“Kungfu kickball”, de Blowfish Studio y WhaleFood Games
La sinopsis versa “compite contra tus amigos en un deporte de fantasía en el que se mezclan el fútbol y las películas de acción de kung-fu... vuela por el aire y desata una oleada de puñetazos, patadas y artes místicas para vencer al equipo contrario y meter la pelota en su campana... cada campana cuenta como un punto y el equipo que obtenga más puntos cuando se acabe el tiempo será el vencedor... perfecciona tus habilidades en los modos de campeonato individual contra una IA cada vez más difícil y luego líate a puñetazos con tus amigos en el modo multijugador local en línea”; la intríngulis de la obra.
Tras el sensacional video de introducción (rindiéndose un sentido tributo a las series de animación niponas) y ajustar tanto las opciones básicas (bloqueos, controles, etiquetas y vibración) como las musicales (efectos, locución, silenciar y volumen), se procederá a la formación de equipos (azul o rojo) para disfrutar (de qué manera) mediante conexión local u online del partido; con un objetivo claramente definido, los contendientes encarnarán a uno de los cinco personajes (más tres desbloqueables al cumplir ciertos requisitos) anónimos cuyo carisma (sin desbordar precisamente genuinidad u originalidad) es indudable.
La amplia selección de idiomas (alemán, español, francés, indonesio, italiano, japonés, portugués, ruso, turco e inglés amén de varios dialectos chinos) es inversamente proporcional a la de modalidades, pareciendo abundantes (“arcade”, “entrenamiento”, “personalizado”, “torneo” y “versus”) lo cierto es que no difieren apenas las unas de las otras; la duración de cada partida es de tres minutos (de marcarse en los últimos segundos tendrá lugar una repetición a cámara lenta), destacando unos escenarios (bosque, caverna, desierto, estadio, templo y volcán) que lucen espléndidos aun siendo bastante sencillos.
Con obstáculos modificables del entorno (como el desprendimiento de determinados objetos si se golpean las suficientes veces) que los convierten en (parcialmente) impredecibles, el hecho de que las acciones se basen en tres botones (A para salto, B para teletransporte e Y para puñetazo además de START para pausar y el joystick izquierdo para correr) facilitan enormemente la asimilación de la mecánica; así pues, el entretenimiento está asegurado al aunar adicción e intuición con una solvencia natural solo al alcance de unos pocos profesionales como los artífices citados en párrafos próximos.
La estrategia es, en efecto, un factor clave, pero consumar la plenitud de logros (veintiséis para un total de 1000G en la puntuación del gamescore) es un descomunal reto, transitando desde lo automático (ganar a la máquina) hasta lo quimérico (vencer en la dificultad máxima) adaptándose a todo el público con los niveles (“principiante”, “aprendiz” y “maestro”) ya sea con compañeros o agregando la inteligencia artificial a los espacios vacíos con un libre albedrío de calidad tal que repercute directamente en el triunfo (o no) concluyente.
La calificación por edades de apropiación a partir de siete años (PEGI 7) está justificada por la (leve) presencia de violencia, apreciándose en todo su esplendor gracias a unos gráficos en alta resolución (4K) que enfatizan el carácter fantástico del trabajo cumpliendo con creces (sin grandes alardes) su cometido visual; el peso neto del archivo a descargar (748 MB) no supone ningún impedimento para ubicar el oportuno icono en la pantalla principal en aras no demorar un ápice el inicio tras adquirir del bazar de Microsoft la versión digital (la única disponible) al objetivamente elevado precio (15,99 €) para lo ofertado.
En definitiva, el producto que ocupa (diseñado por Jonah Wallerstein, desarrollado por WhaleFood Games y distribuido por Blowfish Studios) es estéticamente minimalista (el arte conceptual resta en un segundo plano difuminándose con unas dos dimensiones que no terminan de encandilar) y posee una historia precaria (a pesar de que las fases tienen el nexo común de ir derrotando a seres progresivamente más poderosos); no obstante, se ofrece lo que se promete, es decir, diversión a raudales, por lo que el éxito en la compra está garantizado si uno no alberga grandes pretensiones más allá de las mencionadas.
