Presentado como un filler competitivo (incluso contra uno mismo como se revelará en los siguientes párrafos), Panots llega al mercado con la intención de destacar entre títulos similares merced a la originalidad de su puesta en escena con simples pero desafiantes mecánicas; que nadie piense que el tamaño importa porque aquí la calidad se reduce (nunca mejor expresado) a su máxima expresión, ofreciendo otra vez (quien logre encontrar una excepción en su extenso catálogo probablemente mienta) Zacatrus un loable trabajo que homenajea sin fisuras a tan popular símbolo arraigado en la amplia zona del nordeste.
Como contexto histórico mencionar que la famosa loseta gris de cemento hidráulico proliferó en tierras barcelonesas a raíz del desarrollo del Eixample (distrito segundo de la ciudad), aproximadamente en el mil novecientos seis (al menos desde entonces está documentado pero se sospecha que se utilizó con anterioridad); se trata de uno de los cinco proyectos elegidos por el ayuntamiento en el primer concurso público para proveerse de este material, licitación que tenía tremenda relevancia para la nueva metrópoli sin murallas que se expandía con caótica disposición pese al diseño de Ildefons Cerdà.
La razón fundamental del desmadre en los pavimentos era sobre todo económica, pues inicialmente emergían del bolsillo de los moradores con confusos criterios sobre qué porción de acera debía sufragar cada cuál a lo que cabe sumarse que el proyectista Josep Maria Jordan se valió de la costosa piedra natural de Montjuïc así como el denominado “firme de paseos” (una suerte de macadán compactado usado en calzadas; si los propietarios o las empresas preferían otro basto debían solicitar un permiso municipal en cada obra que realizaran, por lo que la picaresca junto a la ortodoxia derivaron en un cruento barrizal global.
Los componentes son setenta y seis cartas (cuatro de ellas de objetivo), ocho fichas (de característica), siete marcadores (de puntuación), un tablero (de marcaje) así como el reglamento (en catalán, español, francés e inglés), sorprendiendo mucho las dimensiones generales de los mismos (valga aclarar que no afectan en absoluto a un nivel de detalle digno de alabar); estas se emplearán en rondas de tres acciones (“revelar”, “seleccionar” para por último “colocar”), proclamándose vencedor aquel que aúne certeramente estrategia con habilidad (sin descuidar la velocidad) en las elecciones.
En el instructivo (dividido en seis pequeñas hojas tipo A7 a doble cara) constan las suficientes explicaciones en textos e imágenes para comprender la dinámica fácilmente; no obstante se adjunta al término de la reseña (como es habitual) el vídeo del maestro masivi, quien disipa cualquier duda al respecto con su holgada experimentada en un sector ávido de esta clase de retos visuales más allá del ejercicio de planificación (previa e anticipación e intuición) que lleva aparejado por la serie de movimientos a efectuar al ir avanzando la velada invitando a aprovecharse todas las oportunidades en virtud de cosechar la victoria.
De una (siempre es de agradecer la contemplación de un modo solitario aunque obviamente el divertimento mengua ostensiblemente de proceder en compañía bastando para este dos ajustes en la preparación) a siete personas, aconsejándose una edad mínima de ocho años (para asimilar las sencillas pero rigurosas pautas); sea cual fuere el nivel (de “principiante” a “leyenda” pasando por “aprendiz”, “profesional” o “magistral” en la citada variante unitaria) se gozará de la obra en partidas de corta duración (apenas quince minutos de media), disfrutándolas de buen seguro al resultar amenas e intensas por igual.
La creación de Nico Cardona luce espléndida en gran parte a la gloriosa labor de Joan Juncosa, cuyas ilustraciones permiten prácticamente deambular por las calles a las que se rinde tributo aún sirviendo de crítica social a una época pasada en la que primaban otros intereses a los presentes; los catorce euros de desembolso solicitado por copia se antojan más que ajustados, pues los accesorios contenidos en la portable caja (trece centímetros de alto por diez de largo por cuatro de ancho) de lujo (desde luego los acabados enamoran) secundan la adquisición de tan gratificante entretenimiento.