La introducción de Diluvio (la enésima joya de los estimados compañeros de Zacatrus) versa “nunca llueve a gusto de todos pero al menos esta vez estamos preparados de otro diluvio... ponte en la piel de tu animal para luchar por conseguir la mayor cantidad de asientos en la balsa... solo así podrás salvarlos antes de que les alcance el nivel del agua”, denotando la índole que ocupa; el trasfondo bíblico (con ligeras modificaciones para soslayar invitaciones a improcedentes debates religiosos) con reminiscencias al célebre Hundir la flota (salvando las enormes distancias) se torna épico divertimento familiar, permitiéndose (por coherencia asimilativa) de ocho años en adelante.
La caja (con un glorioso relieve barnizado tanto en el titulo como en los personajes que la conforman al igual que en la parte trasera con ciertos detalles) dificulta bastante el transporte, ya que el tamaño (treinta centímetros de alto por veintidós de ancho por cuatro de grueso) supera con creces el estándar de esta clase de propuestas; por otro lado la cuna se divide óptimamente para el almacenaje de los componentes, aunque por desgracia resta sin customizar en el interior ni goza de las separaciones precisas para situarlos en aras de evitar el siempre molesto movimiento de los mismos durante el trayecto de un lugar a otro posiblemente perjudicando severamente dicha disposición.
Los materiales son 64 cartas (58 de acción más 6 de ayuda), 42 fichas (7 de cada especie), 3 tableros (mar, selva y transparente), 1 trono (selva), 1 marcador (balsa), un contador (diluvio), 1 línea (agua) y un dado (personalizado); cabe destacar a raíz de ellos la funcionalidad de los recordatorios de mesa de las tipologías (“movimiento”, “empujón”, “balsa”, “tsunami”, “ya veremos”, “tentáculo”, “salvavidas” así como la que da nombre al título) así como la claridad para diferenciar los tokens (capibara, cocodrilo, guepardo, loro, mono o serpiente con sus respectivos colores), agilizando una dinámica que de nuevo (cómo no) resume masivi en la presentación póstuma de la presente prereseña.
El formato de los naipes (tanto los mini de seis sesenta por cuarenta milímetros como los auxiliares de ochenta y siete por sesenta y siete) se antoja el ideal para manipularlos con precisión, tanto como un instructivo (en un práctico tomo contrario a los normales individuales por lenguaje que solamente perjudican el posterior guardado) repleto de explicaciones e imágenes en la línea infantiloide de la obra; no obstante conviene señalar que la fabricación (cartón de calidad pero insuficiente) puede afectar a la longevidad intacta del conjunto, debiendo aconsejar por ende enfundarlas no requiriéndolo el resto de accesorios al apreciarse una consistencia tremendamente resistente.
Siguiendo el trilingüe manual (en español, francés e inglés con códigos bidi redireccionando a vídeos sobre cómo jugar menos en el tercero) las contiendas de mediana extensión (aproximadamente media hora cuando se dominan mínimamente las sencillas pero concisas reglas a respetar) se sucederán sin fin, encontrándolo de buen seguro por motivos ajenos al resultar quimérico pactar la última; tal vez se extrañe un modo cooperativo con los participantes (en pareja o enfrentamiento de dos de ellas) remen (término nunca mejor traído a colación) juntos hacia un objetivo común, pero los contemplados (dos con alternativos para hasta seis) ya cumplen con creces el anhelado cometido lúdico.
El precio oficial de venta al público (veinticinco euros) está totalmente justificado por la valía que atesora tan logrado trabajo (la labor a seis manos de Ángel Cruz, Juan Bardallo y Mateo Martín en riguroso orden alfabético para crearlo desde luego ha derivado en poco menos que la excelencia), con unas formidables ilustraciones (cuya autoría corresponde a Patri de Blas) que lo complementan magníficamente para elevar el apartado visual de la puesta en escena a la catalogación de fantasía de ámbito doméstico; únicamente queda recomendar la adquisición de un ejemplar al asegurar entretenimiento, puesto que las citadas mecánicas lo auguran para tiempo a excepción de remilgados.