“Krut: The mythic wings”, de Blowfish Sutdios y Pixel Perfex
La sinopsis oficial (ligeramente modificada) versa “en un mundo lleno de magia el despiadado ejército de los Ogros invadió la tierra de la raza Garuda... la estirpe fue derrotada y finalmente cayó... tras la destrucción un guerrero gravemente herido despertó en la peculiar isla encantada de Himmaphan donde conoció a una figura misteriosa que le confió un poderoso artefacto... cuenta la leyenda que un héroe legendario usó las alas durante la Gran Guerra hace cientos de años y trajo la paz a la tierra... su aventura continúa”; encarnando a Veera el Krut en su terna con Zurah el Caudillo (personajes principales junto al misterioso El anciano que ejerce de guía) el respetable se sumergirá en esta adaptación del largometraje animado de origen tailandés The himmaphan warriors inspirándose en la mitología del sudeste asiático.
En el menú constan las opciones “empezar partida” (“nueva” o “continuar” dependiendo del caso), “ajustes” (con “audio” para regular los efectos de sonido y la música de fondo e “idioma” para seleccionar en cuál de los seis dialectos incluidos se desea leer los subtítulos) y “cómo jugar” (con dos páginas explicando los controles e iconos básicos); en la pantalla se visualiza claramente la barra del “indicador de potencia” y el “poder especial” (ambos en un principio ascienden a trescientos puntos aunque el valor es modificable siempre al alza), la “progresión de fase” (sumamente útil para comprobar el avance), los “espíritus recogidos” (el equivalente a las clásicas monedas a canjear por mejoras) y las “vidas” (de cuatro en adelante), permitiendo un expeditivo reconocimiento visual de la situación en cualquier momento.
Mientras que la barrera lingüística desaparece con el citado abanico de lenguajes (concretamente alemán, francés, español, marroquí, ruso e inglés), los tres niveles de dificultad (fácil, medio o difícil) se adecúan a todos los públicos (con ellos cada cual encontrará desafiante la aventura sin que le suponga excesivamente complicada), por lo que la customización de la partida es escueta pero certera para optimizar el disfrute; en cuanto a la relación entre acciones y botones es menester sentenciar que la asunción se antoja sencilla al limitarse a “movimiento” (joystick), “potencia de las alas” (LB y RB), “ataques” (X para moderado e Y para potente), “rodar/esquivar” (B) y “saltar” (A), no abundando la combinación de ellos salvo para dar golpes (hasta quíntuples) en aras de simplificar la puesta en escena sin inclasificables alardes técnicos.
El glorioso arte conceptual (acompañado de unos textos narrativos que acentúan el componente introspectivo) encandila sin remedio, siendo visual e históricamente lineal (a excepción de unos escenarios tridimensionales sobre los que rotan la cámara) para que nadie pierda la perspectiva de los acontecimientos; no obstante, tras el fugaz tutorial (funcional para aprender las mecánicas esenciales) el sistema de combate resulta algo repetitivo (se basa en eludir a los seres hostiles e intentar exterminarlos recibiendo el menor daño posible), por lo que el hecho de que únicamente exista el modo solitario (uno cooperativo nutriría más) merma considerablemente una experiencia rigurosamente circunscrita en un género tan particular como es el de plataformas de desplazamiento lateral con las negatividades innatas que ello implica.
A pesar de los señalado, la diversidad de logros (la mayoría acumulativos como matar a tres criaturas o derrotar al primer minijefe) y enemigos (en sintonía con el entorno concreto como las caracolas, los cangrejos y los mosquitos que plagan el mar inaugural) satisface cualquier paladar sin importar predilecciones varias; con el añadido de no pecar de una altiva duración (alrededor de tres horas si se decide completarlo sin invertir créditos virtuales en desbloquear el punto de control en cada ecuador sino en aumentar las habilidades aprovechando cada guardado automático para retomar la empresa así como la apertura de cofres repletos de joyas), el entretenimiento es tal que hallar el instante adecuado para descansar es casi quimérico para regocijo (y desesperación) de quienes adoran este tipo de propuestas.
Desarrollado por Pixel Perfex y publicado por Blowfish Studios (firma que por enésima vez ha confiado en Cementerio de Noticias para divulgar sus creaciones), lo cierto es que el trabajo que ocupa luce espléndido gracias al motor gráfico Unity que exprime cada píxel para alcanzar la calidad máxima (Ultra HD) según la plataforma elegida, pues está disponible tanto en Nintendo Switch, PlayStation, Steam y Xbox One (la que se ha utilizado para el presente análisis) como en las respectivas familias de dichas consolas de última generación; el precio de la versión digital (como suele ser habitual el único formato de adquisición contemplado) es el estándar (poco menos de veinte euros), por lo que en ese sentido también se cumple con creces las expectativas mundanales y la compra es, por ende, muy aconsejable.
