Los amigos de Zacatrus (que gozan de sección propia en la web) han lanzado al mercado una de sus más atrevidos trabajos (por la escasa existencia de productos similares en el catálogo nacional) con el revelador título Ajedrez con Merybliya, cuyo objetivo es que el respetable ejercite (de qué manera) la mente en cuatro áreas (atención, memoria, planificación y razonamiento) mientras se divierte aprendiendo sobre un deporte (oficial) habitualmente menospreciado.
Cada reto (se proponen cinco totalmente diferentes entre sí que se omitirá citarlos para mantener intacto el factor sorpresa hasta el vídeo tutorial póstumo del artículo grabado por el compañero masivi) se traduce en un minijuego para una (introducir el modo solitario es un gran acierto) o dos (retándose en duelo o cooperando) personas con una duración media de veinte minutos, cabiendo indicar que la extensión temporal es aproximada puesto que puede alargarse mucho.
El tablero alfanumérico facilita enormemente la comprensión de dicho reglamento (la normativa se presume un tanto compleja para los recién iniciados en la materia pero los veteranos entenderán las consignas sin dificultades si bien qué duda cabe que las nociones previas exigidas trascienden lo meramente anecdótico para situarse en un plano realmente desafiante), mas los ejemplos (textuales junto a visuales) que alberga no ofrecen titubeos acerca de lo que se está explicando.
La doctora licenciada en psicología María Rodrigo Yanguas (maestra FISE que actualmente actúa como presidenta de la FEDA) ha desarrollado además una guía para profundizar en tan clásico entretenimiento neurológico (así como otros aspectos para mejorar la destreza de cada cual), tratándose de un volumen complementario que nutre de más interés si cabe a una obra que homenajea como merece el arte originalmente conocido bajo el curioso término de “chaturanga”.
El contenido de la misma está subdividido en once apartados (“¿qué es el ajedrez?”, “¡tus herramientas!”, “jaque, jaque mate y ahogado”, “temas tácticos de ataque”, “formas de defensa”, “estructura de peones”, “las tres fases”, “principios básicos”, “¡ha llegado tu turno!”, “la revolución de las casillas” y “glosario” eliminándose aquí las redundancias de los títulos para no saturar de letras la reseña), antojándose un épico compendio informativo a consultar asiduamente.
La calidad de las fichas (dieciséis blancas junto a otras tantas negras) resunta tan digna de alabar (con acabados en plástico de estupenda rigidez que nada tiene que envidiar a las típicas de madera tallada) como una cuna (minimalista pero customizada) que logra infundir la sensación de profesionalidad pretendida con sumo tino, rindiendo tributo en el apasionante e inabarcable universo de los escaques (ancestral nomenclatura que enfatiza el carácter histórico) que ocupa.