“A propósito de Lovecraft”, de El Transbordador y GDM Games



“Cuatro veces he contado esta historia y las cuatro veces sentí el deseo de no haberlo hecho... si regreso a ella por quinta vez es por el aprecio y el respeto que te profeso... pero ten cuidado... te advierto... el descenso será largo”, tan extraña pero adecuada introducción (adelantando de hecho el comienzo del fragmento inaugural) es la de un volumen que se presenta como un conjunto de seis relatos inspirados en la cosmogonía clásica del maestro de Providence (por si alguien es desconocedor del mismo se trata del aclamado H.P.Loveraft) ubicándose cada uno en un espacio-tiempo concreto para patentar un paradigma literario rebosante de misterio con el que hasta el más veterano en tan tenebrosos lares se estremezca sin aparente remedio.



Tras el prólogo de Iván Ledesma (en el que se da la bienvenida cual declaración de intenciones exponiendo las mismas en un conciso texto nada inocuo para remover algo más que conciencias) y antes del índice póstumo (con algunos segmentos situados en dispar orden cronológico aunque se señala en el título para evitar vacilaciones omitiéndose aquí el inicio “A propósito de...” al ser común) se hallan la media docena de estos que se resumirán seguidamente (sin spoilers relevantes) con dos frases lapidarias (objetivamente definitorias), concluyendo con un dato curioso (cuando se envió a imprenta hacía exactamente cincuenta y un años del lanzamiento de la sonda Pionner 10) que pone el broche de oro a un tomo digno de presidir (por méritos propios) toda estantería.



En “Abdul Alhazred 723” un humilde testimonio del séquito del califa que encabezó un aperturismo revolucionario en el ámbito legislativo ávido de sabiduría emprende un largo viaje de trece jornadas acompañando forzosamente a su mentor tras la entrega de un pergamino del prójimo implorando auxilio dejando atrás Damasco para atravesar un oasis rumbo a Irem presenciando la reunión de cuatro eruditos en apremiantes circunstancias con espeluznantes descubrimientos durante la desértica odisea... “son apenas una sombra brumosa al mediodía”... “la única manera de entender el abismo es escuchándolo directamente”... la saturación de información fomenta la desconexión asidua menguando bastante la atención que se requiere.



En “Innsmouth 1947” una joven se dirige hacia el pueblo de Mousehole instigada por su madre para cumplir un cometido presumiblemente macabro huyendo de su vecino con el ocasional pulso del faro en el que horizonte marino acudiendo a una fiesta con una aversión que casi emana en pragmatismo como antesala a una catarsis en la que la naturalidad es la solución en una fecha señalada... “no hace falta entender el fin para saber que después de él ya no hay nada”... “no fue un acto de debilidad porque no existía una alternativa valiente”... la opresiva atmósfera logra que el desarrollo sea equiparable al de un best seller con trasfondo ocultista asombrando las tétricas ocurrencias que se van ejecutando con una cuenta regresiva que hiela la sangre.



En “Dagón 1716” un capitán despertado de su abstracción en el cuaderno de bitácora contempla cómo en un desvío a Orán el único atisbo de intimidad es el onanismo cuando los nervios lo sobrepasan con cautelosas pero extremas precauciones por los amotinados en cubierta que enfurecen sosteniendo que una prisionera catalogada de valor estratégico para detener la piratería berberisca es el origen del limbo en el que han encallado en las formaciones rocosas próximas a un islote adoptando desesperadas medidas... “apenas son humanos”... “solo estaba esperando”... los adjetivos racistas de maniobras clandestinas e incomodidades varias como escatológicas descripciones captan a la perfección el insidioso ambiente de dicha época (a)cultural.



En “Nyarlathotep” una chica atrapada en el espíritu de una Buenos Aires que ruge a tráfico a pesar del laberíntico panteón de cuatrocientos metros cuadrados en el que reside aborda un concierto de flauta ajena a la repercusión generada al evocar la sinestesia musical en un sendero hacia la contraproducente liviandad cuyo ceremonioso presagio es tan peligroso como su destino... “la sensación de muerte le proporcionó más placer que la vida misma”... “la mente humana se resquebraja cuando los patrones no encajan”... el identificable acento argentino transporta con el juicio del que carece la protagonista a los memorables dos mil soslayando un metafísico marco en el que la emotividad provoca demoledora adulteración de sentidos.



En “Pickman 1966” un gul atrincherado en una galería de piedra de Boston tras la derogación de la Ley Seca en pleno declive de su estirpe por la reducción de ofrendas así como la cacería padecida que derivó en un éxodo salvo necrófagos como él deambula por un extinto feudo afrontando defensas esotéricas para mimetizarse con una fanática que experimenta las cruentas consecuencias de una curiosidad tornada obsesión... “el territorio estaba maldito por la desafección”... “aunque carecía de la capacidad de verbalizar la emoción no por ello era menos vívida”... se trata de la más breve pero gloriosa incursión por la genuinidad de situar bajo el prisma de la criatura la acción tildándola de artista con atrevido e inaudito talento invitando a divagar hondamente.



En “Yuggoth 2044” un androide nombrado Katara manejado remotamente desde un puesto de control al que no dejan de incorporarse asistentes en una manifestación colectiva de perplejidad retransmite mediante una potente red de satélites cómo una náufraga galáctica espera que la misión de rescate se efectúe cuanto antes desquiciada fruto de la pesadilla en la que se encuentra recordando su valeroso equipo destruido por la insufrible paranoia de una cruzada mística de dimensiones épicas..., “es como tener manchas solares en el cerebro”... “le hemos dado una razón para volver a reptar”... la abundancia de diálogos enfatiza la inmersión alternando confesiones con frenetismo asemejando a una visionaria película de ciencia ficción.



La elegante e inquietante portada (Amelia Sales firma la majestuosa ilustración de cubierta), en la línea del universo en el que se circunscribe la obra venerando tanto el color (verde) como el característico diseño (abominable) de la misma, es el preludio de una espiral de demencial locura (la poca cordura que cada cual albergue se diluirá como un terrón de azúcar en café hirviendo) que amplía convincentemente una siempre atractiva pero escasas veces tan abrumadora naturaleza sideral sin dejar de sorprender, algo que sin duda es meritorio después de la insana cantidad de productos (de la más variada índole) que a lo largo de decenas de temporadas han visto la luz con heterogéneo éxito para quienes adoran dicho (sub)género.



En un mercado saturado de homenajes al célebre escritor resulta plausible apreciar la devota admiración (casi obsesiva a juzgar por ciertos detalles expresivos) transmitida por parte del uruguayo Álvaro Aparicio (al que conviene seguir de cerca para continuar maravillándose con sus creaciones) en cada palabra que conforman las ciento quince páginas a doble cara (contabilizando las de rigor técnico) del trabajo que ocupa bajo el sello de una relativamente reciente editorial (se inauguró comercialmente allá por el dos mil quince con Ciudad de heridas de Miguel Córdoba) en cuya lista constan propuestas verdaderamente interesantes, aliándose con GDM Games aumentando esta su catálogo con ochenta autores nacionales.



Cabe aclarar que al tacto el acabado es sensacional (suave dactilarmente e inmaculado estéticamente) para posicionarse a favor de la edición en papel (para tranquilidad de los defensores ecológicos se indica que procede de fuentes responsables) en detrimento de la digital (la diferencia económica entre ambas es considerable al ser veinte o cinco euros respectivamente pero holgadamente justificada), pues los matices que brinda son incomparables amén del deleite de abrir el libro alejándose de la tiránica primacía electrónica para evadirse de una realidad habitualmente más amenazadora que la plasmada (la raza humana es la peor para sí misma) con semejante tributo al máximo exponente del fantástico novelístico con viles tintes de horror.



A modo de clausura (aprovechando que la antología finaliza con la alusión a la denominada “tripulación” en la que se traducen los mecenas que a través de la plataforma Patreon contribuyen económicamente para consumar la financiación progresiva de las publicaciones instando a todo el mundo a unirse a la causa para figurar también en futuras beneficiándose de recompensas exclusivas), es menester agradecer por enésima vez la confianza depositada en Cementerio de Noticias de Pak Gallego facilitando un ejemplar para llevar a cabo la reseña (sin su constante apoyo esta página no hospedaría centenares de análisis envío de copia previa mediante) así como felicitar a El Transbordador por su meritoria e incalculable labor.



Daniel Espinosa, a fecha 22 de mayo del 2023