Ficha técnica
Título original: Black phone 2 Año: 2025 Nacionalidad: EEUU Duración: 113 min. Género: Suspense, Terror Director: Scott Derrickson Guión: Robert Cargill y Scott Derrickson Reparto: Ethan Hawke, Mason Thames, Madeleine Graw, Miguel Cazarez, Demian Bichirer, Jeremy Davies, Arianna Rivas y Anna Lore
Sinopsis
Un asesino en serie quiere vengarse desde la tumba de una de sus víctimas que logró escapar escogiendo como objetivo a su hermana...
Valoración
Lo mejor: la intención de explicar el origen del mal que representa el cruel e imponente villano convence mayormente, aún descuidándose el por qué con un guión perfectamente ejecutado e hilado que no escasea en ritmo trepidante; la brutalidad con la que tiene lugar el infierno de hielo que sirve de escenario principal maravilla sin remedio, con una fotografía de infarto solo al alcance de unos pocos privilegiados capaces de extrapolar sus ideas a la gran pantalla; la contradicción al popular dicho que versa sobra la escasa valía de las segundas partes, no llegando al nivel de la primera pero entreteniendo mucho al recuperarse varios elementos e introduciéndose otro tantos nuevos para más allá de mantener la esencia previa de la franquicia ampliarla.
Lo peor: el cristianismo como religión pasiva incapaz de actuar bajo presión ante problemáticas nimias o relevantes ofenderá a quienes lo practiquen, aludiéndose con rotundidad e insistencia a pesar del nulo cometido para la historia; el uso de impactos sonoros para provocar sobresaltos podría catalogarse de comercial e intransigente, pues la gratuidad de estos en una trama de por sí macabra e instigadora tampoco los requiere como sí un fundamento mejor del empleo del mockumentary observable reconvertido en premonitorias visiones; el constante vaivén del mundo onírico al tangible acaba derivando en un extraño hibrido de Pesadilla en Elm Street con Stranger things, difuminándose asiduamente cuál es el plano dominante confluyendo.
Daniel Espinosa
Frankenstein (Guillermo del Toro, 2025)
Ficha técnica
Título original: Frankenstein Año: 2025 Nacionalidad: EEUU Duración: 149 min. Género: Drama, Suspense Director: Guillermo del Toro Guión: Guillermo del Toro Reparto: Oscar Isaac, Jacob Elordi, Mia Goth, Christoph Waltz, David Bradley, Lars Mikkelsen, Christian Convery, Sofia Galasso, Felix Kammerer, Ralph Ineson, Burn Gorman, Charl Dan y Joachim Fjelstrup
Sinopsis
Un doctor necesita localizar al monstruo que creó que se cree murió en un incendio cuarenta años antes para continuar su cruel experimento...
Valoración
Lo mejor: el poético discurso del que se nutre el guión a partir de situaciones atractivas reinventando una figura tan clásica como la que ocupa encandila hasta saciar, manteniendo un tono constante de curiosidad de idealismo alejado de los cánones del género subdividido en dos antagonistas capítulos precedidos por un anecdótico preludio; el escrupuloso respecto del director a su característica estética fantástica frente a confesadas presiones públicas debe alabarse, para más inri en una de las obras más viscerales e implacables de su ya dilatada filmografía para ofrecer algo sumamente poderoso a la par que plausible; la ambientación de época logra alcanzar una credibilidad e inmersión tales que uno padece el cruento e imperante frío en su piel, aunando técnicas artesanales con digitales para congratular mucho.
Lo peor: la fidelidad respecto a la célebre novela en la que libremente se inspira resta en entredicho, con un sinfín de licencias que expanden el universo propio del autor pero se alejan del relato original derivando por ello en comprensibles e intensos debates entre los espectadores; el sentimiento de soledad que promueve todo acto resulta demasiado simplista e incoherente, añadiéndose complementariamente otras emociones humanos como culpabilidad e ira con el romanticismo en su máximo expresión como perenne e ilusorio telón de fondo; la incidencia en determinados conceptos principalmente recurridos de forma habitual decepciona, prolongándose por ende casi hasta los ciento cincuenta minutos pudiendo reducirse sino suprimirse muchas escenas a juzgar por la relevancia real siendo el resto meras transiciones argumentales.
Daniel Espinosa
The infinite husk (Aaron Silverstein, 2025)
Ficha técnica
Título original: The infinite husk Año: 2025 Nacionalidad: EEUU Duración: 104 min. Género: Drama, Fantástico Director: Aaron Silverstein Guión: Aaron Silverstein Reparto: Peace Ikediuba, Circus Szalewski, Geena Bocci, William Thomas, Jyl Kaneshiro, Megan Feely, Michael Murphy y Sma Harihar
Sinopsis
Una conciencia alienígena es enviada a la tierra para espiar a otra...
Valoración
Lo mejor: la contemplativa tensión imperante (con interminables diálogos que incrementan las sospechas entre los personajes) cautiva sin remedio, deseando averiguar cómo concluye el constante conflicto de intereses entre los mismos tornándose los pensamientos materia física a través del simple divagar pese a las cuestiones que restan sin resolver como la función de las pastillas de colores que a diario ingiere la menor del filme o la aludida teoría del todo que explicaría cara minúsculo detalle del cosmos contenida en la conciencia eterna; la explicación de las emociones básicas (entendiendo como tales las habituales en cualquier persona como hostilidad e ira) se antoja óptima, valiéndose de una perspectiva realmente interesante para tratarse de un tema tan recurrido ensalzando el poder del lenguaje; la crítica a la raza humana a través de una especie invasora (al menos eso se deduce de la narrativa vocal) que la estudia hace reflexionar, destacando la fragilidad e insignificancia en un universo que se rige por los cambios de recipiente de la energía que lo forma a partir de una gran retahíla de misiones a las órdenes de un ser incorpóreo superior.
Lo peor: la definición de “música dramática sintética” (según los subtítulos gentilmente proporcionados para visualizar la cinta) se aplica a la propia película, pues en sí es una especie de sintonía poco melódica cuyos decibelios fluctúan en demasía merced a la combinación de elementos empleados tan extravagante cual versión cuántica de La invasión de los ultracuerpos en modo pasivo e investigador con conceptos físicos solo aptos para eruditos en busca de la ecuación definitiva; el desconcierto del inicio (con varios despertares tras desvanecimientos) desesperará a los más exigentes, dilucidándose no obstante la verdadera intríngulis a escasos minutos con una clarificadora conversación que se complementa con otras similares; el proceso de reencarnación como mejoría (o de “cáscara” como textualmente se denomina) genera curiosidad pero no la metodología usada como el precario cadáver que se aprecia claramente maniquí o el patético forcejeo entre dos féminas que acaba en fatal desenlace para una de ellas, resultando un trabajo experimental en el que el mensaje se tiñe de pretenciosas conjeturas.
Daniel Espinosa
ALTERNATIVAMENTE...
Escuadrón suicida (David Ayer, 2016)
Ficha técnica
Título original: Suicide squad
Año: 2016
Nacionalidad: EEUU
Duración: 123 min.
Género: Acción, Ciencia ficción
Director:David Ayer
Guión: David Ayer
Reparto: Will Smith, Margot Robbie, Joel Kinnaman, Viola Davis, Jai Courtney, Jared Leto, Cara Delevingne, Adewale Akinnuoye, Jay Hernández, Karen Fukuhara, Adam Beach, Scott Eastwood, Jim Parrack, Ike Barinholtz, Ben Affleck, Corina Calderon, Alex Meraz y David Harbour
Sinopsis
Mientras el gobierno estadounidense desconoce cómo contraatacar una invasión alienígena con intenciones malignas, la líder de una agencia secreta ofrece a sus superiores una desesperada y peligrosa solución.
Valoración
Lo mejor: el contexto argumental, narrándose el panorama al que los habitantes en Gotham City se enfrentan tras la trágica pérdida de un Supermán idolatrado y el Batman de Ben Affleck velando por la seguridad de todos ellos junto a otros héroes como Flash, así como varios más que se aprecian en ciertas instantáneas mostradas al término de los créditos finales para conectar el filme con otros futuribles mientras el universo DC se expande más; la picardía de la Harvey Quinn de Margot Robbie y el autocontrol del Diablo de Jay Hernández, explosiva y cometido respectivamente, escenifican la potencialidad e irreverencia de unos prediseñados criminales que, minuciosamente reclutados por sus peligrosas crueldades y letales habilidades, se difuminan entre hipócritas ocurrencias; el Joker de Jared Leto, el gran reclamo de la propuesta que aparece de forma muy dosificada como secundario de lujo y, a compases, glorificándola con majestuosas frases (“¿vivirías por mí?”) y simbolismos (el tatuaje de una extensa y perfecta sonrisa en su mano da mucho juego), encarnando el lado más bohemio y romántico de un personaje que no cabe compararlo con anteriores incursiones, viniendo a la memoria inmediatamente la de Heth Ledger, apreciándose aquí matices distintivos que han sido mundialmente criticados y, siendo justos y no demasiado exigentes, encandilan e hipnotizan sin remedio hasta el punto de desear, sino necesitar, que aparezca cada segundo en pantalla.
Lo peor: el guión, extraordinario los primeros cuarenta y cinco minutos que abarcan las preocupaciones y motivaciones de los excéntricos metahumanos pero indecente el resto de duración, parodia el propio género de acción con ese patriotismo americano que resulta tan desagradable para quienes no pertenecen a dicho territorio, ofreciéndose un espectáculo pirotécnico en el que millones de proyectiles vienen y van sin ningún tipo de sentido; la ciencia ficción se reduce al empleo del ordenador para confabular una amenaza suprema propia de cualquier cinta comercial que se precie en la que el responsable abandona toda participación en dicho apartado delegándolo en el aprendiz de turno que, inexperto en semejantes lares, busca en los efectos especiales el éxito, no cerciorándose de que brujas, antorchas humanas, maleantes, cocodrilos, sicarios, maleantes, payasos, acróbatas, yakuzas y demás pintorescos villanos no tienen por qué confeccionar una combinación funcional por el mero hecho de compartir escena sin fundamento alguno, siendo ejemplo de ello las incursiones del Slipknot de Adam Beach, el Boomerang de Jai Courtney y la Katana de Karen Fukuhara, tres indefendibles casos de aparacer sin más; el Deadshot de Will Smith, quien no actúa sino desfila por la pantalla para lucir consentida alopecia con una actitud supuestamente interpretativa que predomina en su carrera e imposibilita, en la presente ocasión y pese a gozar de cuantioso protagonismo, juzgar su entrega y versatilidad.
Daniel Espinosa
Parpadea dos veces (Zoë Kravitz, 2024)
Ficha técnica
Título original: Blink twice Año: 2024 Nacionalidad: EEUU Duración: 104 min. Género: Drama, Suspense Director: Zoë Kravitz Guión: E.T.Feigenbaum y Zoë Kravitz Reparto: Naomi Ackie, Channing Tatum, Adria Arjona, Christian Slater, Geena Davis, Simon Rex, Haley Osment, Kyle Lachlan y Alia Shawkat
Sinopsis
Un magnate de la tecnología que conoce a una camarera en una gala de recaudación de fondos la invita de vacaciones a su isla privada...
Valoración
Lo mejor: la metáfora del denominado me too (término vinculado al movimiento iniciado de forma viral como hashtag en las redes sociales para denunciar agresiones sexuales) a la que indirectamente alude la actriz reconvertida en directora para la ocasión abruma, conteniendo algunas microescenas verdaderamente cruentas; el elenco (repleto de rostros conocidos del celuloide) borda su cometido, transitando los diferentes cometidos desde empatizar hasta detestar entre muchas otras emociones que se logran transmitir con enorme talento; el desenlace (o mejor expresado la media hora que lo antecede) se traduce en un visceral festín de vengativas atrocidades bajo el lema no existe el perdón solo el olvido, anunciándose con antelación pero consumándose únicamente en ese tramo sin ningún tipo de censura.
Lo peor: la indefinición narrativa hasta superado el ecuador (cuando comienza a vislumbrarse la realidad intrínseca en tanto desmadre) desencanta sin remedio, provocando que uno se cuestione si la sardónica alegoría sobre la que pivota el cuanto menos curioso guión debe asimilarse con la seriedad que esta merece; el exagerado abanderamiento del feminismo (extremismo sin duda loable pero deleznable de emplearse tan vagamente como aquí se hace) suscita reparo, al igual que el recurso de la serpiente o el perfume por sendas ambigüedades argumentales; el edonismo en el que desemboca la historia (tras ofrecer un sinfín de momentos divertidos aunque absurdos sin otro cometido que alargar la duración del metraje) despierta recelo, tornándose la aparentemente entusiasta sátira en objetiva trivialidad.
Daniel Espinosa
Resident evil: Bienvenidos a Raccoon City (Johannes Roberts, 2021)
Ficha técnica
Título original: Resident evil: Welcome to Raccoon City Año: 2021 Nacionalidad: Canadá Duración: 107 min. Género: Suspense, Terror Director: Johannes Roberts Guión: Johannes Roberts Reparto: Kaya Scodelario, Hannah Kamen, Robbie Amell, Tom Hopper, Avan Jogia, Donal Logue, Neal Donough, Chad Rook y Marina Mazepa
Sinopsis
La que fue una gran ciudad se ha convertido en un pueblo casi extinto por el éxodo abanderado por la farmacéutica que la tornó referencial...
Valoración
Lo mejor: la escenografía (los detalles arquitectónicos maravillan sin remedio) resulta apabullante, recreándose los lugares más emblemáticos de las entregas de la archiconocida franquicia en la que se inspira la película de manera magistral apreciándose en sentido tributo aquí patentado; la secuencia del mechero (conviene evitar incidir en ello para mantener intacto el factor sorpresa) se traduce en la más gratificante de la velada, captando la esencia original de forma sublime; el cúmulo de referencias a los dos títulos inaugurales de la saga (con alguna que otra licencia de varios posteriores e incluso inéditos) colmará de satisfacción a los acérrimos seguidores de la misma, basándose el metraje en ellas combinando hechos de ambas prácticamente en paralelo hasta que confluyen con bastante sentido.
Lo peor: el parecido (tanto físico como actitudinal) de los personajes del filme respecto a los de los videojuegos es casi ofensivo, tratando de hacer uso de la inclusión para ridiculizarlos al escasear la adecuación; la introducción de efectos digitales (la dichosa costumbre de emplearlos sin necesidad real vuelve a atisbarse) merma en gran medida las excelentes sensaciones que despiertan los artesanales, funcionando no obstante en los enemigos de mayores dimensiones; la promesa de producir una continuación (el desenlace junto a la escena intracréditos finales lo corroboran e indudablemente) se antoja altamente peligroso, pues el tono de la presente línea apenas encandilará a quienes permitan ampliar el universo que ocupa con subtramas que humanizan en demasía a los múltiples protagonistas.
Daniel Espinosa
ANTERIORMENTE...
Abbott y Costello contra los fantasmas (Charles Barton, 1948)
Ficha técnica
Título original: Abbott and Costello meet Frankenstein
Año: 1948
País: EEUU
Duración: 84 min.
Género: Comedia, Terror
Director: Charles Barton
Guión: Robert Lees, Frederic Rinaldo y John Grant
Reparto: Bud Abbott, Lou Costello, Lon Chaney Jr, Bela Lugosi, Glenn Strange, Lenore Aubert y Jane Randolph
Sinopsis
Los cuerpos del Conde Drácula y del monstruo de Frankenstein viajan a los Estados Unidos desde Londres para ser exhibidos en un museo de terror; Chick y Wilbur son los desastrosos transportistas encargados de llevarlos hasta allí, pero esa noche las temibles criaturas vuelven a la vida.
Crítica
Con motivo del centenario de la productiva Universal Pictures ésta ofrece la reposición, en una excelente alta definición visual y remasterización sonora que brinda la oportunidad de apreciar todavía más cada textura y todos los detalles que derrocha el filme, de la entrañablemente terrorífica Abbott y Costello contra los fantasmas de Charles Barton, protagonizada por el mítico dúo cómico que da nombre al título; con este gran clásico, la fructífera y prestigiosa compañía pretende realizar un homenaje a la época dorada del género, en la que cintas de semejante índole marcaron a varias generaciones de espectadores y cineastas, siendo ésta una de las comedias englobadas en el género fantástico y de terror más divertidas de todos los tiempos, cuya huella permanece en el cine fantástico contemporáneo y ha influido en multitud de obras de directores como Tim Burton, Mel Brooks y Roman Polanski, suponiendo todo un recurrente referente tan servible como genuino, sacrificando gran parte del horror caótico que pudiera haberse recogido en virtud de una pantomima sumamente inverosímil.
Chick Young (Bud Abbott, elegante y pletórico en su serio papel) y Wilbur Grey (Lou Costello, formidablemente gracioso aunque demasiado exagerado en muchos compases) son dos desastrosos empleados del servicio de transporte de Londres, los cuales reciben la llamada de un tal Larry Talbot (Lon Chaney Jr., todo un mito haciendo alarde de su mejor papel, el de hombre lobo), el cual les informa acerca de un envío procedente de Estados Unidos consistente en dos ataúdes que albergan los cuerpos del Conde Drácula (Bela Lugosi, estremecedora su presencia y formidable su labor) y del monstruo de Frankenstein (Glenn Strange, indudable su pausado talento si bien es cierto que llega a desesperar), advirtiéndoles de que nadie debe llevárselos del lugar hasta su llegada debido a la alta peligrosidad de ello.
Sin embargo, hacen caso omiso al certero aviso y entregan servicialmente la mercancía al propietario del Museo del Terror, desconociendo las intenciones de éste y el propósito del resucitado Conde Drácula, que no es otro que el de encontrar un fraudulento cerebro para solventar el problema del actual Frankenstein y que se convierta en un súbdito totalmente servicial carente de empatía (el de Wilbur parece ser el ideal, pues no presenta síntoma alguno de lógica mental); Larry viajará a territorio estadounidense para encargarse personalmente de la aniquilación de las dos criaturas, aunque la presencia de la doctora Sandra Mornay (Lenore Aubert, intrigante a la par que apreciable), teóricamente enamorada de Wilbur aunque realmente su objetivo diste mucho de una conquista sentimental, y Joan Raym (Jane Randolph, encantadora a pesar de evolucionar negativamente en la trama), así como la naturaleza salvaje del propio Larry, no facilitarán la tarea, complicada todavía más por la presencia de los mencionados Chick y Wilbur y sus erróneas e incomprensibles (pero cómicas) acciones.
El modo de plasmar la historia y las parcialmente inconexas peripecias de los dos protagonistas por parte de Charles Barton resulta tan cautivador como acertado, a pesar de presentar algún que otro error de montaje (en especial en las metamorfosis de los monstruos) y varias escenas perfectamente prescindibles; actores, argumento y tenebrosidad forman un triángulo ecuánime que si bien es cierto que supone una opción inmejorable de viajar al pasado y disfrutar de una de los trabajos más laureados y surrealistas del género cómico de terror no lo es menos que podrían haberse aprovechado ciertas características secundarias, tales como la sobrecogedora atmósfera y las impertinentes ocurrencias de los personajes, pues están presentes en la película en todo momento pero no brillan tanto como pudieran haberlo hecho de elaborarse más.
Cabe recordar que Bud Abbott y Lou Costello formaron el dúo cómico más famoso de los años cuarenta y cincuenta, triunfando en el teatro, la radio y la televisión, protagonizando más de treinta películas siendo considerada su mejor obra conjunta Abbott y Costello contra los fantasmas al protagonizar una entrañable aventura fantástica acompañados de los míticos monstruos del estudio, interpretados por tres de sus grandes estrellas, Bela Lugosi (Drácula), Lon Chaney Jr. (el Hombre lobo) y Glenn Strange (Frankenstein), e incluso el Hombre invisible hace acto de presencia en los compases finales; juntos, con esta cinta, culminan una etapa en la que dominaron las taquillas durante más de una década, legando imágenes inolvidables a la historia del cine y al imaginario colectivo que en la actualidad pueden parecer (cuanto menos se antoja comprensiblemente) un tanto inocentes y simples (suscitación implicada por el indiscutible cambio cultural que obviamente ha padecido a lo largo de los años la sociedad, habiendo transcurrido desde su estreno más de sesenta años y un sinfín de novedades cinéfilas que desvirtúan por completo el concepto originario del metraje, basado en la más satírica unión de las más populares criaturas de la citada Universal Pictures y la característica complicidad de la dupla protagonista).
Daniel Espinosa
The returned (Manuel Carballo, 2013)
Ficha técnica
Título original: Retornados
Año: 2013
Nacionalidad: España
Duración: 98 min.
Género: Suspense, Terror
Director: Manuel Carballo
Guión: Hatem Khraiche
Reparto: Emily Hampshire, Kris Holden, Shawn Doyle, Claudia Bassols, Emily Alatalo, Paulino Nunes, Melina Matthews y Stephen Chambers
Sinopsis
Kate trabaja en una unidad de investigación intentando encontrar urgentemente una vacuna definitiva que impida que la epidemia que asola el mundo se expanda; el caos se desata cuando el gobierno anuncia la escasez de la proteína y la paralización de las investigaciones, obligando a todos los infectados a ingresar en un centro militar.
Crítica
Los zombies (o infectados, según el caso) han protagonizado infinidad de películas y el público no va a librarse de ver unas cuantas más a lo largo de las próximas temporadas, siendo tantas que hay para todos los gustos, desde grandes cintas hasta bodrios tan lamentables que cuesta entender su existencia, acercándose mucho más al primer nivel que al segundo The returned, uno de esos títulos al que se debe conceder una oportunidad de manera obligada aun sabiendo de antemano que no dejará excesivo buen sabor de boca, pues aunque no contraiga demasiadas novedades con respecto a otros de idéntica índole la carencia de excentricidades suplida por asumibles motivaciones sobrecoge e incluso entusiasma en algunos compases; no obstante, la importante mediocridad que prima durante toda la trama unida al incoherente desenlace (tratar de tildar de lección vital algo que apenas se ha alejado de los convencionalismos más aborrecibles no convence para nada aun plasmándose diferentemente la ya sabida caprichosa formalidad de un destino no cambiante por más que se opte una opción u otra dentro del diverso abanico de las mismas) hace que no se pueda captar más que como una producción medianamente entretenida y poco más, siendo más conveniente disfrutar de cualquiera de las tres temporadas de la fantástica y exitosa serie televisiva The walking dead.
El mundo (y el género en sí mismo) ha cambiado y ahora los infectados por un devastador virus que se transmite directamente (como no podía ser de otro modo, sorprendiendo negativamente que no sea así con la saliva) y que les convierte en zombies, antaño pacientes sin posibilidad de mejora, están bajo control catalogados como retornados al mantener a raya su sed de sangre gracias a la administración en sus cuerpos de un tratamiento diario (exactamente cada veinticuatro horas) que les da esperanzas para mantener una vida normal mientras esperan la cura definitiva (es aquí donde el argumento plantea ciertas inventivas al dotar de una ilusionante estabilidad a quienes en otros casos estarían sentenciados sin concesiones, pero éstas van contradiciéndose entre sí hasta tener lugar la anulación total de las mismas), pudiendo causar la ausencia de la pertinente inyección la muerte del individuo e incluso propagar la enfermedad entre los que se encuentran a su alrededor; los rumores suscitados a raíz de un anuncio del gobierno (cómo no la política tenía que estar involucrada en el asunto) acerca de que los internos del hospital más importante de la ciudad serán trasladados a otro lugar, provocan que Clara (Emily Hampshire, el dramatismo que simula padecer es más que convincente), integrante del personal de la Unidad de Rertornados (curiosa y reveladora nomenclatura la del departamento en cuestión) que trabaja de enfermera en el área de cuidados manteniendo una relación que trasciende lo profesional con uno de ellos, Álex (Kris Holden, pausado en algunas ocasiones y frenético en otras borda el complicado cometido que le ha sido encomendado), decide escapar con éste (de hecho se trata de su esposo) y, sin temor a represalias, apoderándose de todas las dosis para poder medicar a su marido como lo requiere la complicada situación (algunos comportamientos ante semejante quilombo se indigestan, como que alguien se haga con el bien más preciado y lo anuncie a los cuatro vientos pareciendo querer buscarse peligrosas complicaciones).
Cuando parece que el matrimonio podrá realizar la huida con éxito después de que un grupo violento de la sociedad que no acepta a aquellos que ellos consideran anormales irrumpiera en el lugar con el propósito de demostrar que puede extinguirse de raíz la otra especie (considerarla como tal al abundar tanto como la supuestamente sana, ideología errónea al consumir ésta multitud de productos y protagonizar actos indecentes con asiduidad que lastiman gradualmente sus teóricamente fortalecidos organismos) convirtiendo el percal en una sanguinaria carnicería en cualquier momento al encontrar cobijo en sus mejores amigos, todo se complica sobremanera al ser traicionados por sus anfitriones; llevados por el miedo y la ira (tal vez quepa señalar para entender mejor el caos generado y el devenir de la trama, así como el desacato de las órdenes por el que algunos han optado, que el comunicado gubernamental incluía la obligación de ingresar a todos los afectados en un centro militar de alta seguridad), la consolidada pareja tratará de encontrar una solución a la escasez del antídoto en una carrera a contrarreloj que les obliga a luchar por sobrevivir cuando las horas para convertirse en un muerto viviente están contadas para el cónyuge masculino al temer que la necesaria inyección proteínica (el principal componente del remedio es éste) a tiempo para impedir su transformación y, posiblemente, hacer que la epidemia se expanda ante la paralización definitiva de las investigaciones precisas para erradicarla.
Los dos posibles escenarios que suelen plantearse en producciones de semejante índole (el inicio de una epidemia y la aparición del primer muerto viviente o la situación directa de un panorama apocalíptico en el que los humanos sobreviven como buenamente pueden) se obvian para proponer una suculenta variación de este esquema tristemente aprovechada en la que el brote queda fiscalizado gracias a una vacuna permitiendo a aquellos que han sido infectados llevar una vida normal siempre y cuando no se descuide su medicación diaria; con este planteamiento el autor edifica un rico contexto escasamente exprimido definiendo las problemáticas de una sociedad aterrada por un virus que no entienden y que les enfrenta con alteridad desplazando el horror al drama y al thriller, equilibrando mínimamente la balanza entre la magnitud del conflicto que está explicando y los efectos de aquello que tiene relación con la joven pareja protagonista, la cual suscita una fuerte empatía al verse afectada por un discurso crítico que pone el punto de mira en el miedo por lo desconocido, así como en los recortes económicos que aniquilan la investigación tanto científica como médica.
Todas las películas que ha realizado Manuel Carballo (tres con la presente) están relacionadas de una u otra manera con la muerte, en El último justo los elegidos por el todopoderoso eran asesinados excepto el último del que también se quería deshacer el ser divino, en La posesión de Emma Evans una joven era objeto de un exorcismo al estar poseída por un espíritu y en esta ocasión de manera expresa siendo los protagonistas son muertos vivientes que siguen un tratamiento con el fin de evitar su apetito, por decirlo de un modo elegante sin recurrir a términos caníbales, carnal, aunque se haga tan sutilmente que nadie podría percatarse de que así es de no ser por la sinopsis oficial; la producción de Julio Fernández para Filmax en colaboración con la canadiense Ramaco media (curiosamente el rodaje se efectuó en su totalidad exclusivamente en el segundo de los países, específicamente en Toronto y Sudbury) propone una nueva visión del universo zombie dando una vuelta de tuerca a uno de los géneros más en auge en los últimos años, gracias en gran medida a un estupendo guión (firmado por el salmantino Hatem Khraiche, responsable del de La cara oculta) que naufraga al embarcarse en un viaje que bien puede significar un hundimiento (argumental) nefasto al no guardar en todo momento una lógica aplastante acogida, eso sí, con mucho temor al sentirse próximo el percal en cuestión, cuasi arraigada en el interior esperando a que circunstancias extremas propicien su corporeidad sentimental, por lo que se antoja más lastimoso si cabe el desarrollo de tan potente premisa.
Daniel Espinosa
Vile (Taylor Sheridan, 2012)
Ficha técnica
Título original: Vile
Año: 2012
Nacionalidad: EEUU
Duración: 86 min.
Género: Drama, Suspense
Director: Taylor Sheridan
Guión: Eric Beck y Rob Kowsaluk
Reparto: Eric Beck, April Matson, Akeem Smith, Greg Cipes, Maya Hazen, Elisha Skorman, Heidi Mueller, Rob Kirkland, Ian Bohen, Stefanie Barboza, Maria Olsen, McKenzie Westmore, Maynard James, Mark Hengst, Keiron Elliot, Artie Baxter, Celidh Reed y Kyle Wasserman
Sinopsis
Un grupo se despierta en el interior de una casa sin escapatoria; la única salida que tienen es generar un componente químico creado por el cuerpo humano cuando experimenta dolor... grandes cantidades de dolor.
Crítica
“Al fin una más que digna heredera de Saw”, pensarían muchos al ver los primeros adelantos de Vile, la que se definiera desde sus orígenes (y de hecho claras muestras de ello se recogen en el propio filme) como una seria alternativa americana a la estupenda Frontier(s) (producción que formó parte de la oleada de exquisitas obras de terror francés con trasfondo concienciador encabezadas por la magistral Martyrs) pero, sin embargo, a pesar de contener ocurrencias loables (intensificadas por la primorosa banda sonora) y escenarios claustrofóbicos como pocos (las puertas y ventanas tapiadas transmiten una sensación de agobio mayúscula), todo se reduce, una vez comprobado el resultado (los dos primeros tercios desconciertan debidamente), a la tríada se acontecimientos clásicas (planteamiento, confrontación y resolución) no llevada tan siquiera al extremo (con ello se habrían copado las expectativas suscitadas a raíz de una campaña promocional reducida pero muy efectiva), una estructura aristotélica (emplear términos considerados por muchos intelectuales a pesar de ser estándares nunca está de más) que no termina de lograr la ansiada tensión que por su misma concepción se la debe atribuir, aun consiguiendo alcanzar un nivel medio (puede que incluso alto en determinados compases) de corrección en su conjunto, pudiendo haber sido mucho mejor en todos los aspectos.
El uso, a modo de desordenada congregación, de múltiples componentes de otros trabajos de semejante índole que propone Taylor Sheridan en este su debut tras las cámaras (como actor ha participado en numerosas series televisivas) resulta algo prolijo para los amantes del género, y es que se da la carnicería que en un principio se promete pero en ínfimas dosis, cuasi nulas si a lo que uno se refiere es al sentido explícito del vocablo, pues la brutalidad que en la inspiradora saga del actualmente popular James Wan se daba aquí apenas se atisba en acciones mundanas (en lugar de complejas herramientas se hace uso de alicates, clavos, manivelas, planchas, rayadores, tenazas y ollas, entre otros utensilios caseros, lo cual denota más que un ajustado presupuesto una grave falta de originalidad) y, lo que es peor, la progresiva angustia que al inicio se vislumbra se convierte tempranamente en contentadora e insatisfactoria recurrencia argumental (el contenido, sumamente básico, impide que se convierta en una obra decente en la línea de Exam) desembocando en previsibilidad muy pronta e indeseablemente.
Dos parejas amigas (curiosamente la historia no parte de un desconcertante despertar sin más sino que el mismo es originado previa presentación de las desafortunadas víctimas tras comentar entre ellas sus respectivas fobias) que disfrutan de una desenfadada escapada prestan auxilio a una necesitada extraña (o como ellos mismos la denominan no sin razón, una acechadora desconocida) que les solicita ayuda al haberse quedado sin combustible, transportándola hasta el lugar en el que su coche se ha quedado sin gasolina; haciendo valer su declaración de ser una experta diseñadora de perfumes les promete proporcionar unas muestras, pero cuando vuelve al coche del cuarteto no lleva frascos sino una bombona que alberga un potente gas con el cual les rocía y adormece hasta que pierden la conciencia, siendo lo próximo que descubren, una vez recobran el conocimiento, que comparten idéntica suerte con otras cinco personas, la de encontrarse en una casa reforzada con placas de acero (para impedir intentos de forzamientos varios) con cámaras de seguridad en cada habitación para controlar cada movimiento que efectúen y observar cómo la negativa de tortura se convierte en inviable aceptación por turnos de la misma según el azar decida (un sorteo es el método de elección que pactan unánimemente).
La mencionada colaboración es precisada porque un vídeo les anuncia constantemente que disponen de las veintidós horas que marca un reloj (electrónico, lo cual supone una novedad mínima pero destacable) de cuenta regresiva para, haciendo uso del dispositivo que tienen instalado en la cabeza (con una pequeña botella y un sensor de vitalidad), llenar el contador que les indica la cantidad de fluidos que les es exigida, productos químicos que fabrica el cerebro exclusivamente cuando el cuerpo sufre terribles dolores; la única oportunidad que tienen de salvarse es asumir la empresa (a lo cual proceden sin tan siquiera conocer las consecuencias de oponerse) cediendo con resignación a la cruenta solicitud asumiendo el control, tratando de ser tan benevolentes como las circunstancias les permitan, pero cuando la desconfianza (y la correspondiente sucesión de fatales traiciones e incombustibles venganzas) se torna más poderosa que el raciocinio todo se complica, y es que, como bien afirmaba Mahatma Gandhi (y elocuentemente se cita al inicio del metraje), la raíz de la violencia es la ciencia sin humanidad...
En Vile parece que los protagonistas siempre van a ser incapaces de continuar con la inhumano tarea que les es encomendada pero lo hacen, envileciendo sus almas en busca de la propia salvación en correspondencia a una atractiva premisa bien rodada pero mal desarrollada, pues el suplicio como algo cotidiano de lo que uno no puede escapar se antoja demagogo e inoportuno en los tiempos que corren, rebajándose el tono ficcional de los asesinos a poco menos que una desternillante parodia si se juzgan la mayoría de actuaciones (precarias sino patéticas), siendo mucho más crudo el diseño que el resultado final, a partir del cual el director ha pretendido distanciarse de otras cintas de idéntica temática de manera errática (el guión, obra de Eric Beck, uno de los actores principales del reparto, es el gran causante de ello), sumándose de este modo a un listado de desilusiones cinematográficas que se ve incrementado constantemente con títulos como éste, largometrajes que tratan valientemente de diferenciarse del resto pero lejos de aterrar debidamente horrorizan, y no por el acierto de infundir miedo sino por la sensación de haber visionado más de lo mismo y, siendo tal vez un tanto desmesurado, peor de lo que se ofrece habitualmente pero mayormente entretenido y medianamente salvable.