“MagicCon 2023”, de Magic: The Gathering y Wizards of the Coast
Por primera vez en la historia la MagicCon se celebraba en territorio catalán (concretamente en la espectacular Fira Gran Via ubicada en Hospitalet de Llobregat) del viernes veintiocho al domingo treinta de julio del dos mil veintitrés coincidiendo con el lanzamiento de la colección de El Señor de los Anillos; esta reseña resumirá (la tarea ha sido ardua al pretender proceder sintética pero profundamente captando la esencia de la cita sin olvidar la rigurosidad e imparcialidad) las impresiones de un servidor en virtud de Cementerio de Noticias.
Desde el acceso la agilidad de trámites fue maravillosa entregando la acreditación rápidamente (con un sistema de códigos bidi extensible al de los torneos con un procedimiento similar con el añadido de un documento físico para comprometerse con la normativa); la conexión interna entre espacios (perfectamente climatizados para evadirse del caluroso bochorno del período estival) junto con el excelso trato del staff (extremadamente educado para tornar la ocasión más especial si cabe) se percibió el idóneo solventando contratiempos efectivamente.
En cuanto a material se podían coger aquellos elementos básicos que se quisiera (de las clases Plains, Island, Swamp, Mountain o Forest) con un valor de mercado obviamente paupérrimo (sino nulo) pero con el hecho de provenir del evento que lo dota de genuinidad además de permitir deleitarse con las ya clásicas ilustraciones; el intercambio de novedades (que causaron auténtico furor entre los asistentes al exprimir al máximo la línea recientemente inaugurada) fue constante fomentándose la comunicación con provechosa e inaudita naturalidad.
Para prensa (cada tipo conllevaba determinados objetos sin coste) se adjudicaron cinco sobres (tres de Draft y dos tanto de Collector como de Mystery), un pin conmemorativo (aunando el popular logotipo de la compañía con la silueta de la Sagrada Família), una caja plastificada (con multitud de fundas), un mantel customizado (la fabricación en neopreno asegura su durabilidad) y dos cartas promocionales (Arcane Signet y Gandalf); el método de contención fue una robusta mochila (de la prestigiosa marca Timbuk 2) cuya resistencia se aprecia casi militar.
Las salas eran tan amplias que pese a estar repletas no se divisaron saturadas (quienes padecieran claustrofobia o agorafobia no sufrieron un ápice) con el negativismo de la limitación participativa (la abundancia de plazas no bastó por el desbordante aforo aglomerado en ciertos momentos); la restricción a varios servicios aumentó la sensación de exclusividad (cabe recordar que el abanico de los bastante privativos precios de las entradas oscilaba entre los 35€ de la Single Day y los 780€ de la Black Lotus VIP) sin discriminar a nadie.
La cantidad de revelaciones fue plausible (las sinergias con franquicias tan aclamadas en el globo terráqueo como Assassins Creed, Doctor Who, Fallout o Jurassic World auguran un próspero futuro) para honrar el trigésimo aniversario de un multiverso cuyo horizonte se intuye infinito; asimismo se anunciaron mazos preconstruidos Commander para jugar sin dilaciones así como verdaderas locuras (sirva de muestra la remasterización situada en Ravnica o las carreras mortales de la expansión Tennis) que sin duda harán las delicias del respetable.
Los cosplays eran de infarto (con la quimérica tarea de capturarlos sin gente circundante por la frecuencia de demanda para inmortalizarse con ellos) al igual que los decorados (algunas zonas tematizadas eran dignas de exhibirse en una exposición cultural) e incluso la vitrina con premios canjeables (a raíz de los puntos acumulados en las contiendas previa reserva telemática obligada); el ambiente que se respiró era de armonía total (o casi) aunque la competitividad por poseer el naipe más potente o desarrollar la mejor estrategia rezumaba por cada rincón.
El código de vestimenta libre (aún con el alto poder adquisitivo que implica el ocio que ocupa) proporcionó una enorme comodidad entre los presentes pero la primacía del inglés (comprensible por el carácter internacional de la velada) abrumaba; el catering (la combinación de productos saludables e industriales amén del café de rigor para desvelar a los más madrugadores o adictos a dicho estimulante fluido saciaba cualquier paladar) se tradujo en el enésimo ejemplo de cuán cuidada estaba la organización a pesar de la estratosférica exigencia.
La aplicación oficial (descargable gratuitamente desde la store) se convirtió en espléndida guía para ajustar la agenda a los horarios de visita (de diez de la mañana a siete de la tarde los Shows Floors y hasta media noche los Plays Walls) advirtiendo mediante alertas automáticas (también programables) las actividades más destacadas de cada jornada; la diversión se complementó con festividades paralelas (fuera del recinto) como la sesión musical del célebre Elijah Wood en colaboración con Zach Cowie siempre con desembolso extra.
La controversia más latente residió en que absolutamente todo estaba dirigido a la obtención de beneficio económico (una firma a partir de 3€ se antojó un negocio poco menos que inmoral); por el contrario la retahíla de artistas (Brigitte Roka, Chris Rallis, Dominik Mayer, Irina Nordsol, Jesper Ejsing, Johannes Voss, John Avon, Jonas Dero, Justina Dura, Marko Maner, Marta Nael, Mila Pesic, Randy Vargas, Richard Kane, Titus Lunter, Tyler Jacobson, Victor Adame...) para complacer a sus seguidores rubricando sus pertenencias justificó esto.
En resumidas cuentas el nerviosismo instantes antes de la apertura formal (las puertas dejaron de estar cerradas con holgado margen) era el preludio de la majestuosidad que deparaba una convención de tal calibre (la calidad visual con cada perspectiva meticulosamente trabajada para lucir gloriosa elevó el maldenominado frikismo a otro nivel); solo resta instar a todo el mundo a que el próximo año (ojalá se repita la sede patria la temporada que viene) no dude en acudir a tan genial propuesta lúdica al satisfacer sus expectativas hasta extasiarse.
