Lo mejor: el vídeo de apertura con actores reales (pese al pésimo don interpretativo del elenco) revolucionó la manera de presentar a los personajes, volviéndose a apreciar al término cual cortometraje; el estratégico posicionamiento de las cámaras (desde vistas cenitales hasta planos ocultos) mantiene en vilo constantemente, pues nunca se dilucida si las amenazas aguardan en los ángulos muertos de las mismas; la sensación de angustia (por no sentenciar terror puro) es perenne, creyendo de veras que en cualquier momento la vida puede descender hasta cero finalizando abruptamente la horripilante velada.
Lo peor: la dificultad de avanzar sin poder salvar partida en muchos compases (cabe recordar que para ello se precisa las cintas de tintas que precisamente no abundan) desespera, convirtiéndose en un desafío extremo sobrevivir; el cúmulo de absurdos diálogos (en los numerosos documentos reside la verdadera intríngulis) logra irritar, traduciéndose en uno de los guiones menos eficaces de la historia; el desenlace (con un glitch tan nefasto como azaroso mediante) puede no terminar de convencer por su inexplicable inmediatez, dándose el clímax en el enfrentamiento que lo precede bastantes minutos antes.