Título original: Countdown Año: 2019 Nacionalidad: EEUU Duración: 82 min. Género: Suspense, Terror Director: Justin Dec Guión: Justin Dec Reparto: Elizabeth Lail, Peter Facinelli, Anne Winters, Charlie Dermott, Talitha Bateman, Thompson Segura, Tichina Arnold y Jordan Calloway
Sinopsis
Una joven enfermera decide descargar una aplicación para el teléfono móvil que puede predecir el momento exacto en el que va a fallecer...
Valoración
Lo mejor: el entretenimiento durante los ochenta y dos minutos de duración (cabe señalar que durante los créditos finales tiene lugar una microescena esencial para entender una viable segunda entrega) es total, lo cual no resulta nada sencillo tratándose de una cinta de índole tan comercial como la que ocupa; la vertiente humorística, representada en el dependiente de la tienda y el clérigo de la iglesia (ambos pletóricos e hilarantes en sus respectivos cometidos), logra dibujar sinceras sonrisas sino sonoras carcajadas en el respetable; el desarrollo de la historia, sin llegar a ser una maravilla del séptimo arte, cumple con creces su cometido para, en gran medida (a intervalos es complicado no proferir algún que otro bostezo provocado por el inconexo e incomprensible devenir), rendir tributo a clásicos del género.
Lo peor: la conversión del clásico Destino final a la era tecnológica es más que decente, aunque no deja de ser una sutil revisión cuyo contenido no es en absoluto novedoso; la alusión a ciertos cometidos sanitarios está distorsionada, y es que las funciones que se atribuyen a los enfermeros corresponden a los auxiliares, siendo en este sector el clasicismo una máxima que convierte este ocupacional hecho aislado en un enorme error profesional; el abuso laboral que se (des)dibuja se antoja un pésimo recurso, no tanto por su eficacia (al fin y al cabo es un método como cualquier otro para justificar determinadas reflexiones morales refutadas en la venganza menos aconsejable) como por su tratamiento (de hecho no existe más allá de exponerse muy prematura e intencionalmente), convirtiéndose en uno de tantos triviales alegatos.