“Kingdom rush: frontiers”, de Ironhide Game Studio
Hace apenas tres meses vio la luz el primer título de Ironhide Game Studio reconvirtiendo (originariamente se descargaba en dispositivos móviles) para plataformas domésticas (léase consolas) su mundialmente premiado Kingdom rush (galardonado con el “Editor’s choice” de IGN, el “Must have” de Slide to play o el “Gold award” de Pocket gamer entre otros), haciendo ahora lo propio un segundo que nada tiene que envidiar a aquel; si bien es cierto que la evolución respecto a aquel (también reseñado en esta página) se aprecia mínimamente (se limita a cinemáticas simulando viñetas de cómic antes de cada nivel con la breve aparición del villano final tras superarlo amén de los inéditos escenarios a explorar e ídolos a encarnar de rigor) no lo es menos que resultan significativas, manteniendo la premisa de proteger las tierras de ataques invasores frenando sus tropas en la senda evitando que lleguen a la zona crítica.
El simple e intuitivo menú alberga los apartados “jugar” (para emprender directamente la aventura en tres ranuras de guardado), “opciones” (para regular tanto sonidos o música como ajustes de sensibilidad o velocidad) con la subdivisión “idiomas” (con alemán, chino, coreano, español, francés, japonés, portugués, ruso e inglés) y “créditos” (para visualizar la retahíla de responsables que han intervenido); sincronizar el almacenamiento en la nube (una de las funcionalidades técnicas de Xbox Play Anywhere para actualizar siempre el avance alternando aparatos puesto que conviene señalar el presente análisis se realiza en base a la de Microsoft código proporcionado por los compañeros de Best Vision Pr mediante) basta para comenzar la contienda previa definición de dificultad de la fase (oscila entre “casual” para principiantes, “normal” para habituales o “veterano” para experimentados pero es modificable) a aplicar en ella.
En la parte inferior derecha del mapa constan los desplegables “sala de héroe” (Alric por defecto con Mirage, Espinanegra, Cronan, Bruxa, Diedre, Grawl, Sha’tra, Muerdeceniza, Karkinos, Kutsao, Dante, Corahueso, Kahz y Saitam que paulatinamente estarán disponibles en dicho orden), “mejoras” (treinta desglosadas en seis categorías), “enciclopedia” (veinte construcciones junto a casi cinco docenas de enemigos que se irán añadiendo progresivamente) y “logros” (para obtener los clásicos mil puntos de gamescore se requieren la nada desdeñable cifra de ochenta y cinco trofeos); en referencia a esta última sección aclarar (para tranquilizar a los amantes del completismo) que muchos son de automática adquisición por el mero hecho de ir sumando horas, aseverando sin temor a errar que a los diez minutos ya se gozará de cuatro aunque en todo caso pueden consultar con detenimiento lo necesario repitiendo las etapas tanto cuanto se desee.
Cada victoria otorga hasta tres estrellas (el total es de ciento diez) según diversos factores (como la cantidad de seres hostiles que profanen la franja sagrada o las veces que se muera en el intento) con un enorme abanico de contrarios (como bandidos del desierto o saqueadores de las dunas por mencionar los inaugurales) a vencer en oleadas (de seis en adelante); para ello será preciso emplear sabiamente las torres (arqueros con cadencia de tiro, barracas con bloqueo de soldado, gremios con perforación de armadura o artillería con daño de área vuelven a ser las esenciales) colocándolas estratégicamente, comandando paralelamente las unidades aliadas (aprovechar el poder gratuito “pedir refuerzo” cada diez segundos es imprescindible para no sufrir una prematura derrota) con el arduo objetivo de sobrevivir en una secuela (la línea desde luego demanda más) que hará las delicias tanto de viejos como de nuevos aficionados.
Los aspectos negativos son idénticos a los ya conocidos, en especial un modo solitario (parece ilógico que con la saturación de propuestas similares en el mercado esta solo incluya el citado) que solicita una complementación colaborativa así como una historia (por tildarla de una manera gentil ya que el devenir es bastante monótono) plenamente anecdótica; sin embargo, la adicción que genera la odisea bélica (desde una perspectiva puramente familiar como demuestra la certera atribución de apropiación a partir de siete años de edad) es mayúscula justificándose el coste monetario (diez euros por la versión digital que es la única publicada hasta la fecha) desde el segundo cero porque los controles básicos (el joystick izquierdo para mover, la “A” para edificar, la “X” para batallar, “LB” para invocar o los botones clásicos para reforzar entre ellos) se asimilan sin complicación alguna a pesar del fugaz tutorial (integrado en la apertura) facilitado a tal efecto.
Por lo expuesto, cabe concluir que lo que promete ser una franquicia (es cuestión de tiempo que las entregas se sucedan como lo hicieron en la pantalla del celular a tenor del éxito cosechado) debe pulir determinados detalles (sobre todo los relativos a números de participantes y de linealidad argumental) para acabar de encandilar sin remedio, pero que el archivo a instalar apenas ocupe novecientos megabytes de disco duro es la excusa perfecta para mantenerlo en la interfaz en aras de iniciarlo rápidamente al no suponer ningún problema en cuanto a consumo de espacio se refiere; sin otro particular, resta recomendar la compra (o esperar a que se lance una antología con varios capítulos a riesgo de no darse perdiendo entonces valiosas ocasiones de un entretenimiento que engloba diferentes géneros) sin importar predilecciones lúdicas invitando a proxenetar (como sugiere la firma explícitamente) el escritorio con los fondos sitos en la web oficial.
Daniel Espinosa, a fecha 06 de abril del 2023
