Tras meses de espera por fin se lanza Zoogitives, la enésima joya de los amigos de Zacatrus que prometen (sin margen de error según lo expuesto en adelante ecuánime pero aduladoramente por sincera meritocracia) se convertirá en una de sus creaciones insignia; “un gran casino ha sido saqueado por un grupo de astutos animales... tras el atraco del siglo los ladrones se han escondido en distintos países sospechándose que han cambiado de apariencia... la policía ofrece el perdón junto a un botín a quien entregue a sus cómplices... ¿te atreves a descubrirlos?”, así versa la desafiante e intrigante contextualización de tan esperado trabajo para suscitar expectativas a la postre saciadas.
El descomunal contenido consta de un tablero (de cartón rígido), dieciocho cartas (de información), seis dados (únicos entre ellos), una libreta de pizarras (de deducción), una ficha (de señalización) y media docena de sets (compuestos por pantalla, marcador, cédula, tarjeta e imanes), amén del libro de instrucciones de rigor (triplicado al francés, español e inglés); debido a ello el peso es considerable (dificultando ostensiblemente su transporte), pese a que la cuna (por desgracia sin customizar pero debidamente dividida en compartimentos para almacenar todo óptimamente) asegura la correcta integridad de dichos elementos para que perduren en el tiempo aun manipulándolos mucho.
La preservación del medio ambiente peligra con la ingente cantidad de zips incluidos (con el propósito de presentar el producto de la mejor manera se ha descuidado tratar de minimizar los mismos individualizando los componentes), negativizando parcialmente la experiencia en sí el desaprovecho del dorso con las clásicas monedas de casas de apuesta (en lugar de otra opción de dinamismo u ocurrencias alternativas); no obstante los treinta ajustados euros del precio oficial de venta al público se traducen en el alegato (positivo) contrario, así como una fugaz preparación (explicada por el compañero masivi en el vídeo póstumo adjunto) que facilita el inicio casi inmediato.
Las fases (“informe policial, “búsqueda de los ladrones” y “comprobar teorías” con la posibilidad en cualquier momento de “captura” de decidir revelar conjeturas o aplicarse la “regla de honestidad” en caso de detectar errores u omisiones) acaecen, con el objetivo de averiguar los detalles del resto; los protagonistas (el camaleón Amber, la rata Berry, el zorro Bone, el hipopótamo Brown, el león Lemon y el pelícano Murphy) aguardan en las varias localizaciones (Beijing, Johannesburg, París, Río, San Francisco y Sydney) con sus respectivas dotes (cajas fuertes, camuflaje, cuerpo a cuerpo, hackeo, huidas y robos sofisticados), con mazos (especialidad, personaje y ubicación) claves.
La obra (con autoría de Alberto Millán e ilustraciones de José Soto) está ideada para disfrutarse de tres a seis personas (realmente es la misma dinámica con ligeras modificaciones para aumentar la participación), recomendándose una mayoría de edad de diez años (para asimilar oportunamente la normativa); cada contienda asciende a aproximadamente treinta minutos (cuando se dominan menos pero al principio mucho más al deber consultar el espléndido reglamento asiduamente), transcurriendo las horas rápidamente al sucederse las partidas sin pausa a causa de la (por supuesto sana) adicción forjada con un arte conceptual que rezuma magia complementando el devenir.
Aseverar que se trata del título más completo de la firma es arduo osado (aunque tal vez cierto) al poseer un envidiable catálogo de éxitos en el mercado, pero lo que se antoja incuestionable es la mayúscula sorpresa que genera un entretenimiento metódico tan bien adaptado e hilado al ámbito lúdico; solamente queda esperar a que en un futuro (ojalá próximo) vean la luz otras aventuras de semejante o idéntica índole, expandiendo un glorioso universo con nuevas temáticas e identidades igualmente atractivas como las presentes para formalizar una línea editorial que complacería a quienes gocen de la que ocupa (seguro que la totalidad de los consumidores) como la ocasión merece.