Título original: Ready player one Año: 2018 Nacionalidad: EEUU Duración: 125 min. Género: Acción, Ciencia ficción Director: Steven Spielberg Guión: Ernest Cline y Zak Penn Reparto: Tye Sheridan, Olivia Cooke, Ben Mendelsohn, Mark Rylance, Simon Pegg, Hannah Kamen, Win Morisaki, Philip Zhao y Julia Nickson
Sinopsis
Un adolescente al que le gusta evadirse del cada vez más sombrío mundo real a través de una popular utopía virtual a escala global decide enfrentarse a otros jugadores para conseguir un gran premio...
Valoración
Lo mejor: la infinidad de referencias aludidas de las más diversas índoles, tales como juguetería (He-man, Hello kitty, Simon, Madballs...), literatura (Akira, Batman, Dragones y mazmorras, Gundam, Robotron, Spawn, Spider-man, Superman, Voltron...), música (Devo, Duran duran, Joy division, Michael Jackson, Rush...), videojuegos (Adventure, Asteroids, Battleborn, Battletoads, Bloodrayne, Borderlands, Centipede, Duke nukem, Final fantasy, Galaga, Gears of war, Goldeneye, Halo, Joust, Mario kart, Mass effect, Minecraft, Mortal kombat, Motorcross, Overwatch, Pac-man, Pitfall, Pole position, Resident evil, Sonic, Space invaders, Starcraft, Street fighter, Swordquest, Tomb raider, Worms…), pequeña pantalla (Battlestar galáctica, Cowboy bebop, El coche fantástico, El equipo A, Firefly, Las tortugas ninja, Looney tunes, Punk’d, Thundercats...) y, cómo no, séptimo arte (Alien, Aquel excitante curso, Bitelchús, Chappie, Christine, Ciudadano Kane, Cristal oscuro, Desmadre a la americana, Dune, El club de los cinco, El gigante de hierro, El increíble Hulk, El último gran héroe, En busca del arca perdida, Eraser, Excalibur, Fiebre del sábado noche, Godzilla vs Mechagodzilla, Gremlins, Jasón y los argonautas, Jurassic park, King kong, La gran aventura de Pee-wee, La guerra de los mundos, La loca historia de las galaxias, La mosca, Los caballeros de la mesa cuadrada y sus locos seguidores, Mad max, Muñeco diabólico, Pesadilla en Elm Street, Planeta prohibido, Purple rain, Regreso al futuro, Robocop, Simbad y la princesa, Star wars, Star trek, Terminator, Todo en un día, Transformers, Tron, Un gran amor, Viernes 13...), siendo las citadas entre paréntesis una pequeña muestra de las cientos identificables (el reto de observar todas es prácticamente quimérico) que harán que más de un corazón lata muy próximo a la taquicardia por la emoción suscitada; la perfección hecha acción (digital, para más inri) tanto del primer como del segundo desafío (el tercero, al presentarse en plena batalla final, pierde poder visual, que no contextual) que debe afrontar un protagonista entregado a la causa para reunir las tres llaves que le permitan disponer del control absoluto de Oasis, o lo que es lo mismo, la feroz carrera equiparable a una secuencia de Speed racer o a una partida de Armageddon y la aventura inmersiva del clásico de terror El resplandor, siendo esta última mención, sin duda, la más lograda del largometraje, justificando ella sola el visionado de otra fascinante e imaginativa incursión del maestro Steven Spielberg, quien regresa a sus umbrales más innovadores con la inestimable ayuda de Alan Silvestri y Janusz Kaminski (compositor de la banda sonora y director de la fotografía respectivamente), sin obviar la aportación escritural del responsable de la novela en la que se inspira (Ernest Cline es, en efecto, coautor de un guión con muchas licencias originales y nuevas), sin transgredir tanto como antaño (qué duda cabe que cada vez es más difícil que así sea) para firmar una especie de Avatar en su versión más desinhibida en la que el entretenimiento no cesa ni un solo segundo; la mayúscula nostalgia que la cinta despierta en propios y extraños a través de una popular utopía a escala global en la que todo es posible y el único límite es la entelequia de cada cual, mas si se procede en la opción tridimensional la experiencia audiovisual cobrará tintes próximos a un éxtasis fílmico (obviando la patética estampa con las gafas y la incómoda portación de las mismas), pues la profundidad que este recurso otorga a la presente cita es simple y llanamente maravillosa.
Lo peor: la importancia de cada mítico rostro que aparece en escena es poco menos que inexistente (a excepción de las ya mencionadas anteriormente), congregándose todos ellos a modo de fugaz y sentido tributo pero vacío, en gran medida, de motivación medianamente racional, siendo las apariciones meramente anecdóticas y, al fin y al cabo, una excusa para alargar la duración más allá de las dos horas; el componente emocional puede resultar algo rústico (entendiendo como tal la incorporación del mismo del modo que siempre se ha hecho en esta clase de propuestas, sin demasiado énfasis) en una trama que apela directamente al sinsentido más brillante a la orden de un pasatiempo comercial que, agrade en mayor o menor medida, merece todo elogio existente por su apabullante puesta en escena; el nulo dramatismo frente a la pérdida de cierto ser querido por pare de alguien que apenas goza de familia, uno de los pocos errores (tal vez premeditados) actitudinales que podrían criticarse junto a la larga lista de comportamientos basados en relatos, para muchos, desconocidos por su limitado nivel cultural, lo cual no resulta para nada peyorativo (de hecho es un don intelectual) pero sí restrictivo para el público de a pie.