Lo mejor: la amena e inmersiva metodología para presentar el tutorial de acciones básicas (dos segmentos desbordantes de humor en detrimento del slasher que posteriormente primará) consigue captar la atención del jugador desde el primer segundo, siendo esta clave para sobrevivir a la retahíla de quick times events en un campamento que abandera el lema “lo que no te mata te hace más fuerte” hasta las últimas consecuencias; la cantidad de detalles u objetos a descubrir (entre ellos destacan las cartas del tarot con sus revelaciones para obtener uno de los ciento ochenta y seis desenlaces sitos) con sus respectivos secretos ocultos generan enorme expectación, tanto o más que las decenas de decisiones que dictaminarán en gran medida el devenir de un turbio sendero que prácticamente obliga a repetir la partida para conocer nuevas ramificaciones argumentales; el apartado gráfico (en muchos momentos resta la sensación de estar protagonizando una película con actores reales) merece una mención aparte, aumentando el desasosiego de encarnar a nueve estereotipados monitores de campamento en su afán de huir del clásico clan disfuncional con mitológicos seres como villanos añadidos.
Lo peor: el sinsentido de la mayoría de diálogos (e incluso situaciones para justificar sin éxito las interrelaciones fraguadas entre los figurantes) causa tan poco impacto positivo como una división por capítulos que podría funcionar de respetarse un mínimo tanto de duración como de pertenencia de secuencias, tratándose de una composición de microescenas cuyo hilo argumental se difumina tanto como la luna llena que luce en el cielo durante la noche que abarca la historia al sucederse los precipitados e intrascendentales acontecimientos; el podcast de lo paranormal (textual título del ficticio programa que a su vez se menciona en la propia experiencia sesgado en seis episodios de aproximadamente una hora total) como material adicional totalmente gratuito complementa la aventura de forma errónea, pues si bien invita al debate sobre varias leyendas locales con un abrumador trabajo de doblaje íntegramente en castellano el enfoque desde el cual se da es puramente cómico dilapidando cualquier atisbo de credibilidad; la exploración está tan acotada (los escenarios apenas permiten libertad de movimientos altruistas) que dificulta su disfrute, empleándose para aparentarlo burdas técnicas de falso mundo abierto.