordante incluso para quien tenga la mente abierta.

Dawson Felpa

Multitud de sorprendentes y razonadas similitudes con los humanos (como que al beber albohol uno se mueve lento, pesado y torpe) confieren a la pieza singularidad e interés, mas que el protagonista sea un osito de peluche de algodón con un hilo negro en la boca (como consecuencia es el único orificio de ingestas líquidas al alimentarse solo de ellos) recubierto de felpa (rizada y seca) ataviado con una gabardina fina (gris con solapas) y un sombrero (cosido a la cabeza) con livianos vicios (beber ocasionalmente y fumar asiduamente) ejerciendo de investigador privado resulta glorioso; además, el humor negro impera hasta en los agradecimientos (con “por darme tu dinero” tachado), por lo que la diversión (aseverar el término como rotundo adjetivo es objetivamente imprescindible) está asegurada de inicio a fin.

Dawson Felpa

El autor es Alejandro Rodríguez, un albaceteño de veintinueve años que “siente una enfermiza pasión por leer, contar y compartir historias... ha publicado relatos en Calabazas en el trastero: Laberintos de Saco de Huesos Ediciones, en la revista digital Absoltem y en Droids & Druids, en la que también publicará dentro de la antología Fantaciencia de Malas Artes Editorial... compagina sus relatos, novelas y partidas de rol con la redacción de guiones para la webserie One Shot Quest, disponible de forma gratuita en YouTube... vive en su querida Albacete natal y cuida de dos gatas que suman tres ojos y que no ha podido evitar mencionar en la novela”; la incursión lo torna, indiscutiblemente, en un gran profesional a seguir de cerca al augurarle una (muy) prometedora (y ojalá longeva) carrera por delante.

Dawson Felpa

La edición física sobre la que pivota la reseña (en Cementerio de Noticias siempre se defiende la misma en detrimento de la digital por los matices que de ella se desprenden como el estupendo acabado exterior tremendamente agradable al tacto pese a defender esta en pro del medio ambiente) asciende a apenas dieciséis euros en la popular plataforma Amazon, un desembolso monetario que está totalmente justificado para portar el ejemplar sin oposición (el peso neto de doscientos ochenta gramos y las dimensiones de catorce por dos y veintiún centímetros lo posibilitan sin excusas) a donde se desee; por ende, que nadie pierda la oportunidad de adquirir su copia (para consumo propio o ajeno) porque el éxito está garantizado al aportar cuantiosas enseñanzas de elevado valor ya no cultural sino existencial.



Daniel Espinosa, a fecha 21 de septiembre del 2022

 
 
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