Ficha técnica Título original: Get out Año: 2017 Nacionalidad: EEUU Duración: 101 min. Género: Suspense, Terror Director: Jordan Peele Guión: Jordan Peele Reparto: Daniel Kaluuya, Allison Williams, Catherine Keener, Bradley Whitford, Betty Gabriel, Caleb Landry, Lyle Brocato, Ashley Campbell, Marcus Henderson, Lilrel Howery, Jeronimo Spinx y Rutherford Crave
Sinopsis
Un joven conoce con predisposición a la adinerada familia de su novia pero, a medida que pasan las horas, una serie de descubrimientos cada vez más inquietantes le llevan a revelar una tenebrosa verdad...
Valoración
Lo mejor: la hipersugestionabilidad como concepto a tener en cuenta en adelante en el marco de la siempre desconcertante hipnosis (en este caso para sedar cual místico e introspectivo viaje hacia las profundidades de uno mismo y, posteriormente, preparar mentalmente y trasplantar para completar una efectiva metodología dividida en estas fases perfectamente diferenciadas), mas si la intolerancia actúa sobre ella desde la opresión en lugar de la comprensión la inquietud es, todavía, mayor; el relanzamiento de Daniel Kaluuya a la gran pantalla como absoluto protagonista tras aparecer en diversos largometrajes como secundario y hacer lo propio en varias producciones televisivas, sosteniendo él solo la muy compleja integridad de un personaje con tantos matices como traumas pasados (las circunstancias de la muerte de su progenitora), presentes (el reciente accidente de coche al atropellar a un ciervo) y, a raíz de lo acontecido en la gran reunión que se celebra en la cinta, futuros (cómo seguir viviendo con cierta normalidad es toda una incógnita); la aportación cómica del tema original de la banda sonora de Dirty dancing cuando determinada fémina contempla la viabilidad de futuras víctimas atléticas, un fugaz detalle que borra momentáneamente el semblante sufridor que mantendrá el respetable entonces (los compases más sangrientos e impactantes se aglomeran aquí) por otro terror más liviano y digerible.
Lo peor: la perversidad que deja entrever el director (aunque se antoje increíble por su formidable destreza debutante) se difumina, incongruencias a parte (quién deja selectivamente las imágenes de antiguas conquistas en el armario y por qué las fotografías despiertan del largo letargo a los que permanecen en trance son algunas de las incógnitas que restan sin resolver), entre resonancias sociales que terminan por aborrecer incluso al espectador más defensor de eufemismos e igualdades, y es que los extremos no son buenos y la reiteración un nefasto recurso; el racismo más clasicista (afroamericanos poco menos que torturados por caucásicos) como punto de partida para justificar cierto experimento de apropiación indebida de cuerpos privilegiados (atendiendo a las aspiraciones de cada cual), pese a banalizarse en los instantes finales al señalar posibles objetivos de todo tipo, se acentúa exageradamente en la inmensa mayoría del metraje; la desmesurada publicidad positiva de la que ha gozado la película no la hará, posiblemente, ningún bien, pues generar altas expectativas suele traducirse en grandes decepciones y la notabilidad natural de la propuesta podría degenerar en aceptación. Daniel Espinosa