Título original: Hell
Año: 2011
País: Alemania
Duración: 89 min.
Género:Drama, Suspense
Director: Tim Fehlbaum
Guión: Tim Fehlbaum, Thomas Wöbke y Oliver Kahl
Reparto: Hannah Herzsprung, Lars Eidinger, Stipe Erceg, Lisa Vicari, Angela Winkler, Yoann Blanc, Christoph Gaugler y Marco Calamandrei
Sinopsis
Tres personas que viven en un mundo sin agua deciden marchar a las montañas, ya que existe un rumor de que allí todavía hay agua; sin embargo, su misión se complicará cuando se topen con otro grupo de supervivientes que no dudarán en arremeter contra ellos, por lo que seguir con vida se convertirá en un verdadero y peligroso infierno.
Crítica
Un panorama desolador, unos supervivientes enfrentados con otros por víveres y secuencias visualmente impactantes son elementos que ya hemos podido ver en infinidad de cintas, pero Tim Fehlbaum ha decidido volver a plasmarlos en su vertiente más extrema, mostrándonos la crudeza con la que las personas (agrupadas a causa de las circunstancias en pequeños grupos, compartiendo un interés colectivo) actuarían en caso de enfrentarse a un mundo postapocalíptico en el que el agua escasea de forma alarmante, situación en la que los instintos más primitivos y salvajes aflorarían con el objetivo de permanecer con vida, sacrificando todo lo que fuera necesario; queda constancia de que el tan temido infierno no tiene por qué tener lugar tras la muerte, puede acontecer en la Tierra si las condiciones son nefastamente propicias.
Tres supervivientes emprenderán un viaje con la finalidad de encontrar agua (y víveres en general) en un mundo desértico; las condiciones meteorológicas durante el día hacen imposible la normal vivencia, por lo que se ven obligados a desplazarse en coche y siempre tras el ocaso (durante el día vierten sus esfuerzos en permanecer distraídos intentando subsistir de la mejor forma posible), arriesgando constantemente su raciocinio, sus suministros y, en definitiva, sus respectivas vidas.
Cuando la gasolina escasee deberán negociar con Tom (Stipe Erceg), un mecánico que inicialmente intenta robarles, para poder alcanzar el objetivo conjuntamente; la unión parece fructífera, pero el secuestro de la hermana pequeña de Marie (Hannah Herzsprung, toda una gozada de actriz), Leonie (Lisa Vicari), alterará por completo la situación y no parará hasta dar con ella y ponerla a salvo, siempre ayudada (no tanto psicológicamente como físicamente) por su pareja, Philip (Lars Eidinger); en esa misión de rescate veremos cómo el grupo de salvajes secuestradores utilizan a las personas que van raptando como ganado (ya que los animales apenas existen), un terror psicológico muy potente que fácilmente podría ocurrir en momentos críticos y que nos es presentado de forma visual con detalles angustiosos y difícilmente olvidables, pues gozan de tanto realismo que mayormente abruman.
Roland Emmerich, que apadrina el debut del director, sabía perfectamente la problemática y la manera de afrontarla del filme antes de iniciarse el rodaje del mismo, y es que le encanta sumergirse en tramas desoladoras y revolver algo más que el estómago (de hecho en su carrera aparecen títulos de semejante índole y misma temática como la exitosa Independence Day o la reciente 2012, aunque en esta ocasión se trata de un trabajo mucho más serio y directo); por otro lado, Tim Fehlbaum emplea a la perfección los pocos medios de los que hace gala la cinta para solapar la ansiedad con la necesidad, la primera producida por el desolador panorama en el que se encuentran los protagonistas y el segundo por la claustrofóbica escasez de agua, el bien más preciado y necesario del que actualmente el ser humano dispone en grandes dosis (tal vez es por ello que no lo aprecia como es debido).
Puede que la cinta no muestre síntomas de innovación ni genere especial interés, pero el hecho de revelar que si en cuatro años la temperatura asciende cuatro grados (algo probable a juzgar por la situación actual del derretimiento de los Polos) apenas tendremos posibilidades de sobrevivir (esto está demostrado científicamente) hace (o almenos así debería ser) replantearnos los recursos que empleamos (y derrochamos) diariamente; además, la belleza del supuesto mundo futuro es hipnotizante a pesar de la crudeza del mismo, así como varias escenas de crueldad que serían perfectamente factibles (como la que viven los pocos supervivientes del planeta en un sótano tan oscuro como su futuro, en el que las vejaciones y la alimentación primarán sobre el resto de necesidades) y una soberbia imagen que enamora en todas y cada una de las secuencias; no obstante, la inexistente originalidad de la trama y el desarrollo de ella hacen que el producto resulte típico, tópico y predecible, por lo que lo correcto se torna finalmente indiferente.
