Título original: The last exorcism
Año: 2010
País: EEUU
Duración: 87 min.
Género:Suspense, Terror
Director: Daniel Stamm
Guión: Andrew Gurland y Huck Botko
Reparto: Patrick Fabian, Ashley Bell, Iris Bahr, Louis Hert, Caleb Landry Jones, Tony Bentley, John Wright, Shanna Forrestall y Justin Shafer
Sinopsis
El reverendo Cotton Marcus, un experto en la práctica de exorcismos, acude a la llamada de una familia de granjeros de Louisiana y, el padre, Louis Sweetzer, nunca pensó que tendría que recurrir a la ayuda de un sacerdote, pero después de sufrir el agresivo comportamiento de su hija, Nell, no le quedaba otro remedio; Cotton se encuentra con una tarea más complicada de lo que creía, con un enfrentamiento directo con el diablo...
Crítica
El último exorcismo es una interesante película que, en forma de falso documental, aborda el tema de la religión (más concretamente las creencias religiosas y la fe) de forma atrevida y plagada de ironía; el reverendo Cotton Marcus (Patrick Fabian) es un predicador famoso en su pueblo, descendiente de una larga tradición familiar de predicadores, cuyo padre ha llevado a cabo alrededor de ciento cincuenta exorcismos y él sigue sus pasos, valiéndose de un libro con el cual puede clasificar los tipos de demonios (en el mismo se explica la forma de proceder con el exorcismo oportuno, dependiendo del demonio del que se trate).
Cotton Marcus es tremendamente carismático, y diariamente se encarga de convencer a cientos de seguidores de creer en Dios, respetar su filosofía y obedecer lo que la Biblia les dicta (respecto a esto, vemos una escena delirante en la que se pone de manifiesto que los fanáticos hacen y dicen cualquier cosa que la persona a la que idolatran les diga), hace años Cotton creía en Dios y en todo lo que predicaba, pero una serie de sucesos le ha abierto los ojos: realmente no tiene fe, y por ello hace ya unos años que únicamente se dedica a fingir para dar credibilidad a cada uno de sus exorcismos (convirtiéndose más en un farsante que en un exorcista de reputada trayectoria); todo cambia cuando aparece en la prensa una noticia en la que se anuncia que un niño ha muerto asfixiado con una bolsa al intentar practicarle un supuesto exorcismo, hecho que le hace replantearse su estilo de vida, y decide realizar un reportaje acerca de los exorcismos y las artimañas de las cuales se sirve para hacer el ritual mucho más espectacular (el propio Cotton cuenta al reportero, de forma explícita, cómo prepara cada uno de los trucos que utiliza) y su último caso (y con el que pretende dejar al descubierto la estafa del exorcismo), el de la joven Nell Sweetzer (Ashley Bell), resultará mucho más complicado de lo que en un principio pensaba (llevar a cabo artísticamente el exorcismo, cobrar una fortuna a los Sweetzer y volver con su familia) y, lo que en un principio parece un caso más (nada parecido a una posesión), termina resultando ser una extraña historia en la que nada acabará siendo lo que a priori parece, y donde el demonio más peligroso de todos parece tener un papel totalmente protagonista.
La manera de tratar los temas religiosos es cuanto menos admirable, sin tapujos y siendo un buen ejemplo de cómo se debe hacer una crítica social de forma simpática y efectiva (a esta efectividad también contribuyeel hecho de que la película esté filmada cámara en mano, en primera persona, al más puro estilo El proyecto de la bruja de Blair); además, la participación de Eli Roth en el filme (como productor) queda patente en más de una escena de gran belleza visual (un claro ejemplo es cuando Nell coge, en una de sus presuntas posesiones, la cámara y sus andaduras por la negrura de la noche son grabadas en primera persona, una verdadera joya audiovisual propia de un maestro del séptimo arte).
Tras el éxito de Paranormal Activity, que consiguió generar 500 veces el coste de su producción, era de esperar otro filme de características similares (bajo presupuesto contrarrestado por la contundencia de la trama), y lo cierto es que el resultado obtenido es más que aceptable; si bien es cierto que el terror brilla por su ausencia, intriga y suspense van cogidos de la mano y están presentes en toda la película; la nota negativa más evidente es el final, siendo por un lado demasiado semejante a la anteriormente citada El proyecto de la bruja de Blair y por otro lado deja totalmente descolocado al espectador, que se encuentra con un desenlace que poco tiene que ver con la trama que se presenta.
El último exorcismo se podrá ver en el 43 Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Catalunya, una proyección a tener en cuenta dentro del amplio catálogo de la sección Oficial Fantàstic en competició; cabe recordar que se estrenará en todos los cines el 19 de Noviembre del presente año, una cita obligada para los amantes del cine de terror deseosos de ver algo nuevo (ya que, aunque el tema en el que se basa esté un poco quemado, la forma de tratarlo es sumamente novedosa).
Daniel Espinosa
El ultimo exorcismo: Parte II
(Ed Gass, 2013)
Ficha técnica
Título original: The last exorcism: Part II
Año: 2013
Nacionalidad: EEUU
Duración: 85 min.
Género: Suspense, Terror
Director: Ed Gass
Guión: Damien Chazelle y Ed Gass
Reparto: Ashley Bell, Muse Watson, Spencer Treat, Julia Garner, Andrew Sensenig, Judd Lormand, Roger Mitchell, David Jensen y Raeden Greer
Sinopsis
A Nell Sweetzer la hallan en una zona rural de Luisiana; instalada en Nueva Orleáns, la chica se percata de que no puede recordar casi nada de lo ocurrido en los últimos meses salvo que es la única superviviente de una sanguinaria masacre que acabó con la totalidad de su familia...
Crítica
En el dos mil el polémico Eli Roth apadrinaba una película dirigida por Daniel Stamm, una producción elaborada con pocos medios y mucha inteligencia que destacaba por estar filmada toda ella en vista subjetiva, siendo la excusa en la trama la grabación de un documental rodado para mostrar cómo se podía fingir un milagro aunque, como era de esperar, a medida que se sucedían los acontecimientos comenzaban a pasar cosas que no podían explicarse empleando el raciocinio, un trabajo exquisitamente montado que se convirtió en todo un éxito comercial al recaudar mucho más de lo que había costado, lo cual hacía presagiar una secuela que, en contraposición a aquella (la manera de plasmar la lucha psicológica y los cuestionamientos que ésta despierta sobre la fe atrapaban al público sin remedio), poco aporta a la temática de los sortilegios; así, cambiando de autor (Ed Gass para la ocasión) y pasando a un tipo de relato más formal con una cámara invisible (es decir, el clásico formato), llega la nueva entrega de un metraje cuyo título ya hace percibir que es totalmente innecesaria (la segunda parte de un último evento, sea cual fuere, no tiene sentido alguno al contradecirse la nomenclatura misma), tratando sobre la protagonista de la primera intentando rehacer su vida como puede en una trama forzada y extendida, residiendo el problema no en la labor actoral (Ashley Bell vuelve a estar sensacional) sino en la poca definición argumental presentada, no decidiéndose el responsable por el sobresalto o el drama con claridad.
La masa del público resulta a veces de un capricho inexplicable para encumbrar unos filmes y menospreciar otros y, por ende, no sería de extrañar que haya quienes defiendan que El último exorcismo recogía temblorosamente en color sepia sin verse prácticamente nada con claridad una historia cuantiosamente contada con anterioridad y que El último exorcismo: Parte II se ha llevado a cabo con medios más costosos e ideas más válidas y, sin estar del todo errados, cabe recordar que el entusiasmo no lo despiertan las mejorías técnicas ni mucho menos las recopilaciones de tópicos engendrados sin tener cabida sino las buenas vibraciones generales, en este caso insuficientemente notables (sí medianamente decentes), hecho al que contribuyen (negativamente) tanto la precaria calidad de efectos especiales (el tema se desarrolla no tanto desde lo visual como en otros exponentes del género pero los que se dan, en especial el de las moscas y los artilugios punzantes voladores, son alarmantemente penosos) como la sangre derramada (no es por incitar a la visceralidad banal pero algo, por poco que sea, siempre es bien recibida), por no mencionar la escasa relación que mantiene con la original (la misma se limita a pequeños destellos como la figura autoritaria del padre y las botas que la gustaban, así como fugaces recuerdos); como es evidente, los argumentos a los que los referidos defensores se pudieran acoger deben respetarse pero pueden debatirse con facilidad hasta tornarlos en su contra, pues para cautivar al espectador no se precisan grandes hazañas sino más bien todo lo contrario aun siendo recibido el derroche (fallido ensayo éste) como desquite agrado para los que padecieron el teóricamente mareante método narrativo pero como desquiciante clasicismo para los que idolatraron la anterior, quienes apenas podrán justificarlo como un visionado poco exigente para la afluencia de asiduos que no solicitan más que típicas levitaciones y una edición de vídeo que se pone de manifiesto desde su origen de programa gráfico, pudiéndose disfrutar no obstante de noventa minutos de entretenimiento por encima de la media.
La adolescente de diecisiete años (al menos así se asegura en la cinta, por lo que de no adecuarse la edad en seguras próximas andanzas del personaje en la franquicia terminará siendo una actriz cercana a la treintena encarnando a una más de diez primaveras menor, con la pertinente afectación negativa de credibilidad que aquí ya se observa) Nell (Ashley Bell, soberbia una vez más al mostrarse tan vulnerable como fuerte) es hallada aterrorizada y temblorosa en una zona rural de Luisiana tras permanecer varios días misteriosamente desaparecida, siendo la viva imagen de la ingenuidad (la semejanza física de la intérprete estadounidense con la española Ana Polvorosa se difumina por ello) tornada malévola locura; la compleja situación de la virginal puritana parece estar controlada por los expertos en la materia tras ser tratada terapéuticamente a lo largo de dos meses en Devereux, un hogar temporal para chicas que han sufrido mucho y buscan reconstruir sus vidas (textualmente es descrito de este modo la especie de psiquiátrico) regentado por el escéptico del demonio pero no del mal doctor Frank (Muse Watson, no es preciso menospreciar su labor pero sí señalar que la misma deja mucho que desear) al que fue trasladada inmediatamente, sintiéndose en la actualidad útil como limpiadora de habitaciones al decidir que Abalam, el diablo que la poseyó, no es real sino un mero producto fruto de las experiencias sufridas fabricado por su atormentada mente, la cual la impide afrontar relaciones interpersonales al sentirse que está sola debido a que todas las personas que se supone han de guiarla no la ven más que como un objeto manipulable de sus doctrinas.
Instalada en Nueva Orleáns, la considerada como lunática ejemplar se percata de que solamente puede recordar que es la única superviviente de su familia y que no puede dejar de pensar que la entidad oscura que les acechó sigue muy presente en su rutina diaria tanto por la convicción interior que denota como por las múltiples apariciones corpóreas vinculadas a la secta a la que involuntariamente perteneció que van sucediéndose a medida que va conociendo la viciosa satisfacción que la ofrece el placer carnal, empeorando ostensiblemente el panorama cuando comienza a sufrir supuestas alucinaciones, las cuales comparte con la única persona que parece entenderla, Gwen (Julia Garner, ésta y Eva Green son dos gotas de agua aunque aquella albergue mucho más talento), una encantadora adolescente del sur que se ofrece para ayudarla no dejándola sola en su encrucijada religiosa; sin embargo, su creída fiel compañera con la que entabla una amistad tan estrecha como peligrosa provoca que se resquiebren los cimientos de la confianza al romper su promesa y abandonarla a su suerte, viéndose obligada a ampararse a los numerosos miembros de la Orden del Camino de la Mano Derecha, quienes intentan cumplir los requisitos exigidos por una antigua profecía pagana (protectores círculos de sal, necesarios sacrificios de animales..., vaya, nada distante a lo recurrido hasta la fecha) que no es, ni más ni menos, que el preludio del consabido exorcismo (ni mucho menos el conclusivo a juzgar por el desenlace, no abierto sino asegurador de una, al menos, trilogía), ritual que afrontará resistiéndose con toda su alma (precisamente la que desea el anticristo de ella) a ceder ante una prometida liberación purificadora considerando su supervivencia no como acto de egoísmo sino de autocontrol sobre su destino, y es que aprenderá que la libertad maligna depende del triunfo del arte de la seducción amatoria, ancestral don anticristiano conocido.
El último exorcismo: Parte II es un cuento de terror sobrenatural que resulta inquietante de una manera extremadamente lenta pero parcialmente efectiva en el que se ha obviado incluir novedades, optando Ed Gass por una trama que más que posibilitarlas las exige aunque, aun siendo prescindible e innecesaria al no aportar absolutamente nada, presenta una atmósfera escalofriante tremendamente envidiable, la cual no compensa la falta de auténticas sorpresas (las que se provocan por repentinas imágenes y no por una laboriosidad exigible) en esta poco impresionante continuación, dándose de bruces abismalmente en su segunda mitad (el único factor que llega a infundir algo de tensión es la banda sonora y, en cuanto al apartado secuencial, los primeros dos minutos en los que se resume mediante escenas de muy corta duración todo lo sucedido tiempo atrás sería lo más destacable), yendo claramente de más a menos hasta llegar a ser poco menos que insoportable; se dice que el diablo puede adoptar infinitas formas pero no así el símil de éste con los temores propios del ser humano si se hace de un modo tan superficial como el que se plasma en la presente producción, el cual no deja de ser una visión nada certera acerca de la reinserción social por parte de una joven con problemas mentales, una simpleza argumental tal que las añadiduras que tratan de convertir el filme en uno apoteósico no son agradecibles sino sumamente aborrecibles.