The suicide of Rachel Foster (One-O-One Games, 2020)
Lo mejor: la tensión que infiere cada majestuoso píxel de unos gráficos en vista subjetiva dignos de alabar hiela la sangre como la ocasión requiere, angustiosa sensación que se ve incrementada con un apartado sonoro tan sutil como eficaz que enfatiza el poder del silencio ante situaciones desconocidas para que el público se mantenga alerta agudizando sus sentidos; el turbio trasfondo que se atisba al realizar cierto hallazgo consigue estremecer de veras, justificándose perfectamente con una serie de detalles argumentales a raíz de los documentos e imágenes a descubrir abordando asuntos tan delicados como el acoso escolar o el abuso carnal; el sendero a recorrer a lo largo de los nueve días que abarca la historia se torna avivadamente apasionante e intuitivo, desembocando en un dramático desenlace que en absoluto defrauda al ser coherente con el resto de sucesos plasmados esclareciéndolos rotundamente sin permitir dobles lecturas.
Lo peor: la orientación en el laberíntico hotel que sirve de único escenario es ardua en los primeros compases, debiendo hacerlo con la ayuda de un mapa dividido en cuatro plantas junto a las inestimables directrices del personaje con el que la protagonista se comunica en todo momento el cual cobra una gran relevancia a la postre exprimiendo el género narrativo al que pertenece la obra; la aproximación a una vertiente paranormal resulta tan excelsa como fugaz, prolongándose de manera plena únicamente en un tramo en el que el uso de determinado aparato tecnológico es clave; la ausencia de acertijos propiamente dichos, limitándose a la búsqueda de objetos por las diferentes estancias del lúgubre local abandonado que guarda abundantes secretos así como reminiscencias al clásico del celuloide El resplandor apreciables en moquetas u otras referencias igualmente reseñables pero omisibles en aras de no revelar absolutamente nada.