Día 10 (Sitges Film Festival 2025) 24-08-2025 03:18 (UTC)
   
 

Eliminado
(Levan Gabriadze, 2015)







Ficha técnica


Título original:
Unfriended
Año:
2015
Nacionalidad:
EEUU
Duración:
76 min.
Género:
Suspense, Terror
Director:
Levan Gabriadze

Guión:
Nelson Greaves
Reparto:
Cal Barnes, Matthew Bohrer, Courtney Halverson, Shelley Hennig, Renee Olstead, Will Peltz, Mickey River y Heather Sossaman



Sinopsis


Mientras conversan a través de sus ordenadores, seis amigos reciben un mensaje de una joven estudiante que se suicidó un año antes tras ser humillada en internet; al principio piensan que es una broma, hasta que un misterioso desconocido comienza a revelar sus secretos más íntimos...



Valoración


Lo mejor
: el guión, pese a no resultar tan original como podría figurarse y comprometer en varios compases el producto con alegatos artificiales e irracionales como atribuir a fantasmagóricas entidades los suicidios que acontecen a través de la posesión de los cuerpos de las víctimas, se sostiene decentemente conectando a un coral grupo de amigos con una icónica amenaza, un punto de partida genérico pero acertado; la repercusión que puede llegar a cobrar una corriente abusiva, en esta ocasión la desgraciadamente común entre los jóvenes actividad del acoso cibernético, resta reflejada exagerada e ilustrativamente, predominando el segundo adjetivo al convertirse en el hilo conductor de la cinta; la tensión que los paupérrimos medios destinados a la ejecución de la obra, cuyo presupuesto apenas alcanza el millón de dólares, es realmente admirable, hito logrado desde la figura del temible antagonista anónimo y sus sádicos juegos hasta la selección de las idóneas piezas musicales y sus visionarios mensajes recurriendo a un mísero elenco de actores que convencen con crecen durante los setenta y seis minutos.


Lo peor
: la técnica empleada para narrar la truculenta historia, valiéndose exclusivamente de cámaras integradas en diferentes ordenadores con sus respectivas grabaciones en directo recreadas en un único terminal, no agradará a gran parte del público, especialmente a aquellos sectores poco familiarizados con las nuevas tecnologías por los mínimos conocimientos exigidos para ya no disfrutarla sino comprenderla; la calidad de a imagen, muy en sintonía con el anterior aspecto señalado, confunde e hipnotiza a partes iguales, siendo la precariedad de la misma indiscutiblemente alta y, por ende, iniciadora de discusiones acerca de la nobleza de estrenar la producción en salas comerciales; la cantidad de texto mostrado en pantalla es, en algunos momentos, descabelladamente densa, siendo muy interesante el contenido si se lee con atención y pausa, no pudiéndose hacer con detenimiento e infravalorándose como consecuencia el gran laborío de traducirlo al español del inglés original.



Daniel Espinosa




Nosferatu
(Robert Eggers, 2024)






Ficha técnica

Título original: Nosferatu
Año: 2024
Nacionalidad: EEUU
Duración: 132 min.
Género: Fantástico, Suspense
Director: Robert Eggers
Guión: Robert Eggers
Reparto: Lily Depp, Bill Skarsgard, Nicholas Hoult, Aaron Taylor, Willem Dafoe, Emma Corrin, Simon Burney, Ralph Ineson, Stacy Thunes, Adéla Hesová, Milena Konstantinova, Gregory Gudgeon y Paul Mayna


Sinopsis

La obsesión de una joven hechizada hacia un aterrador vampiro encaprichado de ella causa unas indescriptibles tragedias a su paso...


Valoración

Lo mejor: la cantidad de matices que alberga la obra justifica visionarla varias ocasiones, aproximándose a una exposición teatral en la que la ausencia de color resulta tan importante como la plasmación del mismo con recursos puramente artesanales que inquietan e hipnotizan por igual; la decadencia de la época en la que transcurren los sucesos se recoge maravillosamente, helando la sangre tanto las adversidades documentadas como las ocurrencias propias de la novela original; la reconversión del clásico relato congratulará a quienes busquen una alejada de tipicismos, consagrando al director como uno de los más singulares del séptimo arte siempre fiel a su característico estilo antojándose una joya fílmica de incalculable valor digna de recordarse.

Lo peor: la premura con la que se plasma explícitamente a la criatura que ejerce de antagonista decepciona sobremanera, habiendo generando mayor impacto demorar dicha exhibición hasta prácticamente el desenlace ya que tampoco tiene sentido tanta premura; la macabra poesía narrativa a la que alude la gloriosa fotografía apenas se acompaña con argumentos históricos, excediéndose en licencias que poco o nada tienen de realista en el panorama gótico que ocupa; el romanticismo al que deriva la trama puede suscitar recelo entre los menos propensos a dicho género, abundando las situaciones en las que el sentimentalismo ningunea al terror psicológico contemplado como vil e intransigente telón de fondo.



Daniel Espinosa




The revenant
(Alejandro González, 2015)






Ficha técnica

Título original: Nosferatu
Año: 2015
Nacionalidad: EEUU
Duración: 156 min.
Género: Drama, Suspense
Director: Alejandro González
Guión: Alejandro González y Mark Smith
Reparto: Lenoardo DiCaprio, Tom Hardy, Domhnall Gleeson, Will Poulter, Forrest Goodluck, Paul Anderson, Kristofer Joner, Joshua Burge, Duane Howard, Melaw Nakehkorem y Christopher Rosamond


Sinopsis

Un explorador que participa junto a su hijo mestizo en una expedición de tramperos que recolecta pieles resulta gravemente herido por el ataque de un oso siendo abandonado por integrantes de su equipo...


Valoración

Lo mejor: el epicismo de varias escenas transmite tanta adrenalina al espectador que incluso días después se recuerdan fielmente, en especial aquellas que abarcan decenas de minutos en plano secuencia; el sufrimiento de los personajes principales se transmite maravillosamente, sobre todo recurriendo a unos primeros planos que captan la soberbia labor interpretativa del elenco; el prodigio técnico del que hace gala el director merece elogios a raudales, demostrando que en territorio español existen autores con mayúsculo e innato talento.

Lo peor: la insana cantidad de adversidades que supera el protagonista suscita recelo en cuanto a credibilidad, pues sobrevivir a según qué situaciones con relativa facilidad sin apenas poder moverse escapa a toda lógica; el radical ejercicio de conmoción al que se insta requiere predispocisión subjetiva, tornándose muy desagradable la experiencia de mantener una postura contraria por su énfasis; el trasfondo bélico se diluye hasta desembocar en una historia de superación personal, ahondando en temas un tanto intrascendentales para el mensaje final.



Daniel Espinosa




The signal
(William Eubank, 2014)

The Signal




Ficha técnica


Título original:
The signal
Año:
2014
Nacionalidad:
EEUU
Duración:
91 min.
Género:
Ciencia ficción, Drama
Director:
William Eubank
Guión:
Carlyle Eubank, David Frigerio y William Eubank
Reparto:
Beau Knapp, Brenton Thwaites, Olivia Cooke, Lin Shaye, Laurence Fishburne, Patrick Davidson, Robert Longstreet y Roy Kenny


Sinopsis


Tres estudiantes desaparecen sin dejar rastro; lo último que se conoce de ellos es que estaban siguiendo la pista de un hacker informático...



Crítica


William Eubank
, quien ya firmara tres temporadas atrás el filme de corte futurista Love, sospechosa similar al que ocupa (el acento dramático estaba mucho más presente en la anterior pero la sinopsis oficial, “tras perder contacto con la Tierra, un astronauta se encuentra perdido y sólo en una estación espacial internacional, el tiempo pasa y se ve forzado a sobrevivir, intentando mantener la cordura, pues su mundo se basa en una experiencia solitaria y claustrofóbica, al menos, hasta que hace un extraño descubrimiento en la nave”, reafirma la sentencia, siendo las opiniones vertidas sobre aquella y ésta curiosamente también parecidas, no superando la nota media atribuida por parte de espectadores comunes y críticos experimentados a una y otra el cinco en una escala del cero al diez), dirige y coescribe (junto a Carlyle Eubank y David Frigerio, siendo seis manos no complementarias sino conflictivas entre sí ateniendo al sencillo pero inconcluso guión) The signal; la cinta, que ciertamente aparenta haber contado con más presupuesto del dispuesto (algo menos de cuatro millones de dólares, insuficiente alegato para defenderla a ultranza pero qué duda cabe que el preciosismo tecnológico), danza con el ocultamiento de parte de la trama para estimular el interés sobre qué les está sucediendo a los protagonistas avanzando, como si de un cuento de hadas se tratase, dejando pequeñas pistas (en este caso es la ausencia de ellas la que dibuja el camino) que guían al espectador a través de la consecución de escenas manidas, adjetivo que pudiera citarse positivamente de tratarse de una historia escrita miles de veces pero contada de forma original pero no es el caso.

Con un rodaje mejicano (concretamente en las zonas Albuquerque, Los Lunas y Taos) compresor de más de un año sumamente exigente (a pesar de abarcar una temporalidad tan amplia la mayoría de situaciones fueron grabadas en intervalos de dos días para aprovechar al máximo los recursos naturales pensando en la apariencia que tendrían en el montaje posterior en aras de que fuera lo más respetuoso posible en cuanto a compartición de particularidades se refiere), la excelsa fotografía de David Lanzenberg consigue hipnotizar hasta que uno se percata de que el frívolo brillo está tratando de compensar la coherencia narrativa, escasa sino nula, conformándose un rompecabezas pulcramente ejecutado (los efectos especiales son deleitosos e ingeniosos pero se antojan mal seleccionados al congregarse en el último cuarto) cuyo apartado musical de Nima Fakhrara (algunos temas son poco menos que una variante sonora de las composiciones de la franquicia fílmica Resident evil) es el mejor ejemplo de la pobre inventiva de la que hace gala la obra; los exiguos noventa minutos de duración se tornan un visionado ameno pero vacío, pues los pensamientos podrían haberse comprimido hasta reducir la extensión a un cortometraje convencional sin que los tres actos se dividieran tan bruscamente, siendo diferentes hasta el punto de no apreciarse un trabajo abstracto sino sencillamente improvisado, luciendo notablemente hasta que todo se vuelve ridículo y sinsentido, dejando la boca abierta pero no por asombro sino por incredulidad, y es que resulta intrigante hasta que uno se percata de que la trama no avanza sino que entra en un bucle de ocultismo sin responder apenas a las innumerables (varias existenciales) cuestiones planteadas.


Tres inseparables amigos, Jonah (Beau Knapp, cuya encarnación del típico cerebrito sabelotodo lo hace aborrecible), Nic (Brenton Thwaites, el cual afronta acepta con más torpeza ficticia que actoral la enorme responsabilidad de que gran parte del peso del filme recaiga sobre él) y Haley (Olivia Cooke, reconocida a raíz de su labor en la inquietante serie televisiva Bates motel que demuestra estar dotada del poder de convicción a pesar del apenas fugaz y secundario papel que asume), éstos dos últimos compañeros sentimentales, acostumbrados a realizar todo tipo de actividades juntos (correr por la montaña, viajar en coche, visitar parques acuáticos...) e intercambiar los raciocinios de su intelecto considerablemente superior a la media (no española sino internacional, pues de referirse al nivel patrio no sería cuantiosa sino insultante la diferencia) comienzan a interactuar, mediante correos electrónicos y chats en vivo, con un desconocido; las conversaciones que mantienen con el enigmático cibernauta de pseudónimo Nomad les hace sospechar que es un experto en introducirse en los ordenadores ajenos para manipularlos a su antojo (incluso es capaz de controlar las cámaras de seguridad vial), concluyendo el encuentro casual (o tal vez no tanto) por la red en un exhaustivo rastreo de su señal (he aquí la razón del título) por la ambición de saber más y, a la postre, con un determinante episodio físico en medio del desierto (tal vez convenga especificar que se encuentran en un largo trayecto desde la costa este hacia tierras californianas) en el que sus respectivas existencias cambiarán irremediablemente para siempre.


La ominosa reunión con el citado contacto provoca que los alumnos de envidiable expediente académico (el tipo de personas que entienden como graciosos comentarios del estilo “Android se ha hecho cargo de las conexiones eléctricas”) permanezcan sin conocimiento un tiempo indeterminado hasta que despiertan en unas instalaciones secretas gobernadas por el doctor Wallace Damon (Laurence Fishburn, seleccionado para convertirse instantáneamente en uno de los atractivos fundamentales al vinculársele con su imponente interpretación en la saga Matrix que, algo desdibujado al encarnar a un individuo apático hasta la médula, suma a su trayectoria otra irrelevante aparición en la gran pantalla), quien les expone la naturaleza de lo ocurrido, así como un breve por qué de su confinamiento en tan custodiado lugar (según la información limitada proporcionada han estado en contacto con un EBE, cuya traducción española sería Entidad Biológica Extraterrestre, y que la posibilidad de contaminación alienígena es muy real); sus esfuerzos se centrarán a partir de entonces en descubrir la manera de escapar de la base científica en la que permanecen como sujetos objeto de estudio trazando una delgada línea entre lo tangible y lo inconcebible, haciéndolo mediante la observación global (relojes de pared, conductos de ventilación, códigos de secuencias...), pues la automatización y escrupulosa rutina que siguen los trabajadores invitan a ello (no es conveniente añadir nada más a fin de no desvelar el poco encanto percibido y adelantar estelas de la resolución, asombrosa e indebida).


Alguien apodado “WEF” publicó una reseña en cierta página en la que planteaba la duda de qué es la señal más allá de sus efectos, llegando a la conclusión de que no es más que un artificial reclamo para aquellos a quienes temáticas específicas (en el particular que ocupa la de la ciencia ficción) les resulta imposible de eludir y conceder una oportunidad y, ante tan elocuente exposición de ideas, no cabe más que rendirse ante la evidencia de que, en efecto, así es, traduciéndose The signal en una venta de humo sin precedentes, un metraje poco logrado disfrazado de pieza de culto en el que se alternan decorados (veinte minutos en exteriores, treinta y dos en el claustrofóbico centro de análisis microbiológicos y media hora más de nuevo en espacios abiertos) y virtudes (la breve aparición de Lin Shaye, uno de los rostros más representativos de las dos entregas de Insidious, como la religiosa recogedora de autoestopistas Mirabelle suma enteros) pero cuya imprevisibilidad conlleva detalles tan suprimibles como la especie de homenaje al más puro estilo Usain Bolt que se rinde a Forrest Gump y, algo más relevante desde una vertiente argumental, las prótesis que dotan a quienes las portan de extraordinarios poderes; cabría rememorar la importante lección literaria que versa sobre la necesidad de que una buena historia de misterio deba ser como las capas de una cebolla, pero de falsedad, capaces de convencer al espectador hasta que llega al núcleo de verdad tras hacerle dudar sobre la conveniente interpretación de lo expuesto, pero cuando las incoherencias abundan y el ensamblaje general es pecaminoso (la película se percibe insoportablemente pausada en un inicio e igualmente desmerecedora de congratulaciones en el resto, desesperando harmónicamente sobremanera al abusar de la cámara lenta en infinidad de compases sin tan siquiera justificarse dicho recurso, por mero lucimiento) la sabia sentencia no es aplicable y lo que resta es aconsejar que nadie se deje engañar ni engatusar por un material promocional hábilmente manipulado para generarse ilusiones.




Daniel Espinosa




Varsity blood
(Jake Helgren, 2014)







Ficha técnica

Título original:
Varsity blood
Año:
2014
Nacionalidad:
EEUU
Duración:
85 min.
Género:
Comedia, Terror
Director:
Jake Helgren
Guión:
Jake Helgren
Reparto:
Lexi Giovagnoli, Wesley Scott, Debbie Rochon, Natalie Peyton, Blair Jackson, Elyse Bigler, Melody Herron y Jessica Ferrari


Sinopsis


Un grupo alumnos se disponen a disfrutar de una gran fiesta de Halloween en una remota granja; en pleno desmadre, alguien vestido con el disfraz de la mascota del equipo de futbol inicia una masacre...


Crítica


Hubo un tiempo en el que los crímenes sinsentido no se limitaban a complementar la psicológica historia, frecuente tormentosa, de un determinado sujeto cuya desgracia consistía en presenciar cómo sus seres queridos morían a manos de un misterioso enmascarado descubriéndose finalmente que la identidad del malhechor se correspondía con la de alguien con el que el desgraciado protagonista tuvo un percance y decide cobrarse su particular represalia del modo más dañino que puede existir reservándose su verdadero objetivo para una última instancia normalmente frustrada, ya sea por el cuerpo de policía de la localidad en la que suceden los acontecimientos o por el propio afectado al asumir un rol de incauta heroicidad, sino que dichos maníacos acaparaban la intríngulis argumental de una película en su totalidad, exterminando para ver el mundo arder, sin miramientos ni piedad, a cuantos se cruzaran con ellos; en el que supone su primer largometraje (de corta duración dirigió en el dos mil seis una obra titulada Severed lives, ejerciendo en aquella y en ésta de fluido guionista y forzado productor, pudiendo ser la presente la que le brinde la oportunidad de que algún adinerado confíe en él para futuros proyectos, pues derrocha talento aun con el paupérrimo presupuesto del que ha dispuesto), Hake Helgren, texano compartidor de edad con la religiosa figura cristiana por excelencia (treintaitrés para aquellos que no sean devotos o simplemente la desconozcan), recupera esa memorable etapa cinematográfica homenajeándola con sumo acierto, sin pecar por ello de pretenciosidad sino denotando un gran sentido del espectáculo y aprovechamiento de los escasos medios con los que cuenta el independentismo cinéfilo, insinuando mucho y mostrando paulatinamente en un concepto de promesa vengativa aseguradora de una carnicer
ía.

A los alumnos (no es preciso mencionar la larga lista de actores, cuyos esculturales cuerpos contrarrestan con su nulo uso de la lógica, que conforman el reparto al aparecer todos ellos, por muy diferentes que sean sus personalidades para abarcar todo el abanico de típicas clases universitarias, con el único y simple designio de ser asesinados, sirviendo de justificación que en menos de tres minutos se nombran diez nombres y acaban sumándose otros tantos) del instituto Hogeye High lo único que les importa es que el equipo de futbol americano, los Warriors, se alcen con la victoria cada fin de semana, pero alguien infundido en el traje de la mascota (una especie de ancestro tribal armado con una afilada hacha y un infalible arco) se ha propuesto sembrar el caos en el centro actuando premeditada y salvajemente; en vísperas de la noche de Halloween, que se antoja la cita perfecta para que el enmascarado asesino actúe libremente sin levantar la menor sospecha, y todavía con el recuerdo de la muerte de una carismática atleta y la desaparición de un depresivo deportista de la temporada pasada (de éstos y otros sucesos se hace eco la prensa, mostrándose al inicio de la cinta varias publicaciones en referencia a ello), porristas y animadoras (sólo existen tales clasificaciones a las que pertenecer) organizan una parrillada en la hace tiempo abandonada granja Williamson, a las afueras de la ciudad.


El último partido se consume y todos, sin excepción, se disponen a acudir a la fiesta para celebrar tan señalada fecha pese a las incipientes advertencias de sus progenitores (el detalle no debe pasar desapercibido ateniendo a la relevancia que cobra a la postre) y, entre alcohol y otras drogas, efímeros problemas, sarcásticos comentarios, sangrientos degollamientos, dolorosos rechazos, virginales convicciones, satíricas conversaciones, violentas disputas, protervas influencias, amenazantes presencias, policíacas imposiciones, adorables fotografías, desconcertantes rumorologías, minimalistas decoraciones, pésimos consejos, injustificados lucimientos, jurisdiccionales percales, provocativos bailes, raciales injurias, letales acrobacias, indirectos homicidios, malsonantes expresiones, malhumorados propietarios, indiciarios disturbios, inocentes defensas, evitables atropellos, inútiles arrojamientos y consumadas venganzas se suceden; entre tanto desvarío (por qué no citar textualmente dos frases para demostrar que la enumeración podría seguir, “los disfraces son para preadolescentes y pervertidos” y “es fácil decir te quiero cuando en realidad amas un orificio específico”, memorables), uno más a añadir, el abandono sin previo aviso, en estado catatónico y por iniciativa propia de uno de los pacientes del psiquiátrico local que, tras renunciar a seguir internado en la citada institución mental, es considerado potencialmente peligroso...


Una vez desmontada la teoría reconvertida en mito de la mala memoria de los peces (recientes estudios aseguran que pueden llegar a los doce días, investigándose ahora si ello se debe a fármacos o condiciones ambientales, pues los resultados hacen referencia a anfibios cuya vida se desarrolla en acuarios) pocas cosas pueden sorprender, pero ésta es una de esas pocas excepciones al optar el autor por una fórmula anticuada a la par que imperecedera para proponer un producto poco genuino pero altamente adictivo, en gran medida gracias a un ritmo lineal, lo cual es preferible en comparación con el irregular e insatisfactorio, y un desenlace cuyo inesperado giro está mal justificado pero al menos no es tempranamente deducible; con indefendibles errores (las interpretaciones no es que dejen que desear sino que catalogar como tal el mero hecho de aparecer en escena sin infundir emoción alguna para encarnar caricaturescos estereotipos es una osadía) y un apartado sonoro de precaria calidad (muchas de las frases que se pronuncian son inentendibles), el filme no apasiona pero sí cautiva debido a la amenidad con la que transcurren los poco más de ochenta minutos, adecuada duración que, por suerte, no ha sido alargada (como de hecho suele ocurrir) para aparentar poseer más contenido del que realmente alberga.


Varsity blood
tal vez no haga alarde de originalidad (si algo se economiza en el filme es precisamente la misma, observándose un sinfín de reminiscencias directamente relacionables con cintas de tremenda popularidad), aunque si se puede recomendar por alguna rezón inmediata es por ello, por ser un menú elaborado con los mejores ingredientes de los platos más destacados internacionalmente, tanto clásicos como modernos (especialmente de los primeros), y es que la selección de situaciones a las que deben enfrentarse los múltiples personajes es tan variada como atractiva y, en último término, lograda, un slasher (el subgénero en el que nunca falta la presencia de un psicópata que asesina brutalmente a adolescentes, la mayoría de las veces mientras están envueltas en prematuras relaciones sexuales o prohibido, que se encuentran fuera de la supervisión de algún adulto) con evidentes tintes ochenteros que, al no innovar en ningún aspecto, puede que no sea del agrado de recientes generaciones pero que, en el lado opuesto, lo degustarán casi orgásmicamente quienes vivieron la época dorada de la citada corriente y los amantes de la misma; magnífica para proyectarse en festivales especializados y relativamente recomendable para visionarla en formato doméstico (la opción de acudir a una sala para proceder a hacer lo propio se debe descartar sin la menor dilación al no presumirse factible el estreno en la gran pantalla), la película no defraudará al apenas generar expectativas y no solamente colmarlas sino superarlas con creces, pues otras comercializadas cual magistral pieza no llegarían tan siquiera a hacerla sombra, abanderando el lema que todo metraje de procedencia humilde como el de la presente debiera cumplir, entretener sea como fuere, pero siempre funcional y complacientemente.



Daniel Espinosa




Wrong cops
(Quentin Dupieux, 2013)


Wrong cops




Ficha técnica


Título original:
Wrong cops
Año:
2013
Nacionalidad:
Francia
Duración:
85 min.
Género:
Comedia, Fantástico
Director:
Quentin Dupieux
Guión:
Quentin Dupieux
Reparto:
Mark Burnham, Eric Judor, Steve Little, Marilyn Manson, Grace Zabriskie, Arden Myrin, Eric Wareheim, Isabella Palmieri y Daniel Quinn


Sinopsis


Un grupo de policías corruptos intenten ocultar el cadáver de un hombre inocente que fue disparado accidentalmente por uno de ellos.



Crítica


Los amantes de lo surrealista y lo absurdo se relamían cuando se oficializó el regreso de Quentin Dupieux, el responsable de las geniales Rubber y Wrong (las cuales cautivaron a cierto sector del público), con su nuevo filme titulado Wrong cops basándose en un cortometraje de mismo nombre que el cineasta francés realizó justo después de terminar su anterior producción (la segunda de las citadas anteriormente) protagonizado por Marilyn Manson y por el que se alzó con un premio en el Festival de Cannes 2012, siendo lo más preocupante de antemano el hecho de que se tomara un intervalo temporal de dos años para madurar las predecesoras y en esta ocasión no; el temor señalado se traduce en que la desconfianza por parte de las compañías sea enorme, motivo por el cual se estrenó el pasado doce de enero en el Sundance Film Festival 2013 y hasta el Sitges Film Festival 2013, ya en el mes de octubre, ninguna proyección más se haya llevado a cabo (de hecho no hay más fechas confirmadas por el momento en adelante), descartándose por ende que llegue a las salas convencionales y, aunque ello no tenía por qué relacionarse con la calidad de la película, en esta ocasión es así, pues no mantiene el mismo tono onírico que ha caracterizado al autor de tornar lo que no parece situarse fuera de lo común en un plano irreal, más próximo al género fantástico que al cómico aun siendo éste último el más reconocible por (ya vieja) costumbre.


En un mundo donde el crimen ha sido erradicado qué ocurriría con el cuerpo del orden es la cuestión que plantea el director (su trayectoria se remonta a los doce años cuando empezó a filmar para poco después componer piezas electrónica bajo el pseudónimo “Mr.Oizo”, el cual utiliza en la actualidad para ejercer de productor musical) no de manera convencional sino rebuscada, elaborando un escenario en el que el delirio predomina frente a otros racionalismos menos atractivos para conformar una historia aparentemente mundana pero ciertamente compleja, lo cual es bueno hasta que uno se percata de que el guión no es nada sólido (dentro de la extravagancia del autor, por supuesto) y está plagado de matices que no exigen un segundo visionado para ser captados en su totalidad como suele suceder con toda obra que firma un autor tan peculiar como exageradamente imaginativo sino el repudio inmediato; lo que en la presente producción propone el director es simple y llanamente un sinsentido que abarca des del primer segundo (los propios créditos iniciales desfilan por la pantalla al compás de una arrítmica melodía que se prolonga durante toda la trama en diferentes variantes) hasta el último (un desacertado jolgorio celebrado en un cementerio instantes después de producirse un entierro) pero, a pesar de lo señalado, el hecho determinante del fiasco no es la irracional opción demagógica (las anteriores también apelaban al desconcierto pero éste estaba justificado por el devenir de los acontecimientos) sino la certeza de que el único arbitrio que funciona medianamente es el autorreferencial al observarse multitud de guiños con asiduidad (desde la breve aparición del protagonista de su último trabajo hasta el visionado en cierto instante por parte de una madre y su hija de la anterior), homenajes impropios al estar introducidos con nula correspondencia y atemporalidad (no por ser recordada eternamente sino por englobar elementos indigeribles).


Un grupo de policías (no es menester citarlos y juzgarlos individualmente porque todos y cada uno de ellos son cargantes, tanto los personajes como los respectivos actores que los encarnan) aparentemente normal en el que sus integrantes se gastan bromas (la gracia la encuentran solamente ellos, porque el resto como mucho se sorprenden ante tanta simpleza mental), desempeñan su labor con profesionalidad (es un decir, por supuesto) y regresan a casa con sus respectivas familias (los que la tienen, pues la mayoría viven en soledad), no es lo que parece, y es que incluso el propio oficial se dedica al negocio ilícito del tráfico de sustancias ilegales (al principio introduciéndolas en el cadáver de las ratas que con anterioridad encarga cazar a un humilde mercader de origen asiático en un claro signo racista y más tarde haciendo lo propio en el cuerpo sin vida de pestilentes pescados), por no mencionar que otros dedican su tiempo libre a hacer valer su particular poder de la ley poco menos que obligando a desnudarse a atractivas féminas a cambio de no ser multadas o penalizadas con otro tipo de castigos más carnales.


No son precisamente cautos y éticos y, fruto de ello, el mencionado agente de rango superior dispara accidentalmente a un civil (en un intento de matar a otro), momento a partir del cual emprenderá una desesperada (al menos así sería para cualquiera aunque para él sea un percance más sin apenas importancia) carrera por encomendarle a alguien la complicada tarea de deshacerse del cuerpo todavía con vida, mas cuando parece que ha dado con el sujeto propicio para la empresa al presentar éste una preocupante insolvencia económica (la extorsión junto con la corrupción hace el resto) el mismo declina llevarla a cabo finalmente al encontrar en su jardín una sucia mochila con treinta mil dólares en su interior (puede que este sea el único acontecimiento verdaderamente loable al traducirse más tarde en la nula asunción humana de aceptar la mera casualidad de la fortuna empeñándose a buscarla incesante e inútilmente), por lo que deberá buscar a otro mientras el moribundo, pese a su lamentable estado, no duda en formar equipo musical junto con un compositor de más que dudosa calidad.


Wrong cops
es el intento fílmico fallido que precisaba incluir Quentin Dupieux en su currículum para ensalzar el resto de sus trabajos, un despropósito absoluto que, no obstante, tiene el dudoso mérito de lograr que en comparación con la misma Loca academia de policía se perciba como una obra de arte digna de ser tomada como referencia del género cómico, algo impensable que seriamente llega a uno a sopesar al tratarse la presente de una burda copia de aquella, quedando el sentido del humor limitado a desfasadas burlas que confunden la gracia con la ofensa, pues el sinfín de faltas de respeto que se dan (tales como insultar a un niño repentinamente sin motivos y mofarse de un discapacitado basándose en su supuesta inferioridad física, sin obviar referencias en cuanto a religión y condición sexual se refiere, por supuesto) es tan inaceptable como el resto de apartados a excepción de uno, el actoral, y no por el reparto principal sino por el secundario al poderse disfrutar, entre otras lindezas, de la cara más vulnerable de Marilyn Manson y de la conservación del don actoral tanto de Eric Roberts como de dos de los rostros más destacados de “Twin Peaks”, Grace Zabriskie como de Ray Wise, una galería de breves apariciones que evidentemente no sacia el apetito que abre la promesa de hora y media (duración genérica de un largometraje que por suerte se ve reducida algo aquí) de desenfreno, pero uno que pueda sostenerse mínimamente y no urdido a partir de arremetimientos libres, siendo por ende un producto pésimo.



Daniel Espinosa

 
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