Título original: Hansel & Gretel
Año: 2013
País: EEUU
Duración: 88 min.
Género: Acción, Terror
Director: Tommy Wirkola
Guión: Dante Harper
Reparto: Jeremy Renner, Gemma Arterton, Famke Janssen, Peter Stormare, Pihla Viitala, Derek Mears, Ingrid Bolso, Joanna Kulig, Thomas Mann, Bjorn Sundquist, Rainer Bock, Thomas Scharff y Cedric Eich
Sinopsis
Hansel y Gretel han crecido y, tras su terrible experiencia en la casa de gominolas de la malvada bruja, se han convertido en guerreros con el único objetivo de acabar con la vida de todas las hechiceras que puedan.
Crítica
En los últimos tiempos se ha producido una reverberación de cuestionable necesidad e importante precariedad relacionada con las cintas inspiradas en cuentos tradicionales para aportarles una dimensión totalmente diferente con la pretensión de acercarlos a las nuevas sensibilidades de los ávidos espectadores modernos, realizándose así rudas versiones con componentes románticos (Blancanieves y la leyenda del cazador), descabelladas fantasías inspiradas en la supuesta profesión oculta de un presidente estadounidense (Abraham Lincoln: Cazador de vampiros) e incluso revisiones destinadas a convertirse en productos meramente televisivos (Érase una vez), logrando más pena que gloria y alcanzando cierto grado de patetismo en la mayoría de casos; sin embargo, no ha sido hasta el lanzamiento de Hansel y Gretel 3D que la decadencia más absoluta se ha apoderado de dicho valioso material, tan explotable como anunciador del mayor de los fracasos, filme con el noruego Tommy Wirkola (cuyas iniciaciones cinéfilas fueron la pésima parodia Kill Buljio y la lamentable Zombis nazis en los ámbitos independiente e internacional respectivamente) pretendía llevar a cabo la nueva adaptación del popular cuento de hadas alemán escrito por los hermanos Jacob Grimm y Hilhelm Grimm (publicado por primera vez en la colección “Cuentos de hadas de los hermanos Grimm” nada menos que dos cientos años atrás), objetivo que no podría tildarse de ningún modo al tan siquiera intentarse alcanzar (las similitudes entre el escrito original y la cinta son tan inapreciables que apenas abarcan la premisa, la cual se traduce incuestionablemente en los mejores cinco minutos).
Con un cúmulo de situaciones y comportamientos más propios de la improvisación que de la elaboración, el director profundiza en su falta de talento patentado a través de una insuficiente tridimensionalidad que reluce en su relativo esplendor únicamente en las estilizadas escenas de acción (todas ellas forzadas e inconexas), inmersas en un guión que de redundante que es no llega a alcanzar la categoría de deficiente; aprender de los errores no es tanto una cuestión de deber como de voluntad si se pretende convencer exitosamente, y que directores como el de la presente cinta cuenten con el apoyo e insultantes presupuestos por parte de grandes compañías (desorbitadas decenas de millones de dólares para afrontar proyectos de gran envergadura que finalmente van destinados prácticamente en su totalidad a aborrecibles efectos especiales, conformando una auténtica aberración fílmica insalvable argumentalmente y precipitada narrativamente) corrobora que la peligrosa frivolidad con la que se suceden las obras de semejante índole reciben injustificados elogios, significando un claro síntoma de la decadencia que el séptimo arte está padeciendo desde hace años y la imposibilidad de retomar la senda correcta (en especial en el apartado direccional, en constante ascenso comercial), aquella que primaba en un pasado (ya muy lejano) y tanto agradaba al buen amante del celuloide.
Los hermanos Hansel (Jeremy Renner, cuyo carisma sigue sin aflorar desde su labor en la extraordinaria En tierra hostil) y Gretel (Gemma Arterton, actriz que colaboró en la aventura del agente con licencia para matar por excelencia en Quantum of Solace y que mantiene su envidiable físico y correcta interpretación) caminan desesperadamente en medio de la frondosidad del bosque en el que han sido abandonados sin motivos aparentes (finalmente se descubrirá una bochornosa explicación) por sus progenitores hasta toparse con una casa sin parangón, tan apetitosa como atrayente (no se especifica en ningún momento si su composición es de pan de jengibre, pastel y azúcar moreno como la original, pero dicha característica se antoja una irrelevancia) en la que, al decidir internarse promovidos por el goloso afán suscitado en sus personas, se ven envueltos en la explotación de Gretel como esclava limpiadora y de Hansel como venidera comida por parte de la malvada bruja que la habita, atrocidad ante la cual los jóvenes deciden actuar deshaciéndose de ella al quemarla en el horno en un acto de astucia y escapar del lugar (hasta aquí lo relatado en la fábula, en adelante las cuanto menos criticables novedades propuestas); quince años después del famoso incidente en la vivienda de dulces, los allegados permanecen unidos ganándose el pan (citación extrapolada de la trama primigenia a modo de tributo alusivo) transformando su rencor en profesión como sicarios para saciar su venganza, ofreciendo sus servicios y habilidades (entre ellas la inmunidad frente a ataques mágicos) cazando a toda bruja existente y terminando con la amenaza que suponen de pueblo en pueblo, siendo contratados por éstos a cambio del desembolso de una buena suma de dinero pagada a plazos.
Ambos se han convertido en diestros guerreros con un único objetivo en la vida, acabar con todas las hechiceras que se pongan a su alcance, descubriendo más tarde que existen algunas con corazón y pretensiones nobles, como es el caso de Mina (Pihla Viitala, cambiante y paulatinamente decreciente), la mujer acusada de ser bruja que posteriormente flirtea con Hansel, tras ser salvada por éste y su inseparable hermana de una inminente muerte a manos del impasible Berringer (Peter Stormare, insólitamente desaparecido en el ecuador del metraje tras un cruel y agradecible suceso, imposibilitando prolongar su hasta entonces disfrute); sin embargo, los hermanos pronto se dan cuenta de que las brujas han iniciado un plan para cazarlos a ellos, y coincidiendo con la esperada Luna de Sangre (el mito sobre la misma augura la invulnerabilidad al fuego tras reunir el cuerpo de un infante nacido en cada uno de los doce meses de los que se compone un año y sumarle otro, correspondiente a una bruja blanca) un plan orquestado por la poderosa Muriel (Famke Janssen, atractiva como siempre aunque poco convincente), convirtiéndose así en presa y teniendo que enfrentarse a algo mucho más siniestro que las brujas... su pasado, al que deberán hacer frente con la inesperada (e inconcebible) ayuda del teórico trol servidor de la poderosa bruja negra Edward (Derek Mears, imaginativo aunque errático es el maquillaje empleado en él y ruinoso el aprovechamiento del personaje), del fiel admirador de la dupla justiciera en general y de la integrante femenina en particular Ben (Thomas Mann, el anfitrión de Proyecto X que sufre un inconcebible desaprovechamiento y por ende pasa más que desapercibido), y, sobre todo, con su futurista arsenal armamentístico de difícil portación (extravagante y muy pesado).
Los únicos detalles verdaderamente reseñables que la película brinda al espectador son la posibilidad de disfrutar del adelanto cinematográfico de cuatro minutos de duración de la aparentemente imperdible G.I.Joe 2: La venganza que precede a la misma en su proyección en salas comerciales (con la oportuna aparición preliminar del robusto Dwayne Johnson, quien presenta una película presumiblemente refrescante), la ya mencionada atractiva presencia de la protagonista y la buena recomendación de no ingerir gominolas con un pretexto infame, aunque la ocasión se convierte en el mejor ejemplo para futuros responsables direccionales al recoger todo aquello que se debe evitar plasmar en una producción, comprimiendo todos los indeseables elementos en menos de hora y media, una auténtica proeza del despropósito (negativa pero destacable, qué duda cabe); muchas son las incongruencias e inexactitudes plasmadas que Hansel y Gretel 3D muestra en relación al relato en el que se basa (la relevante profesión de leñador del padre de familia no se menciona, la pobreza familiar no es la causa del abandono filial, el emblemático marcado camino de regreso a casa no se produce, el simbólico canto del pájaro blanco no acontece, el suculento saqueo ni sucede ni soluciona problemas...), mas si tan siquiera una mínima coherencia rige el devenir de los sucesos, resulta obvio que la misma no puede recomendarse más que al peor de los enemigos (de hecho tal es la debacle que a ninguna tipología de público va dirigida la propuesta).