Título original: Eco Año: 2019 Nacionalidad: España Duración: 13 min. Género: Drama, Fantástico Director: Aitor de Miguel Guión: Javier Trigales Reparto: Alicia Sánchez, María Miguel y Fernanda Llambías
Sinopsis
Casi cincuenta años después del lanzamiento de la famosa sonda Voyager hacia la galaxia, una mujer de avanzada edad enferma de Alzheimer afronta el traslado de su casa del pueblo a una residencia...
Valoración
Lo mejor: la talentosa sutileza con la que el autor vincula, en este su octavo cortometraje (sin duda el más ambicioso y logrado de todos los de su dilatada carrera), el histórico hecho que consta en la sinopsis con la ingrata enfermedad que también aparece en la misma (un servidor prefiere no volver a citarlos por motivos personales), recreando de formidable manera tanto las estimulantes emociones suscitadas por el primero (las más de ochenta personas del equipo de producción ejercen sus respectivas labores maravillosamente) como las dramáticas consecuencias provocadas por la segunda (las interpretaciones del escueto reparto cumplen a la perfección con sus entrelazados cometidos); el sentido tributo ya no al acontecimiento general global sino al mensaje particular patrio que figuraba en la sonda (“sois bienvenidos”), sirviendo éste de epicentro sobre el que pivota (y parte) la trama para transmitir la esperanza de la que el responsable desea dotar a la preocupante intríngulis subyacente; el recorrido del trabajo por festivales especializados de índole internacional (españoles, estadounidenses y mexicanos entre otros) es sumamente apropiado (al igual que los premios ya cosechados y los venideros), pues la calidad (en sentido amplio) que alberga es infinita.
Lo peor: el interés (por no sentenciar egocentrismo e ingratitud) de terceros que se relata es detestable, no por la falsedad en la que se traduce sino por no alejarse un ápice de la realidad, consiguiendo que cualquiera con un mínimo de sensibilidad se estremezca más que con la vertiente fantástica del cortometraje, la cual se plasma solemne e inquietantemente (valga añadir que al englobarse en dicho género además de en el dramático es incluso necesario que así sea); la primera frase de los agradecimientos finales (“a mi madre por llevarme a ver películas de adultos cuando era un niño”) desconcierta más que la propia pieza (amén de resultar un tanto prescindible e inespecífica), residiendo el sentido de la obligación de mencionar tan trivial alegato al no encontrar ningún otro a añadir en este apartado de aspectos negativos para respetar la habitual estructura escritural en la presente crítica; la certeza de que por más reconocimientos de los que goce y galardones que coseche la obra jamás recibirá la difusión que merece, y es que este tipo de propuestas raramente alcanzan el prestigio que otras más comerciales pero seguramente menos valiosas (sobre todo desde una perspectiva moralista e intemporal), primando regularmente el burdo beneficio económico en detrimento del apreciado honorable.