Lo mejor: la atmósfera consigue helar la sangre en no pocos compases, manteniendo al intrépido jugador en constante alerta merced a los lúgubres e inhóspitos escenarios que priman de principio a fin junto a unos impactos sonoros de órdago; el avance debe catalogarse de simple e intuitivo más allá de la experiencia previa en este tipo de títulos, consistiendo básicamente en ir recopilando los objetos necesarios para enfrentarse con los distintos villanos vliéndose de un arsenal armamentístico digno de alabar; el componente macabro congratulará a los amantes del mismo, abundando los efectos circunscritos en el género gore con un resultado más que decente para proceder de un estudio independiente como el que lo ha desarrollado.
Lo peor: la duración de la trama es tan efímera como el contexto en el que se desarrollan los acontecimientos, pudiendo completarse en menos de una hora explorando esencialmente el entorno completando las diferentes fases totalmente inconexas entre sí; la historia es puramente anecdótica, presentándose la clásica familia disfuncional de manera brusca al combatir contra sus integrantes sin profundizar en absoluto con severos lags en ellos para más inri; el tiempo de carga supera incluso el de entretenimiento propiamente dicho, una espera que se eterniza cada escasos minutos sin razón aparente puesto que los gráficos tampoco alcanzan una calidad demasado exigente a tenor del motor de serie de una consola u ordenador de gama baja-media.