“En el siglo cuarto (cuando el cristianismo se impone al paganismo en Alejandría) tanto los restos como el paradero de la tumba de Alejandro Magno se pierden en la historia... una prestigiosa profesora universitaria descubre una pista en la ciudad egipcia sobre el paradero de la famosa tumba perdida (El Soma)... con la ayuda de vuestro colaborador más estrecho en esta misión deberéis investigar dónde se ocultó el cuerpo del conquistador macedonio”; así versa la sinopsis (debidamente modificada para no revelar conceptos prematuramente) de la última propuesta de Escape City Box (reconvertida en Escape Home Box para la ocasión) en un formato que expande los horizontes de la compañía al no requerir desplazamiento alguno para disfrutarse.
Después de leer los avisos de advertencia sobre los peligros de la vida real (básicamente atender alrededor cuando se está abstraído como norma general) y pulsar para conceder los permisos de acceso (solamente a la cámara pues a la posición ya no tiene sentido habiéndose suprimido para salvaguardar la privacidad del consumidor siendo necesario el registro de una cuenta en caso de no gozar de una con un proceso rápido e intuitivo donde los haya) basta con seleccionar el idioma de preferencia (en un español e inglés sin barreras ni fisuras); tras ello se escanea el código impreso en la caja (licencia de un solo uso para activar la partida) agregándose la compra automáticamente sin suponer ninguna maña los escasos preparativos técnicos exigidos.
La interfaz (capturada arriba) luce similar respecto a la anterior (presentaba algunos errores del tipo de más abajo que en esta primera toma de contacto se han repetido esporádicamente junto al tiempo de espera en algunos impases) conviniendo destacar que los contenidos multimedia pueden reproducirse (amén de en el propio dispositivo) en YouTube (los links directos facilitan enormemente su hallazgo) o vincularse a una pantalla a través del oportuno servidor (el más popular es Chromcast aun existiendo otros igualmente válidos); de esta manera la experiencia será todavía más espectacular e inmersiva si cabe con un sencillo modo en la Smart TV como una superproducción concebida como una película en perspectiva objetiva pero participación subjetiva.
Los elementos tangibles (fundamentalmente fabricados con materiales reciclados para respetar al máximo el medio ambiente) deben examinarse a medida que se vaya indicando (es tentador anticiparse pero arruinaría el ansiado factor sorpresa) complementando fantásticamente las tres etapas del juego (se divide en las partes tildadas de rutas perfectamente diferenciadas “Descubriendo la tumba”, “El sarcófago” y “El enterramiento” plasmadas adelante); aquel que piense que los mismos se limitan a los iniciales se equivoca soberanamente porque se brindan decenas (a continuación se aprecian adecuadamente superpuestos para no restar un ápice de asombro) utilizándose (la mayoría) progresivamente sin acumularse en la mesa.
El avance queda reflejado en el mapa (en la franja inferior del menú como se observa seguidamente) con diez estaciones que recogen un crisol de culturas majestuosamente concebido (tanto contextual como visualmente con absorbentes situaciones e impagables piezas cinematográficas) pudiendo incluso descargarse offline los archivos (un total de ciento veintisiete) para no depender de la conexión a internet (pese a que la búsqueda de respuestas la implora asiduamente); la guía de Bosco (el enlace de informaciones) ameniza las intervenciones tanto de Sarah (la talentosa arqueóloga protagonista cuya justificación de desaparición se antoja forzada al basarse en su origen judío pero nacionalidad israelí) como de Saleem (su explorador afín) gratamente.
Durante aproximadamente tres horas de duración (prolongación estimada al no haber temporizador para regular el desarrollo hasta en distintas jornadas si así se desea) la estimulación de neuronas es tan épica como la trama con multitud de pruebas de variada índole (esculturas jeroglíficas, anagramas encriptados, correos electrónicos, reacciones químicas, redes sociales y un largo etcétera) que denotan trabajo e ingenio (si bien la intuición es la mejor aliada en las que la solución es casi quimérica sin inaudita inspiración); primando la pericia sensorial (concretamente la vista) en detrimento de nociones académicas lo cierto es que la fórmula encandila al captar plenamente la atención desde el segundo cero con un tráiler (póstumo) memorable.
En el aspecto doméstico reside la principal controversia (al anunciarse como un escape room portátil muchos considerarán la ausencia de movimiento físico como sentenciadora para criticar severamente la obra) pero que nadie dude que el resultado es formidable patentando una vibrante odisea que torna el mero ocio en puro entretenimiento por los motivos expuestos (junto a muchos otros omitidos para no eternizar la reseña); completar la aventura desde la comodidad del hogar resta algo de sentido a la idea original de visitar la ciudad mientras se recorre pero la sensación sigue siendo a grandes rasgos la misma (o parecida) con las ocurrencias analógicas que se suceden con peculiar e hipnótico ritmo hasta desbloquear un recuento de puntuación como de clausura.
Lo único realmente incomprensible es que no se haya contemplado prescindir de móviles para potenciar las posibilidades del ordenador (por ejemplo con alguna solicitud relacionada con la identificación de rostro aprovechando la tesitura de emplear la cámara web) así como evitar incompatibilidades con marcas poco notorias (sin ir más lejos en un Blackview A70 o un Huawei ALE-L21 con sistema Android no carga correctamente); no obstante ambas cuestiones se encuentran en fase de perfeccionamiento al tratarse de un confeso período de la firma para acabar funcionando en absolutamente todos los aparatos (cada mínima mejora se traduce en un gran desembolso) como justamente merece porque la calidad (el penúltimo documento la evidencia) es suprema.
