- Vlad circus: Descend into madness 06-12-2024 02:28 (UTC)
   
 

 “Vlad circus: Descend into madness”, de Blowfish e Indiesruption

Vlad circus: Descend into madness

El nuevo título publicado por Blowfish Studios (desarrollado por Indiesruption) es Vlad circus: Descend into madness, un videojuego que (según palabras sitas en la presentación) “llevará tu cordura al límite mientras te desafía a escapar de un laberinto de pesadillas y tormentos” invitando al consumidor a ejercitar la mente (sobre todo en cuanto a lucidez se refiere) con decenas acertijos de sorprendente resolución (para llegar a ella se requiere una serie confabulaciones igualmente loable); con una mecánica próxima al survival (el correcto empleo de los escasos medios que paulatinamente se dispongan es clave para el éxito) que no rehúye de una metódica acción (la combinación de varios elementos genéricos es extraordinaria), la obra se disfruta enormemente por los argumentos expuestos a continuación.

Vlad circus: Descend into madness

Las opciones del menú principal (además de las secciones “comenzar” y “créditos” que evidencian sus cometidos al presionarlos en las propias nomenclaturas) son “idioma” (alemán, español, francés, ruso e inglés), “vibración” (se permite atenuarla o directamente desactivarla), “textos” (la esencia de la propuesta al basarse en ellos), “audio” (la regulación del volumen de la gama de efectos es plausible) y “mando” (seguidamente se detallarán los botones preasignados pudiéndose ajustarse a las preferencias de cada cual); conviene aclarar que el lenguaje se limita a subtítulos e interfaz al carecer de pronunciación (las voces son nulas), narrándose no obstante los hechos con rotunda solvencia al cautivar los ricos diálogos (escriturales) a partir de un sonido envolvente (utilizar auriculares optimiza la inmersión) de infarto.

Vlad circus: Descend into madness

Los controles (en la presente reseña se analizará la versión para Xbox One pero apenas difiere de las demás plataformas amén de las características particulares innatas) resultan sencillos e intuitivos, con la cruceta para utilizar las armas (arriba para el revólver, abajo para el rosario, izquierda para el cuchillo o derecha para la escopeta), “LB” para encender la lámpara, “RB” para consultar el diario (subdividido en 
“lugares”, “notas”, “objetos” u “observaciones”), “A” para interactuar con el entorno (las posibilidades son casi infinitas), “B” para correr (soslayando la fatiga), “X” para recargar (en caso de tener munición) e “Y” para abrir el inventario (ampliable encontrando bolsas); con el joystick para los movimientos básicos (al ser una vista cenital no existen complejos), las directrices a otorgar se ejecutan sin problema.

Vlad circus: Descend into madness

La historia transcurre a lo largo de aproximadamente (concretarlos sería un error al revelar demasiada información) cincuenta escenarios únicos en la espeluznante mansión que sirve de telón de fondo (así como sus tétricos aledaños) aunando gráficos de corte clásico (en unos gloriosos ocho bits cuyos pixel art enamoran) con moldeados actuales (la iluminación en dos dimensiones obedece a un sistema menos vintage pero apasionante), con una retorcida intríngulis (circunscrita en un celebrable e imaginativo terror psicológico) que desemboca en el genial e inesperado desenlace; como era de esperar las referencias a Maniac mansion (modificando el point and click por una mayor libertad decisoria) son cuantiosas pero dignas de alabar, pues se percibe un respetuoso homenaje sin convertirse en una copia.

Vlad circus: Descend into madness

Los carismáticos personajes que desfilan por la pantalla engloban doctores (Nichola Jasper), empresarios (Vlad Petrescu), faquires (Ranjit Yadar), hombres forzudos (Dominique Maillard), magos (Harry Brock), mujeres barbudas (Alessia Fiore), payasos (Olliver Mills), siamesas (Ginger & Betsy Carver) y ventrílocuos (Joaquín Dilmer) junto a sus mascotas que abarcan elefantes (Morita), osos (Bruto), monos (Montalbano) y muñecos (Venancio); los escenarios a frecuentar comprenden alcantarillas, baños, bosques, buhardillas, carromatos, dormitorios, jardines e invernaderos, cambiándose el nivel de dificultad entre “aventura” (liviana) o “desafío” (exigente) si así se desea sin afectar la pavorosa atmósfera (los graznidos de los pájaros, las pisadas en la moqueta o los relámpagos de la tormenta perturban) que prima.

Vlad circus: Descend into madness

La sensación de que tras cada sombra se esconda un secreto o una amenaza (en la mayoría de situaciones es así) torna la empresa encomendada en casi suicida (absolutamente nadie está a salvo de fallecer en cualquier momento), imperando el misterio para averiguar qué ocurrió con determinado circo de fenómenos de los años veinte que acabó en cenizas investigando en profundidad la ya citada grotesca residencia en la que residen las respuestas para que el negocio vuelva a funcionar como antes (al menos esa es la intención de los implicados en una trama propia de una novela negra con tintes de humor); apreciándose técnicamente abrumadora e impecable, tal vez repercuta negativamente la no contemplación de un modo cooperativo (solo el solitario) para incrementar la diversión a raudales.

Vlad circus: Descend into madness

La clasificación por edades concedida es PEGI 16 a causa de “violencia fuerte” (es el alegato que consta en dicho apartado con la advertencia “algunas escenas e imágenes pueden herir la sensibilidad”), pues si bien es cierto que la apariencia es inocente (estéticamente recuerda a dibujos animados televisivos) la temática tratada (sobre todo la contundencia con la que se fragua visualmente como luce las capturas adjuntadas) para nada es apta para un público que no sea adulto con cruentas e inquietantes alucinaciones (rezar con el rosario e ingerir el milagroso tónico para reducir el estrés acumulado es primordial); para los coleccionistas de logros dilucidar que los mil de puntuación (el gamescore estándar sin expansiones o compras adicionales) los componen doce desbloqueables a medida del avance.

Vlad circus: Descend into madness

El precio de venta oficial en formato digital (la única viable por ahora con un archivo a descargar sumamente ligero al pesar menos de un gigabyte) asciende a veinte euros (en el bazar de Microsoft suelen aparecer descuentos asiduamente para ahorrar una parte del montante), antojándose algo elevado atendiendo a las circunstancias pero sin duda justificado por el diferencial contenido albergado (ostensiblemente alejado de un sinfín de trabajos similares del mercado); por último, cabe mencionar que la que ocupa es una magnífica alternativa lúdica para Halloween (no es casualidad que el lanzamiento haya coincidido con las vísperas de tan señalada fecha) por razones obvias (los párrafos anteriores las recopilan mínimamente) así como otras que merecen la pena descubrir por uno mismo in situ.

Vlad circus: Descend into madness

Daniel Espinosa, a fecha 29 de octubre del 2023

 
 
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