“Academia de hechiceros” y “Cretacic park”, de Runas Experience
El concepto de home escape tal vez resulte revolucionario para aquellos que no hayan actualizado su repertorio últimamente pero en absoluto es así, pues de hecho bebe directamente del clásico escape room con la principal ventaja de no salir del hogar ni compartir espacios cerrados con extraños (no hay mayores medidas anticod que las que aquí se ofrecen); en este marco, inspirándose (las reminiscencias son intencionadamente inmediatas) en dos éxitos de taquilla como Harry Potter y Jurassic Park, el equipo de Runas Experience lanza sus novedades, debiendo aclararse que la reseña que ocupa se ha confeccionado a partir de la versión cero (no preliminar pero sí modificable), por lo que diferirá ostensiblemente de la experiencia ofertada en futuras ediciones al gozar de útiles perfeccionamientos.
Tras firmar el trepidante El gran Tommy Rivers (un street escape por las calles de Barcelona circundantes al parque de La Ciudatella que de momento se encuentra en fase de stand by a expensas de pulir determinados aspectos para retomarlo), los responsables de la mencionada compañía hacen lo propio con Academia de hechiceros y Cretacic park en un alarde de creacionismo al alcance de unos pocos privilegiados; el público al que van dirigidos los trabajos es el comprendido entre los cinco y los catorce años, prolongándose individualmente durante más de una hora con una participación estipualda (no rigurosa) de una a seis personas (en solitario pierde todo sentido ya que el popular refrán catalán “quants més serem més riurem” se aplica por completo) que asegura divertimento a raudales.
Con una intranet que rehúye de descargas, impresiones e instalaciones (el enlace que se facilita al comienzo está dotado de una web-app) albergando múltiples opciones como la obtención de pistas orientativas, soluciones definitivas, música ambiental e instrucciones detalladas (amén de otras sorpresas que no conviene desvelar), los intrépidos adquisidores se transportarán a un utópico cosmos en el que el límite reside solamente en la imaginación de cada cual; obviamente, para ello se requiere un dispositivo móvil con conexión a internet (la lectura de códigos bidi y navegaciones varias son obligatorias para ir consumando un progreso que por desgracia no se actualiza automáticamente), exprimiéndose los distintos medios con pericia para que los componentes multimedia luzcan tan esplendorosos como los físicos.
Calendarios de asignaturas, escritores de profesores, pesos de básculas, fabricaciones de pociones, movimientos de varitas, laberintos de ingredientes, libros de encantamientos, letreros de emplazamientos y rompecabezas de códigos en el volumen mágico con la fantasía por bandera... aviarios de pterodáctilos, jaulas de confinamientos, centros de controles, guarderías de huevos, diarios de informáticos, libretas de cuidadoras, apuntes de observadores, agendas de veterinarias y dosieres de evaluaciones en el dinosáurico con la ciencia como pilar fundamental; la citada solo es una muestra de los acertijos (éstos oscilan entre lo banal como el primero para abrir sendos sobres y lo didáctico como la clase magistral de alquimia o la sutil identificación de embriones respectivamente) que depara una (muy) fructífera compra.
Si bien es cierto que algunos enigmas no guardan apenas relación con las temáticas centrales sobre las que pivotan las historias (ejerciendo de inflexible e irreverente crítico) y la repetición de ideas es evidente (recurriendo a típicas e ilícitas comparativas), no lo es menos que las ilustraciones (dignas de exhibirse en un museo sin exagerar un ápice) compensan con creces tan trivial negativismo, mas que la emoción de la cuenta atrás regresiva sea voluntaria (basta con valerse de un cronómetro al inicio) y la rejugabilidad factible (velando por la integridad de los materiales para no dañarlos) formalizan el augurado éxito rotundo; en efecto, cada prueba rezuma originalidad e ilusión, primando el razonamiento en detrimento de otros métodos que de ambiguos que se antojarían suscitan un poderoso recelo que impiden su fiel defensa.
Cabe aclarar que es menester que alguien sea el game master (director de la partida) ya sea para formar parte de la aventura (asumiendo un rol previo de montador que no abarca más de treinta minutos) o ir guiando al resto en su avance (dicha empresa no es aconsejable para quienes no posean la suficiente paciencia como para conceder tiempos prudenciales de consenso racional al grupo) encarnando al ayudante del ilustrísimo Decano Rowizarts o al vigoroso millonario Señor Hazzlerich, puesto que (por ahora) no existe una IA que se encargue de ello; asimismo, es totalmente recomendable optar por proceder junto a menores que ya hayan disfrutado las propuestas ya que las labores artesanales les cautivarán, sirviéndoles para vislumbrar cómo se preparan tan increíbles entretenimientos lúdicos.
Puede que algunos consideren algo elevado el precio de los productos (30€ por unidad o 39,99€ ambos) juzgando los elementos proporcionados (básicamente láminas adhesivas, plegables, recortables e inmaculadas), pero contemplar otro abanico de presentación viable supondría un importante incremento del coste de producción y, como consecuencia, del de venta, por lo que adoptando una postura objetiva es más que ajustado; por otro lado, por un módico desembolso adicional (apenas 10,50€), se brinda una expansión para mejorar la inmersión con disfraces, manualidades y recetas (según la actividad), por lo que el compromiso intrínseco es aún más exigente (y celebrable) del que aparenta a simple vista y, por ende, una (de hecho dos) magnífica oportunidad apta para todo clan familiar que se precie.
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Daniel Espinosa, a fecha 16 de enero del 2022