Chilling visions: 5 senses of fear
(Andy Mitton, Emily Hagins, Eric England, Jesse Holland, Miko Hughes y Nick Everhart, 2013)
Ficha técnica
Título original: Chilling visions: 5 senses of fear
Año: 2013
Nacionalidad: EEUU
Duración: 84 min.
Género: Suspense, Terror
Director: Andy Mitton, Emily Hagins, Eric England, Jesse Holland, Miko Hughes y Nick Everhart
Guión: Andy Mitton, Emily Hagins, Eric England, Jack Stanley, Jesse Holland, Miko Hughes y Nick Everhart
Reparto: Thea Trinidad, Hilary Greer, Nicholas Tucci, Ace Marrero, Sean Leser, Caleb Barwick, Danae Nason, Gwen Kosak y Sean Carmichael
Sinopsis
Los cinco sentidos humanos enfocados desde el miedo en estado puro...
Crítica
A partir de un mal común, cinco autores (de hecho seis, pues uno de los segmentos, como bien se especificará en las siguientes líneas, está codirigida) de la más diversa naturaleza fílmica proponen, en clara sintonía con algunos de los episodios de la estupenda Masters of horror, sendas historias basándose en cada uno de los sentidos que el ser humano convencional conoce (siempre se ha barajado la posibilidad de que un sexto se pueda llegar a dominar, siendo de hecho el título de uno de los metrajes más importantes del género de terror, pero no es momento de entrar en debates acerca de dones divinos); Chilling visions: 5 senses of fear (la nomenclatura seleccionada para la propuesta, así como para las tramas que la componen, es sino inmejorable cuanto menos oportuna) cuenta con una premisa que promete y mucho, aunque la ejecución de la película conjuntiva, a pesar de la originalidad que de los puntos de partida de las obras, sus notables interpretaciones y un apartado de maquillaje más que decente en todas ellas, no mantenga una calidad equitativa, enamorando perdidamente algunas historias y aburriendo tremenda e inconcebiblemente otras, un imperdonable negativismo que imposibilita el disfrute total del filme.
En “Smell” de Nick Everhart un depresivo recién divorciado recibe la visita de una misteriosa experta en feromonas que se persona en su domicilio ofreciéndole un frasco de colonia cuyo aroma le facilitará enormemente el contacto con las féminas pero al mismo tiempo afectará a su delicada piel ocasionando que ésta se desprenda de su cuerpo y, así, tras dos años pasando desapercibido laboralmente, un repentino éxito supondrá un por otro lado merecido ascenso ante la oleada de despidos que en la empresa de la que forma parte desmoraliza al resto de empleados mientras descuida lo que hasta entonces apreciaba de veras, su amada, perdiendo por completo la ansiada oportunidad de recuperarla; en “See” de Miko Hughes (pieza coescrita con Jack Stanley) el curioso poder de un oftalmólogo de fabricar sus propias gotas oculares a modo de reminiscencias a partir de la extracción de la retina de sus clientes la esencia que desprende la misma terminará por causarle una lamentación mayúscula cuando haga lo propio con su última adquisición, revelándole ésta un caso de malos tratos por parte de un ser tan escrupuloso como repulsivo y, al pretender contagiarle con una combinación de malas vivencias previamente aglutinadas, lejos de castigarlo propicie un cruento desenlace sentimental así como la posterior venganza de quien comete un acto impío con voluntad inducida.
En “Touch” de Emily Hagins un accidente de tráfico deja a un niño ciego a la espera de que la policía le socorra ante la imposibilidad de que lo hagan sus lastimados padres, pero su excelente sentido al palpar hace que no aguarde sino que busque por sí mismo ayuda armado de valor y su guiador de acero, exploración ante la crítica situación de sus progenitores que llevará a cabo adentrándose en un camino en el que lo desconocido se va tornando sabido a medida que hace valer su don orientativo y la relevante deducción a partir de lo que va tocando le ilumina acerca de lo realmente ocurrido, un premeditado percance urdido por un psicópata que emplea cerros para osos a modo de mortales trampas para capturar a sus presas humanas; en “Taste” de Eric England una adinerada y bella empresaria cuyas aficiones transitan entre la locura y la perversidad solicita la presencia de un indumentariamente descuidado joven para una finalidad oscura, no dudando el mismo en asistir al lugar pensando que se trata de una convencional entrevista de trabajo para cubrir un puesto indeterminado y reuniéndose en la sala de espera con las más dispares personalidades, descubriendo finalmente que todo se debe a un sádico plan para complacer a una insaciable devoradora que pretende beneficiarse de las facultades del citado talentoso y así llevar a cabo un proyecto a nivel mundial que precisa de alguien con sus cualidades para que fructifique, amenazándole a éste con una atroz muerte de rechazar la oferta.
En “Listen” de Andy Mitton y Jesse Holland un grupo de amigos universitarios analizan la veracidad de una fábula que asegura que quien escucha una canción de origen ruso compuesta por un demente en la década de los setenta fallece entre terribles sufrimientos al agredirse el oyente a sí mismo al activar el dominio del pensamiento neurológico sobre el padecer sensitivo, realizando para ello un exhaustivo análisis del material anónimo debidamente censurado que recientemente han recibido, advirtiendo a la postre que la integridad psíquica del afectado lo trastorna paulatina e irreversiblemente, y es que se trata de una incursión en territorio maldito en el que nadie puede tocar la partitura objeto de la mortífera leyenda sin encontrar una fatídica resolución; teniendo en cuenta que el primer cortometraje (la extensión de éste y el resto es el típico e incluso debido) merece una puntuación de ochos sobre diez, el segundo de siete, el tercero de ocho, el cuarto de cuatro y el quinto de tres, la calificación más justa a otorgar al producto es la media de ellas aun siendo, como ya se ha indicado anteriormente, un trabajo plural en el que, sin embargo, la repetición de determinados personajes hace que mantengan cierta conexión aunque, en ningún caso, argumental.
El olfato, la vista, el tacto, el gusto y el oído son los respectivos temas centrales de cada uno de los cinco relatos que conforman Chilling visions: 5 Senses of fear, una propuesta dedicada al miedo entendiendo como tal el pavor extremo que uno padece cuando se enfrenta a situaciones incomprensibles, poco o nada controlables y, en último término, mortalmente peligrosas para la integridad (tanto física como psíquica) del sujeto que las sufre, y tal pretensión se enfoca desde la diversidad más extensa, con argumentos y desarrollos de diversa tipología (desde el fantástico hasta el suspense, pasando por el gore más descafeinado que se pueda concebir); las obras comparten duración y moraleja final (en efecto, la formidable Historias de la cripta puede considerarse referencial) pero no adecuación, pues mientras que dos presentan una coherencia y continuidad que enganchan y divierten (algo alejado de la temática del terror, eso sí) y una se goza con alegría, las dos restantes (precisamente las últimas) son poco menos que mediocres, incluso por debajo de la media presumida indecente (en especial la conclusiva, y es que nunca antes cuatro manos hicieron menos que dos, cabiendo recordar que es la única de dirección compartida), siendo en cualquier caso una curiosa visión de los sentidos humanos a modo de colección desarrollado por Chiller Films y Synthetic Cinema International no tan celebrable como las dos entregas de V/H/S pero igualmente alabable y, por ende, de aconsejable visionado siempre y cuando las expectativas no sean desmesuradas, pues de lo contrario la velada se tornará insufrible porque transmite tensión pero nada de miedo.