Lo mejor: la mesurada cantidad de fases a superar permite el disfrute pleno de principio a fin, tratándose de veinticinco niveles tremendamente dinámicos que median cinco minutos de duración; el ajustado nivel de dificultad logra encandilar sin importar la destreza previa que se posea, pudiéndose regular en cualquier momento para asumir el reto que se desee; la serie de modificaciones desbloqueables nutren de más entretenimiento si cabe al juego, desde incrementar la velocidad de la acción hasta modificar algo la apariencia del personaje.
Lo peor: el devenir de la historia resulta meramente anecdótico, percibiéndose repetitivo e insulso más allá de la variedad de enemigos a los que hay que derrotar; el modo cooperativo cumple con su cometido pero se aleja mucho de las posibilidades atisbadas, basándose en exactamente lo mismo que el individual pero con dos participantes al unísono; la mitología sobre la que pivota todo se desaprovecha, al igual que un arte conceptual únicamente percibible glorioso en las secuencias animadas que anteceden a sucesos clave.