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“Diáspora zero”, de Zacatrus
“La humanidad al borde del abismo seleccionó a hombres y mujeres entre las clases más privilegiadas para un nuevo comienzo... viviste las vidas de Patrick Harris, Vaiana Simons y Arturo Harris en su viaje en una nave generacional hacia un destino más allá de la galaxia conocida en un trayecto de más de cien años... ¿descubriste toda la verdad?... quedaron muchos secretos por revelar... por eso estamos aquí... necesitas saber qué ocurrió”, así versa la distópica introducción del juego que ocupa en su versión reducida (al iniciar la aventura se lee otra mucho más extensa); se trata de una propuesta interactiva creada por el equipo de Zacatrus (con idea original de Santiago Eximeno e ilustraciones de Pablo Tomás) en la que es primordial usar un email puesto que es el medio para responder de manera automatizada (así como guardar el progreso) a las incógnitas planteadas, aclarándose que no se aprovechará la retahíla de mensajes para fines publicitarios.
Con la Turing (el galeón espacial dotado de inteligencia artificial a la que dirigirse en cualquier momento mediante la escritura al contacto diáspora_cero@estasjugando.com con un formato específico) como omnipresente maestra de ceremonias ficticia (la odisea pivota sobre este género sin descuidar el dramático con tintes de suspense), el consumidor comprobará cómo la asimilación de la dinámica a seguir se fragua en su peculiar e intrigante plenitud con naturalidad como la trama narrada (a priori puede parecer que no respeta lógica alguna pero nada más lejos de la realidad a la postre); cierto es que a muchos no agradará que las veinticuatro cartas que componen la obra (a diferencia de la anterior entrega esta no se extiende con materiales virtuales recibidos vía correo electrónico a medida que se avanza complementando así los tangibles) se dividan drásticamente en ocho por cada línea temporal, pero ello dota de más misticismo a la ocasión.
Los tres personajes (el técnico Patrick Hearts, el capitán Arturo Harris y la doctora Vaiana Simons cuyas acciones cronológicas restan señaladas en las fechas estelares sitas en las esquinas) son completamente disímiles pero están conectados, los cuales recorren las salas de la sideral gabarra (almacén, comunicaciones, control, durmientes, enfermería, laboratorio, motores y navegación) para averiguar qué ha sucedido a su alrededor; el objetivo es hallar claves concretas de dígitos a partir de un enorme abanico de acertijos (aplicaciones secuenciales, cálculos excluyentes, codificaciones binarias, construcciones perceptivas, conversiones romanas, deducciones digitales, pericias geométricas, ecuaciones matemáticas, lecturas horarias, lenguajes alternos, movimientos físicos, poses dimensionales, pensamientos laterales, reformulaciones alfabéticas, sustituciones simbólicas...), estimándose la duración hasta diez horas.
Las creaciones visuales enamoran sin remedio con un minimalismo que secunda aquello de menos es más (la elegancia de cada trazo en rigurosa ausencia de color omitiendo que el negro es la congregación de todos deslumbra global e individualmente), si bien se desaprovechan los anversos al lucir exactamente iguales (a excepción de un matiz que no conviene citar para mantener intacto el factor sorpresa) con la sinopsis junto a las directrices básicas; especialmente importante resulta el énfasis en la facilitación de hasta tres pistas paulatinamente más reveladoras si no se logran dilucidar las soluciones, pues determinados enigmas desafían hasta límites insospechados el raciocinio (de hecho una admite respuesta alternativa a la oficial o varios escapan a toda razón aún conociéndola al solicitarla íntegramente a través del mencionado método) debiendo encontrar la relación entre los elementos disponibles siendo la tarea casi quimérica.
Tras una eterna espera por parte de Nacex (nunca está de más criticar severamente una supuesta empresa de transporte que no cumple en absoluto con su cometido), al fin el equipo de Cementerio de Noticias pudo disfrutar de esta precuela de Diáspora (cabe recordar que el título inaugural vio la luz años atrás circunscrito en una inédita serie lúdica junto a Antarctica y En la mente de Sherlock) ampliando su curioso e hipnótico universo; pese a positivismos como loables ocurrencias (no abundan) o el exiguo precio de venta (ocho míseros euros) la versatilidad u otras cuestiones igualmente relevantes expuestas con máxima objetividad es mejorable (la participación de la aludida mecánica con tantas personas como naipes hay al poder distribuirse la ardua tarea en los respectivos hogares repartiéndolos previamente o escaneándolos in situ es disfuncional), terminando por antojarse un esperado trabajo bastante prescindible pero holgadamente interesante.
Daniel Espinosa, a fecha 05 de diciembre del 2023
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