Título original: Hanna
Año: 2010
País: EEUU
Duración: 11 min.
Género: Acción, Drama
Director: Joe Wright
Guión: Seth Lochhead y David Farr
Reparto: Saoirse Ronan, Eric Bana, Cate Blanchett y Jason Flemyng
Sinopsis
Hanna tiene dieciseis años, es brillante, curiosa, una devota hija y excepcionalmente tiene la fuerza y la energía de un soldado debido a que fue criada por Erik, un ex hombre de la CIA, en las salvajes tierras del norte de Finlandia; Hanna ha vivido una vida muy diferente a la de cualquier otra adolescente, pero en el mundo real hay una cuenta pendiente con su familia y, con una mezcla de orgullo paternal y temor, Erik se da cuenta de que ya no puede seguir reteniendo más a su hija.
Crítica
Joe Wright, director de la aclamada y galardonada Expiación en 2007, vuelve a proponernos una cinta nada comercial, poco convencional y hecha desde y para el corazón. Y es que aunque pueda parecer que se trata de un filme que solamente busca la acción fácil por la premisa de la que parte no es así, siendo en realidad un ejercicio de inteligencia constante a medida que la protagonista va descubriendo la realidad que tiene lugar fuera del (extremadamente) pequeño círculo que habita al inicio, mostrándose ante ella (y por ende ante el espectador) las múltiples aunque peligrosas sensaciones que el mundo puede ofrecerle.
Hanna (interpretada formidablemente por Saoirse Ronan, actriz que con su rol en Expiación consiguió nominaciones para los Oscar, los Globos de Oro, y los BAFTA) es una joven vive en medio del bosque, con la única compañía de su padre Erik (Eric Bana, al que me resulta imposible desvincularlo de su convincente papel en Munich y la desastrosa interpretación en Hulk, tan nefasta como la propia cinta), el cual la enseña a sobrevivir y defenderse de los múltiples peligros que la esperarán en la gran ciudad; y es que Hanna no es una chica normal, es el resultado de un experimento biológico consistente en obtener el ser humano más implacable que jamás haya existido, con un instinto voraz innato y creada para no tener la más mínima compasión o sentimiento.
En su camino hacia la madurez, Hanna descubrirá que el mundo puede ser tan hermoso como atroz, entablando una estrecha amistad con una chica que conoce en una de sus huidas (Sophie, papel que corre a cargo de Jessica Barden, angelical e inexpresiva a partes iguales), escapadas a las que le obligan Marissa (la mundialmente reconocida Cate Blanchett, tan hermosa como perfecta interpretativamente hablando) e Isaacs (Tom Hollander, que interpreta un papel tan ridículo como necesario para la trama), que pretenden exterminar tanto a ella como a su padre a fin de que no anden sueltos, ya que al fin y al cabo son los asesinos con las mejores facultades que existen sobre la faz de la Tierra; así, la protagonista descubrirá que la vida va más allá del sufrimiento ajeno, y deberá buscar la luz que la lleve a una vida normal.
Las interpretaciones, como he indicado, son más que correctas, destacando entre ellas la de Saoirse Ronan (actriz que guarda un parecido más que razonable con Bryce Dallas Howard, la protagonista de La joven del agua, de M.Night Shyamalan, película a la que se asimila una escena concreta de esta producción), quien logra transmitir de forma creíble e intensa el abanico de sensaciones que va teniendo lugar Hanna, la protagonista encarnada por ella (en especial la relación con Sophie); los guiños hacia las diferentes culturas que van apareciendo en escena parecen acertados y brillantemente plasmados, en especial (y no por ser español) el que se brinda a la española, un momento que ha conseguido ponerme los pelos de gallina (y puedo asegurar que esto no es nada fácil); además, también hay algún que otro guiño a Hard Candy (la magnífica obra de David Slade presentada en 2005 en varios comportamientos que lleva a cabo Hanna, aunque de un modo mucho más visceral), además de tomar como patrón la elocuencia de Pulp Fiction (del genuino Quentin Tarantino, sobretodo al principio de la película, en cuanto a sencillez pero excelencia de las tomas ofrecidas).
Lo único altamente reprochable que encuentro al metraje (si bien hay muchos otros aspectos menos llamativos pero igualmente incorrectos) son las escenas de acción, ya que si bien el trasfondo de la trama las exige, resultan un tanto inapropiadas y condensadas en demasiado poco espacio de tiempo; además, la sensación que dejan los papeles secundarios no es del todo buena, dejando muchas cuestiones sin resolver y generando algo de apatía hacia ellos; asimismo, no encuentro la lógica al lugar de encuentro pactado entre padre e hija, puesto que aunque se haga mención a él al inicio, no resulta muy convincente a la postre aunque Hanna es una buena cinta de acción, entretenida y en la que la propia acción es el mayor de sus defectos, siendo su mayor virtud el genial apartado emocional que posee centrado en la psicología de la mente humana (al fin y al cabo eso es Hanna, aunque modificada genéticamente hasta el punto de alcanzar la inmortalidad más letal).