Título original: Battleship
Año: 2012
Nacionalidad: EEUU
Duración: 131 min.
Género: Acción, Ciencia ficción
Director: Peter Berg
Guión: Erich Hoeber y Jon Hoeber
Reparto: Taylor Kitsch, Rihanna, Liam Neeson, Alexander Skarsgard, Brooklyn Decker, Tadanobu Asano, Hamish Linklater, Jesse Plemons, Gregory Gadson, Peter MacNicol, Gary Grubbs, Stephen Bishop, Reila Aphrodite, John Bell, David Jensen, Griff Furst y Natalia Castellanos
Sinopsis
La invasión de la Tierra por parte de unos alienígenas que pretenden hacerse con los océanos para utilizarlos como fuente de energía está aconteciendo; el ejército estadounidense liderará en un primer momento la defensa, aunque la batalla pronto requerirá más implicación...
Crítica
No cabe la menor duda de que el principal atractivo reclamativo (sintagma nominal inmejorablemente aplicable a la ocasión) de Battleship es el debut cinematográfico de la hasta ahora mera cantante Rihanna, que parece decidida en compaginar sus cantes bajo paraguas con otros en la gran pantalla, convirtiéndose en una inusual actriz que apenas goza de matices interpretativos en el filme y guarda una extraña y evidente semejanza con los alienígenas que protagonizan la invasión extraterrestre del mismo; ésa ha sido la clara pretensión de Peter Berg (responsable de la horrorosa aunque exitosa Hancock, cinta que espera secuela para el año próximo), productor y director de una propuesta que bebe directamente de mitos contemporáneos como Independance Day (la espectacularidad visual se asemeja en exceso a ésta) o películas recurrentes como Transformers (trilogía que ha recaudado una insana suma dineraria, hecho que augura nuevas entregas), ésta última bajo el mismo sello inspirador que el filme que nos ocupa, Hasbro (revalorizada empresa que está gozando de una promoción incalculable gracias a dichos proyectos, basados en juguetes antiguamente apreciados y actualmente desfasados bajo radical aunque justa creencia popular).
Alex Hopper (Taylor Kistch, protagonista de la ridícula y poco agraciada John Carter, al que la suerte parece sonreírle brindándole una nueva e inmejorable oportunidad de resarcirse), es un dejado y conflictivo joven que solamente piensa en divertirse; gracias a ello conoce a Samantha (Brooklyn Decker, exótica y voluntariosa, aunque poco carismática y creíble), una fisioterapeuta de la Marina a la que, a raíz de una apuesta con su hermano mayor Stone (Alexander Skarsgard, impasible como hielo en todo momento), logra enamorar perdida e incomprensiblemente; sin embargo, dicho acto (consistente en conseguirle un burrito a altas horas de la madrugada, escena que acontece de idéntico modo que un robo sucedido en la realidad hace poco tiempo) terminará por decidir su futuro, haciendo que Stone le convenza para alistarse en la mencionada Marina (resulta algo caótico y frustrante comprobar que todo termina por remitirse a ella) para no ser castigado con altas penas carcelarias.
En la actualidad, Alex se ha convertido en un reputado y talentoso miembro de la Marina estadounidense, que bajo las órdenes del almirante Shane (Liam Neeson, gratificante aunque ausente), casualmente el padre de Samantha, se dispone a iniciar las oportunas y rutinarias pruebas anuales de maniobras navales junto con el resto de países; en ellas coincidirá con la teniente Raikes (Rihanna, tan bella como indescriptiblemente oportunista), especialista en armas, y Ordy (Jesse Plemons), encargado del apartado artillero, que le acompañarán en todo momento junto con el resto de la tripulación a bordo; lo que comienza siendo un puro tránsito por actos estipulados terminará convirtiéndose en una batalla sin precedentes que les obligará a enfrentarse a una invasión extraterrestre iniciada en aguas saladas.
Para lograr la dificultosa y casi quimérica misión de salvar a la raza humana (a fin de cuentas todo se reduce a esta idea) contará con la inestimable colaboración del batallón japonés comandado por Nagata (Tadanobu Asano), junto con el que se dispondrá a combatir una misteriosa fuerza alienígena que amenaza con destruir todas las naves navales y, posteriormente el planeta entero; en tierra firme, Samantha deberá hacer lo imposible para interceptar las deseadas comunicaciones invasoras, objetivo en el cual Cal (Hamish Linklater, superficial aunque trascendente), responsable de comunicaciones a nivel internacional, jugará un papel tan importante como el antiguo acorazado reconvertido en museo que, junto a la envejecida tripulación del mismo (la cual protagoniza una de las inolvidables secuencias del séptimo arte, tan graciosa como reprochable verosímilmente), resultará ser la única esperanza para salir indemnes (si obviamos la cantidad de desperfectos y bajas humanas que van sucediéndose, algo que no cobra la más mínima importancia en cuanto a trascendencia, como es habitual).
Nos encontramos ante la curiosa, efectiva y ensalzada adaptación del famoso juego de mesa de estrategia naval “Hundir la flota” (el título es precisamente ése, aunque en argot inglés), que recurriendo a matices bélicos y ficticios, aúna la comedia y la acción de forma excelente, conformando una épica aventura de ciencia ficción que transcurre en el mar, el cielo y la tierra, siendo la ingeniosa y singular manera de desarrollar la trama (dividiendo perfectamente la misma y caracterizando de forma inconfundible a los personajes que en ella aparecen) de agradecer hasta tal punto que, contra todo pronóstico, las más de dos horas de duración del filme no se hacen en absoluto pesadas y, por contra, absorben irremediablemente la atención del espectador, dejando huella en el mismo a pesar de la vacía historia que tras él se esconde; Battleship es un espectacular metraje de aventuras y ciencia ficción en la que se mezcla el cine de catástrofes con el de invasiones alienígenas dentro de un entorno marítimo, una divertida odisea que se inicia cuando la participación de las distintas personalidades han sido definidas y completadas, todo un acierto por parte del director que no es precisamente lo habitual, y es que si uno se dispone a disfrutar de una historia convincente y plagada de grandes momentos ésta no es su película, pero si lo que pretende es pasar un rato agradable, entretenido y desvergonzando es una oportunidad única para vivirlo, puesto que la oportunidad así lo ofrece e incluso incita a ello al tratarse de puro divertimento respaldado por un enorme apartado sonoro y una calidad visual al alcance de muy pocas producciones (a pesar de flojear en ciertos compases y matices, en especial en cuanto a la caracterización de los intrigantes pero muy poco originales alienígenas se refiere).