Título original: Circle Año: 2015 Nacionalidad: EEUU Duración: 84 min. Género: Ciencia ficción, Suspense Director: Aaron Hann y Mario Miscione Guión: Aaron Hann y Mario Miscione Reparto: Julie Benz, Michael Nardelli, Carter Jenkins, César García, Kaiwi Lyman, Matt Corboy, Lawrence Kao, Lisa Pelikan, Jordi Vilasuso, Molly Jackson, Allegra Masters, Mercy Malick, Rivka Rivera, Daniel Lench, Sara Sanderson, Zachary Rukavina, Michael Lafferty, Cameron Cruz, Daniel Yelsky, Bill Lewis, Ashley Key, John Lee, Kurt Long, Jamie Lee, Muneer Katchi, Rene Heger, David Reivers, Marc Smith, Jacquelyn Houston, Michael Bacco, David Saucedo, Aimee Kay, Gloria Sandoval, Howard Miller, Shane Spalione, Jay Hawkins, Fay Witt, Autumn Federici, Kevin Sheridan, Emilio Rossal, Leandra Terrazzano, Rory Uphold, Marisol Ramirez, Brent Stiefel, Han Nah, Vee Kumari, Coley Speakson, Demaris Gordon, Nasrin Mohammedi y Floyd Foster
Sinopsis
Una serie de desconocidos se despiertan encarcelados juntos dentro de una cámara misteriosa formando un círculo para, en tiempo real, identificar a sus captores y decidir cuál de ellos merece seguir vivo...
Valoración
Lo mejor: la diversidad de participantes (en la ficha técnica se ha adjuntado el reparto al completo por pura justicia divina, pues la relevancia entre ellos es muy dispar) del grupo seleccionado (aleatoria o premeditadamente es una incógnita que persiste incluso tras la conclusión de la cinta) hará que el espectador se sienta identificado obligatoriamente con alguno de ellos, si bien lo más habitual es que se haga lo propio con la mujer embarazada y la fémina de menor edad (por aquello de empatizar con los más débiles y, sobre todo, por el modo en el que se tratan ambos personajes); el poder atribuido a las extremidades superiores (manos) para decidir (votar) e iluminar (sentenciar) al antojo de cada cual, en la mayoría de ocasiones (como en la vida real) tras estereotipar e interferir prejuicios sin fundamento (la crítica social es más que evidente, sucediéndose argumentos homófobos, racistas y demás animadversiones injustificadas), será envidiado por más de uno; la intensidad crece a medida que los segundos transcurren junto con el interés, si bien la parsimonia que asume el conjunto en general (por no desvelar ningún detalle relevante) es tan surrealista como los alegatos propuestos por los autoproclamados líderes de dos bandos claramente diferenciados en aras de seguir un orden lógico en una especie de proceso de eliminación que recuerda al programa televisivo “Ahora caigo” (sin posibilidad se supervivencia una vez señalado salvo empate, eso sí).
Lo peor: el extremo minimalismo (la acción transcurre íntegramente en una sola habitación salvo los dos últimos minutos) no agradará a muchos espectadores y, además, los pocos medios técnicos empleados no lucen ni mucho menos espléndidos (la escena conclusiva es la mejor muestra de ello, presentándose entonces unos efectos especiales muy ínfimos); la tendencia, por parte de los responsables, de valerse de la persuasión y la manipulación para hacer avanzar una trama sin demasiado sentido que, de ridícula que se antoja a la postre, incluso interiorizando la moralidad y la piedad (quien apoye que en semejante situación alguien se ofrecería voluntario para morir sin entender ni siquiera la finalidad de semejante sacrificio es valedor del don de una falsa ilusión eterna) a las que se recurren en varios impases, ningún propósito claro se haya; la teoría del rayo abductor (por no clasificar de la de los alienígenas chinos) es tan grotesca que, al no citarse para amenizar la velada cual disparatada ocurrencia, dilapida cualquier atisbo de confianza racional concebible.