Lo mejor: la variedad de puzles a resolver congratula sobremanera, basándose mayormente (a excepción de dos cuyo sentido escapa a toda lógica) en el empleo adecuado de un raciocinio básico que tampoco exige exprimirse las neuronas; la etapa de la mina a bordo del típico carro de carbón entusiasma por su frenetismo, si bien las acciones permitidas (por tildar de un modo generoso únicamente a dos) dejan mucho que desear; la ideal dificultad para iniciarse en el maravilloso universo del género de aventura que prima, recomendándose especialmente para aquellos ávidos de disfrutar (al menos entretenerse) de él sin necesidad de dedicar cuantiosas horas.
Lo peor: la libertad de movimientos general es deplorable, abundando las fases de exploración de escenarios (con un limitado abanico de mecánicas) que poco o nada aportan a la obra; la nefasta sensación de experimentar un trabajo anodino donde la haya, con una historia (la trama en sí genera expectativas pero nunca se consuman positivamente) carente de profundidad en los personajes o contexto; el clímax jamás tiene lugar, decentando tanto el desenlace (en el que supuestamente debería darse o al menos instantes próximos) como el sigilo requerido en ciertos momentos al convenir evitar cautela alguna para avanzar hábilmente en esta simple pero correcta remasterización.
Daniel Espinosa
American fugitive (Fallen Tree Games Limited, 2019)
Lo mejor: la cantidad de misiones secundarias paulatinamente desbloqueables multiplica una jugabilidad de por sí sumamente holgada para tratarse de un título de índole independiente como el que ocupa, incluyendo algunas realmente memorables como una veintena de desafíos bélicos en complicadas situaciones contextuales o el descubriendo de un centenar de alijos escondidos en variopintos lugares; la diversión de algunos logros para conseguir aumentar el gamescore solo puede catalogarse de infinita, destacando entre ellos el de noquear a diez personas con una escobilla de váter o atropellar a otras tantas con un coche fúnebre; el tamaño del mapa facilita la exploración de cada recoveco sin dedicar muchas horas en la empresa, si bien se invertirán en regocijarse en la comedida violencia que lleva aparejada la misma para completar la obra por mero entretenimiento.
Lo peor: la vista cenital perjudica el disfrute de la experiencia al resultar imposible modificarla, habiendo sido un mayúsculo acierto incluir la opción de intercambiar perspectivas para que el consumidor eligiera la de su preferencia alejándose de tanta reminiscencia a los orígenes de la aclamada franquicia Grand theft auto de la que obviamente bebe directamente; el hecho de que el inventario permanezca intacto tras una detención resta credibilidad a la historia, resultando por ende puramente anecdótica en dicha vertiente así como determinante en la dificultad global; la nula repercusión de elección dialéctica en las fases que la contemplan tedia tanto como la repetición en esencia de la mayoría de objetivos, reduciéndose a recorrer la ciudad de un punto a otro huyendo de la policía cuando se ha detectado la perpetración de alguna de las innumerables actividades criminales que delatan el acto.