Ghostbusters: Spirits unleashed es un videojuego de acción en el que cuatro cazafantasmas compiten contra un quinto jugador que ejerce de espectro para eliminarse entre sí con una mecánica realmente conseguida gracias al buen hacer de los expertos en asimetría IllFonic (cuán importante es que la firma cuide hasta el más mínimo detalle); contando con soporte completo de crossplay, ve la luz (de momento únicamente en su edición digital) en las plataformas vitales tanto de antigua generación (Play Station 4 y Xbox One) como de nueva (Play Station 5 y Xbox Series X/S) amén de ordenador (Epic Games Store) a un precio único de 39,99€ (cifra algo elevada pero sin duda justificada por los motivos que se expondrán a continuación), antojándose un tanto complicado que lo haga a corto plazo en consolas portátiles como Nintendo Switch a no ser que se reajusten mucho algunos parámetros que están claramente orientados al potencial del ámbito doméstico.
El universo de la saga regresa (cabe recordar que las incursiones de la marca se han ido sucediendo con el paso del tiempo con desigual acierto) con una estética totalmente renovada (optar por unos gráficos menos realistas en virtud de un mayor divertimento visual es eternamente plausible) para que los acérrimos seguidores de la franquicia se deleiten en solitario o con allegados (a la hora de formar equipos se puede seleccionar el modo offline u online según convenga aunque es recomendable proceder mediante la segunda opción ya que la asistencia de la inteligencia artificial cumple con creces su cometido pero no es equiparable a la arbitrariedad de cada cual); el objetivo no se limita a las partidas (de carácter autoconclusivo e independiente) sino que se extiende a una serie de espectaculares escenas exclusivas que se irán desvelando a medida que se acumulen las mismas, ayudando a entender la filosófica e inaudita intrahistoria subyacente.
Rescatando los artilugios más icónicos (los PKE para detectar las grietas interdimensionales que sirven como foco de reaparición y las trampas para capturar seres incorpóreos tal vez sean las referenciales) así como con una enorme libertad de movimientos (pese a que son fáciles de aprender no es tan sencillo dominarlos), tanto personajes femeninos como masculinos (para no discriminar a ningún grupo) desfilan por la pantalla ávidos de evolucionar aplicándoles mejoras (la metodología para obtenerlas se explica en el siguiente párrafo) en una experiencia que resulta bastante repetitiva e insustancial pero adictiva e inmersiva; en cuanto a los logros (la mitad de los cincuenta y uno son progresivos), para sumar los mil puntos de gamescore es necesario poseer determinados objetos (con las consecuentes habilidades), por supuesto circunscritos en la preudo(ciencia)ficción, siendo obviamente el ectoplasma una especie de materia prima fuertemente codiciada.
Además de los dos centros de operaciones (ambos archiconocidos para todo fan que se precie al tratarse del parque de bomberos y la librería de ocultismo), las localizaciones a transitar (en la sección de trabajos se muestran paulatinamente) son sublimes (el museo Whitestone, el hotel Cañón Hudson, la cárcel Rock Island, la torre Destilería y Cerrería, el artemisia RMS o directamente al azar), requiriendo explorarlas en profundidad para superar desafíos (de la división en actos, diarios o semanales) hallando esporas u hongos ocultos para desbloquear suculentas recompensas; las misiones no son excesivamente complejas (se citan expresamente sin cometidos secundarios), permitiendo practicar la destreza (cual escueto e improvisado tutorial) utilizando las electrónicas e imaginativas armas bajo las directrices de las voces de los actores de las películas originales retomando sus oportunos papeles, un auténtico lujo sonoro.
El apartado técnico debe catalogarse de formidable, puesto que tras aceptar la política de privacidad (meras cuestiones legales) basta con elegir el idioma preferido de entre los diez disponibles (subtítulos e interfaz están en español pero el audio solo en japonés e inglés) en el minimalista e intuitivo menú principal (en él constan “editar”, “amigos” y “ajustes”) para iniciar la aventura; por otro lado, el peso del archivo a descargar no es abundante (menos de doce gigabytes) y aunque la edad mínima oficial (PEGI) sea de doce años el contenido es apto para todo el público sin excepción, pues la vista subjetiva convierte los controles (esencialmente los joystick para mover, X para coger, LT para proyectar y RT para disparar) en inmediatamente asumibles para interactuar con el entorno, vigilando de no abusar del medidor de energía psicoquinética ni sobrecalentar el lanzapartículas al traducirse en fatales errores habituales en pleno fervor de la adrenalítica batalla.
La viabilidad de ir publicando actualizaciones o expansiones con escenarios e incluso enemigos (en cuanto a héroes no sería demasiado sensato puesto que se perdería el sentimiento de pertenencia de los aquí presentados) es digna de mención en aras de evidenciar la vida (entendiendo como tal la perdurabilidad) de una propuesta creada por y para amantes del fantástico (en la más positiva acepción del término), aprovechando las bases del típico cooperativo ensalzado por títulos como Left 4 Dead para formalizar un celebrable entretenimiento en el que el clásico humor blanco (o verde si se desea extrapolar el emblemático color del microcosmos aludido) está siempre muy presente; así pues, que nadie dude en adquirir su ejemplar (o en este caso serial) para comenzar cuanto antes su andadura en el más allá, porque Ray Stantz y Wilson Zeddemore están esperando ansiosos recibir e impartir peculiares clases magistrales a heroicos aspirantes.
