Título original: Machete kills
Año: 2013
Nacionalidad: EEUU
Duración: 107 min.
Género: Acción, Comedia
Director: Robert Rodríguez
Guión: Kyle Ward
Reparto: Danny Trejo, Carlos Estévez, Jessica Alba, Michelle Rodríguez, Mel Gibson, Lady Gaga, Amber Heard, Antonio Banderas, Vanessa Hudgens, Cuba Gooding Jr., William Sadler, Sofía Vergara y Alexa Vega
Sinopsis
Machete es contratado por el gobierno de los Estados Unidos para liquidar a un excéntrico y loco millonario que se dedica a traficar con drogas y armamento altamente peligroso; su intención es extender una guerra por todo el planeta tras lanzar un misil en suelo norteamericano.
Crítica
Machete, metraje que vio la luz en el ya lejano dos mil diez con enorme repercusión y escaso éxito (puede que internet le hiciera un flaco favor pero en cualquier caso se antoja merecido el descalabro), nació de un falso adelanto cinematográfico rodado por el propio Robert Rodríguez para Planet terror, una de las dos películas que conformaban la sesión doble rememorativa de los años ochenta Grindhouse (la otra obra fue la de su buen amigo Quentin Tarantino, la poco menos que horrorosa Death proof), estreno tras el cual, según el polifacético cineasta afirma, muchos fans le escribieron emocionados rogándole que aquella pieza se convirtiera en su próxima película, súplicas a las que no hizo caso omiso al tardar muy poco en ponerse en contacto con su actor predilecto Danny Trejo (en prácticamente la totalidad de sus trabajos está presente, incluyéndose entre dicho longevo listado la inolvidable Abierto hasta el amanecer) para que, por fin, después de varios años de carrera como secundario, le llegase su primer papel protagonista en una cinta de distribución masiva; aunque el resultado resultó fallido e incluso puede que aburrido (los avances lucían estupendamente pero no se correspondían con el producto al prometer cantidades ingentes de descontrolado gore y macarra salvajismo quedando finalmente en una simpática broma entre compañeros de profesión) y el elenco de estrellas compaginador de celebridades actuales y viejas glorias en caída libre tan extenso como catastróficamente aprovechado (se encontraban en el mismo Steven Seagal, Robert De Niro y Lindsay Lohan entre muchos otros), nadie dudó del potencial de la idea y que se podría convertir en todo un primor de elaborarse un guión medianamente sólido, desarrollarse como es debido y, sobre todo, cumplir con las expectativas que se atribuyen (más por inercia que por provocación propia) a una producción de semejante índole, algo que sí sucede Machete kills.
Pese a que la primera entrega ingresó en la taquilla mundial apenas cuarenta y cuatro millones de dólares (habiendo costado diez no se tradujo en pérdidas pero sí en cierto fracaso), no hubo razón (al menos para los responsables) para no volver a reunir a unos cuantos camaradas y llevar a cabo la secuela superándose, además, en lo que a reparto variopinto se refiere (a los repetidores Danny Trejo, Jessica Alba y Michelle Rodríguez se añaden los nombres de una más excéntrica que nunca Lady Gaga, una como siempre bella Amber Heard, una considerablemente madura Vanessa Hudgens, un irreconociblemente serio Cuba Gooding Jr., un imponente William Sadler y un implacable Marko Zaror además de los que se irán citado a lo largo de la crónica, ahí es nada); dicho sinfín de rostros populares desfilan por la pantalla haciendo las delicias del espectador en el primer tercio del filme (aquellos más exigentes saldrán de la proyección defraudados incluso con el apoteósico inicio pero hay que ser consciente de que poco más se puede pedir), pues la fantástica trama se va desinflando paulatinamente a medida que transcurren los minutos hasta terminar por resultar repetitiva, cuasi letárgica al no ser por las constantes (y fugaces) aportaciones del elenco actoral, lo cual ha repercutido en la correspondencia auditiva, ya que no ha sido la esperada en el territorio estadounidense al recaudar en su fin de semana de estreno escasos cuatro millones de dólares (solamente una quinta parte de lo que se ha invertido en ella), lo cual no debe sorprender al ser un producto destinado a triunfar en festivales especializados (como ha sido el caso del Sitges Film Festival 2013) y el mercado doméstico, quedando limitado dicho éxito en el plano comercial por motivos alarmantemente evidentes más allá de desear visionar en toda su plenitud a las exuberantes damas y, más concretamente, los respectivos atributos femeninos de éstas, como poco atrayentes.
Tras una muestra de lo que podría suponer el tercer capítulo de la franquicia en la que la acción transcurriría en el espacio exterior homenajeando a la saga La guerra de las galaxias (de hecho el desenlace hace creer seriamente que verá la luz en temporadas próximas no limitándose en cualquier caso el tributo al supuesto avance) parodiando la participación de otro reparto de auténtico infarto (el descarte de Justin Bibier es tal vez el instante más desternillante de todo el metraje y, por el contrario, ya puestos a valorar las contribuciones, la representación patria a través de Antonio Banderas la más vergonzosa), el festín de deliberada cutrez da comienzo cuando el todopoderoso presidente de los Estados Unidos(Charlie Sheen presentando al fin con su verdadero nombre, Carlos Estévez, una mera anécdota al aparecer ególatra y presuntuoso como de costumbre) contrata al hombre que encarna la causa latina, Machete (Dany Trejo, tan inmenso que él solo justifica la existencia de la cinta); el motivo de tan desesperado pacto (si cede a prestarle sus servicios su extenso historial delictivo desaparecerá por siempre jamás) reside en que el líder de un cártel y traficante de armas multimillonario llamado Luther Voz (Mel Gibson, actúa con tal convicción que espanta en no pocos momentos) ha ideado un plan para llevar el caos y la destrucción a todo el planeta con una potente arma espacial (ni más ni menos un cohete), por lo que la misión del letal justiciero de los desterrados es la de acabar con él.
Extraer la esencia que se desprende de las sinceras palabras concedidas por uno de los principales reclamos del filme a la revista Total Film, la estrella televisiva de nacionalidad colombiana Sofía Vergara (nadie mejor para hacer valer aquel dicho, a riesgo de parecer grosero algo modificado en la cuarta palabra, “tiran más dos pechos que dos carretas) dada a conocer ante el gran público gracias a su adorable personaje de Gloria Delgado en la popular serie de televisión “Modern family” (un papel que guarda muchas similitudes con su personalidad en la vida real y que, por lo tanto, contrasta profundamente con la agresividad que irradia la actriz en su vertiente más cómica y a la vez violenta en la presente obra), es el mejor modo de ejemplificar el aprensión subyacente que entre los propios integrantes existía en un principio, creyendo verse inmersos en un fiasco total como el que supuso el anterior y el beneplácito que sintieron al comprobar que no iba a estrenarse de nuevo una propuesta tan precaria como la anterior; la diva latina, que da vida a una retorcida meretriz que no tiene reparo alguno en cometer sangrientos asesinatos para sobrevivir (que se trata de una persona perturbada queda patente en el hecho que chille y gesticule airadamente cuando ejecuta a sus víctimas) no dudando en hacer uso de su original conjunto metálico de ropa interior con metralleta incorporada para abatir a sus enemigos (de muy similar modo al del personaje del gran Sex Machine en la ya citada con anterioridad por otras cuestiones Abierto hasta el amanecer encarnado por el incombustible genio del maquillaje Tom Savini, quien también desfila por la pantalla algún que otro minuto, pretendidamente evidente), confesó estar completamente atemorizada antes de iniciar el rodaje de una cinta que (ya se sabía desde su propia concepción) dará mucho que hablar, mostrando posteriormente una gran disposición (al igual que el resto de sus compañeros) a plegarse a los deseos del director de forma incondicional, y es que enloquecida, vibrante, explosiva y sensual (por no decir directamente sexual) la producción es digna de incorporarse al largo listado de propuestas emuladoras de la serie b más casposa guardando cierta calidad visual entre muchos efectos visuales económicos.
A pesar de los miedos e inseguridades que afrontar un visionado como el que supone Machete kills puedan florecer no sin justificación (una continuación siempre será preconcebida como una extensión de la anterior, no siendo así en esta ocasión), para el que es preciso olvidarse por completo de su predecesora (y perecedera) cinta, estos se superan con facilidad y rapidez cabiendo valorar muy positivamente la plasmación de las experiencias vividas en el set de rodaje de la última película de Robert Rodríguez al contener escenas impactantes a la par que controvertidas por doquier, todas ellas exprimiendo con atino el género que se la presupone, el de acción, por encima del cómico (si bien es cierto que las burlas son constantes) y unificando maravillosamente el divertimento y el entretenimiento que todo espectador desea encontrar en ella, confluyendo en la misma desafiantes saltos (la irracionalidad cobra tintes épicos), temerarias conducciones (el frenetismo logra mantener en vilo al más pasivo), impresionantes explosiones (algunas provocadas por cuerpos humanos arrojados a helicópteros) y, en general, hiperactividad varia (citar todas las locuras que acontecen requeriría miles de líneas de texto), una retahíla de disparatadas ocurrencias que es lógicamente insostenible pero realmente desternillante y, por ende, un visionado loable como cualquier otro si se obvia la ausencia de raciocinio y la improducente lentitud que a partir de los primeros veinticinco minutos y se entiende como un obsequio previo a la muy esperada secuela de la magnífica Sin City, puede que el trabajo más ansiado de la carrera de un director que bien podría convertir los elementos que emplea en cada una de sus piezas (en esta ocasión, como ya se ha indicado, plasmándose los mismos más como una sucesión de locuras inconexas que como un conjunto válido seguidor de un orden específico) en marca registrada al igual que lo hace The Coca-Cola Company con la botella contour (es decir, la forma), la curva dinámica y el disco rojo (así es de veras por extraño que pueda llegar a parecer) evitando posibles plagios.