“The walking dead: Onslaught”, de Survios
La sinopsis versa “no hay descanso cuando la supervivencia está en juego..., prepárate para una avalancha de zombies mientras asumes los papeles de tus héroes favoritos de la serie..., enfréntate a los horrores y la humanidad de este nuevo mundo apocalíptico”; el argumento, en efecto, no dista del esperable, no obedeciendo a un guión definido sino a una sucesión de etapas carentes de un hilo conductor más allá del fatídico panorama de telón de fondo, siendo la recolección se suministros para reconstruir el asentamiento para las generaciones futuras al que se pertenece una mera excusa para cercenar y otros desmembramientos (progresivos) a los caminantes.
Los controles (cabe señalar de antemano que son imprescindibles los Move motion para disfrutar en Play Station 4, consola sobre la que se lleva a cabo el análisis que ocupa, antojándose un tanto discriminatorio para el resto de usuarios) se perciben un tanto caóticos en un primer momento (una vez asimilados apenas conllevan complicaciones), pudiéndose elegir entre el ya clásico teletransporte o mediante botones (es mucho más completa e interesante esta última opción a pesar del estrés inicial); la compatibilidad con las plataformas asociadas (Oculus Rift, PS VR y Steam VR) es sobresaliente, y aunque se limite al modo solitario (como de costumbre) uno se regocija cual querubín.
La jugabilidad se ve notablemente mermada si se procede sentado, perdiendo así no solo efectividad e interés sino maniobrabilidad, pues al recargar se debe efectuar un gesto que de no estar de pie pierde la fluidez que se ansía al introducirlo; el menú desplegable, lejos de enturbiar la experiencia, la simplifica formidablemente, mas a expensas de que vea la luz el parche de actualización que arreglará varios errores (ataques de espectros, autoguardado de progreso, parpadeos de pantalla, reinicios de nivel...) y, sobre todo, aumentará el abanico idiomático para que tan fructífera sinergia entre AMC y Survios contemple y subsane tan pecaminosa e insalvable barrera lingüística.
El propio tutorial ya deja entrever la tónica por la que se regirá la aventura, comprimiéndose en él los principales movimientos a realizar y, por ende, siendo más que aconsejable repetirlo para entenderlos e interiorizarlos sin titubeos; desde una perspectiva exitosa, las probabilidades de conseguir logros (un componente que para muchos es anecdótico pero para otros incentivador) van directamente relacionadas con la capacidad de priorización de cada cual, pues evitar la incesante línea roja (de alcanzar al superviviente lo eliminará de inmediato) que simula una horda de imposible huida (al estilo Fortnite) es ineludible pero se requieren determinadas proezas para obtenerlos.
El mapa (el mismo se va extendiendo a medida que se avanza en la historia hasta abarcar quilómetros) indica la dificultad de las zonas disponibles minimalista pero convenientemente (no hay que olvidar el propósito último del trabajo), reduciéndose todas al número de no muertos y el carácter del objetivo a consumar; en él, la mayoría de misiones se valen de la acción (o más bien la evasión, ya que lo más sensato suele ser escapar de los enemigos en lugar de combatirlos) en detrimento de la exploración (este termina convirtiéndose en un factor secundario dirigido a quienes deseen mejorar ciertos aspectos), lo cual no agradará (con convencimiento) a los más puritanos en la materia.
La elección de personajes (con sus respectivas habilidades) resulta un verdadero acierto al ofrecerse desde el segundo cero los más célebres de la serie (pese a no ser reamente relevantes para el devenir de la partida ya que la vista religiosamente subjetiva impide verlos); el arsenal comprende desde tuberías hasta fusiles, pasando por otra artillería que no se mencionará para que se vaya descubriendo por parte del respetable (una en concreto es obvia e incluso aparece en alguna de las capturas adjuntadas en la crónica, pero aún así no se citará), sumando un total de veinticuatro armas de lo más variopintas con sus respectivas modificaciones para adaptarse al estilo combativo.
Los gráficos (que no lucen en la máxima resolución que las gafas permiten) presentan unas texturas muy bien definidas, apreciándose en todo su esplendor la sangre que salpica de las acometidas a los atacantes que pueblan los escenarios, valga añadir, bastante pobres en detalles que, sin embargo, cumplen con creces su cometido inmersivo al ser puramente transitorios; por otro lado, el sonido no se aleja lo más mínimo del preestablecido para este tipo de propuestas (melodías tétricas con impases que infunden tensión para finalmente sobresaltar), sorprendiendo que no sea armónico (se escuchan los ataques cuando se han eludido) y se recalibre estrepitosa y fatalmente.
La duración estimada es de siete horas (algunas fases no superan los cuatro minutos de duración pero otras se extienden mucho más al implicar desafíos paralelos que exigirán de tenacidad e inteligencia el más veterano), por lo que el entretenimiento está asegurado; el precio de venta al público (29.99$ la versión estándar y 39.99$ la de lujo) está sin duda justificado atendiendo al mercado actual, mas los seguidores de la franquicia se verán rodeados de los factores (tanto negativos como positivos) que habitualmente aprecian en los capítulos, afrontando retos no muy dispares pero sí adictivos (por el dinamismo con el que acontecen), lo cual tiene infinito mérito e incalculable valor.
Daniel Espinosa, a fecha 30 de septiembre del 2020