Título original: Void chair
Año: 2016
Nacionalidad: España
Duración: 7 min.
Género: Suspense, Terror
Director: Xavier Miralles
Guión: Xavier Miralles
Reparto: Macarena Gómez, Carlos Lasarte y Toni González
Sinopsis
Una chica vuelve a casa en mitad de la noche y, en una de las calles, encuentra una misteriosa mecedora que la llama mucho la atención...
Valoración
Lo mejor: el profundo deseo de interacción que un sucio mueble aparentemente abandonado en un oscuro callejón contiguo a otro despierta en la protagonista (deshacerse en elogios hacia Macarena Gómez está de más) que, sin apreciarse pretensión sino profesionalidad, adopta una postura tan empática que el público alarga los brazos para, al igual que hace ella, tocarlo y, de algún modo, darle vida; el apartado técnico orquestado por Xavier Miralles (director y guionista que evoluciona sin pausa relatando aquí, valiéndose de una muy retorcida visión de una de las más populares inquietudes innatas en el ser humano, la de la curiosidad, un breve pero intenso cuento de terror que infunde nerviosismo y provoca gran perturbación en vísperas de volver a posicionarse detrás de las cámaras con El afilador tras haber debutado con Ocho en el dos mil once y dos años después El árbol sin sombra, así como hasta cinco trabajos con el presente de menor extensión) es formidable, mas la fotografía de Alejando Madrid, la música de Marc Timón y el maquillaje de Inside FX logran complementarse entre sí a la perfección para firmar una notable mezcla entre La maldición (por cierto sonido) y Expediente Warren (por determinado objeto) que, en lo referente al sobresalto y salvando las distancias, recuerda mucho a de Lights out de David Sandberg; la clave del éxito de los exactamente seis minutos y nueve segundos (sin contabilizar los créditos iniciales y finales) reside, sorprendentemente, en no precipitar los sucesos sino en que sobrevengan naturalmente.
Lo peor: la premisa de la que parte el autor puede pecar de simplista y, aunque su talentosa mente la transforma en un inimaginable punto de partida para enviar un poderoso mensaje, no puede catalogarse precisamente de racional su fundamento (no obstante, cabe señalar que la ficción debería ser el género principal en el que englobar la obra); la predisposición (no es ningún misterio que la percepción objetiva se basa en gran medida en la subjetiva) y paciencia (hasta el ecuador no comienza a fabricarse la tensión propiamente dicha) son requisitos imprescindibles por lo anteriormente citado, algo que no todos los espectadores son capaces de asumirlos; la escasez de la duración de la pieza, sólo equiparable al número de rostros participantes en la misma (desde la vertiente presencial), no permite desplegar todo el imaginario subyacente en una trama que, aunque parezca increíble, no presenta fisura alguna, siendo por ello mayúsculo el esfuerzo necesario para escribir una opinión sobre el cortometraje que ocupa sin desvelar ningún detalle relevante, y es que hacerlo de cualquier otro modo sería deteriorar la estupenda experiencia resultante y traicionar la confianza brindada por parte de Totem producciones a Cementerio de noticias al facilitar de forma privada y confidencial el acceso al visionado en alta definición en plena fase de distribución por festivales, lo cual merece la mayor de las gratitudes.
Daniel Espinosa