Argo 21-11-2024 09:58 (UTC)
   
 

Argo
(Ben Affleck, 2012)


Argo




Ficha técnica


Título original:
Argo
Año:
2012
Nacionalidad:
EEUU
Duración:
119 min.
Género:
Drama, Suspense
Director:
Ben Affleck
Guión:
Chris Terrio
Reparto:
Ben Affleck, Bryan Cranston, John Goodman, Alan Arkin, Kyle Chandler, Chris Messina, Clea Duvall, Zeljko Ivanek, Tate Donovan, Titus Welliver, Victor Garber, Adrienne Barbeau, Rory Cochrane, Taylor Schilling, Michael Cassidy, Bob Gunton, Scoot McNairy, Michael Parks, Philip Baker Hall, Kerry Bishe, Richard Kind, Keith Szarabajka, Tom Lenk, Barry Livingston, Ashley Wood, Matt Doherty y Omid Abtahi


Sinopsis


En el epicentro de la Revolución Islámica el ambiente se encuentra al rojo vivo, a punto de explotar; los militares invaden la embajada americana de Teherán y secuestran a multitud de estadounidenses, logrando seis de ellos escapar y refugiarse en el domicilio del embajador canadiense.



Crítica


La consolidación de Ben Affleck como director, tras dirigir las aclamadas Adiós, pequeña, adiós y The Town cinco y dos años atrás respectivamente, se ha consumado con Argo, un thriller de espionaje que además de contar con una fotografía inmejorable (con planos claros, director y nada superficiales) y unos paisajes incomparables (abarcando los lugares más representativos de Estambul, California y Washington) está basado en contrastados hechos reales (al término del filme se comparan algunas de la imágenes plasmadas en la pantalla con las que acontecieron realmente y lo cierto es que la semejanza entre ambas es extraordinaria) a partir del excelente guión elaborado por Chris Terrio, quien confiesa haberse inspirado en el artículo publicado en las páginas del diario Wired titulado “How the CIA used a fake Sci-Fi flick to rescue americans from Teherán” (nomenclatura totalmente definitoria del contenido del mismo); por si tan espectaculares premisas no supusieran suficiente aliciente como para visionar la película, otro reclamo se encuentra en que uno de los productores de la propuesta es George Clooney, quien enseguida apreció la enorme calidad que podría desprender la obra en manos del ya consagrado actor direccional (extraña aunque propicia terminología que resulta precisa para describir al ya citado Ben Affleck, pues además de ejercer de director protagoniza la producción, como ya sucediera con su anterior trabajo).


Comprendida entre el 1979 y el 1981, la historia se centra en la violenta Revolución Islámica que aconteció en Irán, en la que disturbios, movilizaciones y protestas pusieron en peligro a los estadounidenses localizados en la embajada de dicha nación situada en Teherán (y, de hecho, a cualquier persona que perteneciera a dicha nacionalidad en todo el territorio iraní, como demuestran las numerosas atrocidades recogidas en grabaciones y fotografías fielmente recreadas); precisamente contra la misma atenta un numeroso grupo de revolucionarios militares, quienes la invaden y secuestran a más de una cincuentena a modo de rehenes (los cuales propiciaron en la época una verdadera crisis de inabarcables dimensiones) para forzar la cesión de ciertas cuestiones políticas aprovechándose del predominante desconcierto social y la expandida conmoci
ón del mundo civilizado.

En medio del caos, seis de los presentes consiguen escapar tras destruir todo el comprometedor material albergado en el recinto (posteriormente se demostrará que la explotación infantil puede traducirse en prometedores resultados, pues a partir de los pequeños trozos en los que la trituradora de documentos transforma a éstos los infantes consiguen reconstruir los rostros de los desaparecidos) y refugiarse en el domicilio del embajador canadiense Ken Taylor (Victor Garber, muy cercano y entendible), quien permanece en comunicación constante con la CIA, organización que se ve obligada a recurrir a Tony Mendes (Ben Affleck, polifacéticamente extraordinario) para urdir un plan de rescate, pues la reputación del mismo se asienta sobre el alto porcentaje de éxito obtenido al llevar a cabo sus proyectos; el especialista llega a la conclusión que la única forma de sacar a los encubiertos del país es aparentar interés por filmar una película de ciencia ficción en el mismo y acudir con el pretexto de analizar los espacios exteriores en aras de comprobar la adecuación a las pretensiones preestablecidas.


Sustentando la peligrosa operación encubierta en la irreal película “Argo” (título vinculado a la supuesta nave que sirve de transporte a los protagonistas de la invención) perteneciente a la falsa compañía de cine propiedad de Lester Siegel y John Chambers (Alan Arkin y John Goodman respectivamente, extraña dupla que congenia a la perfección y brinda cierto grado de comicidad a la dramática situación narrada), Tony deberá atribuir a cada uno de los seis una personalidad totalmente diferente a la verdadera, debiendo éstos asumirla y representarla lo mejor posible para de este modo sortear los diversos controles aeroportuarios; la insospechada quimera se tornará todavía más complicada cuando el gobierno de los estados Unidos niegue la ayuda al grupo y éste encuentre únicamente respaldo en Jack O’Donnell  (Bryan Cranston, autoritario y finalmente emotivo), alto cargo de la CIA de cuyas acciones dependerá completamente el devenir de su compatriotas (especialmente sufridores cuando deben relacionarse con el pueblo para hacer cre
íble la farsa, como demuestra la secuencia en la que circulan por el medio de cientos de manifestantes en una lúgubre camioneta, tal vez la más claustrofóbica y significativa situación de la tesitura que deben superar).

Amén de la confrontación tripartita entre Canadá, Estados Unidos e Irán (los dos primeros en colaboración constante, simbolizando la deseable cooperación estatal frecuentemente truncada por intereses propios) y el sentido homenaje que a los supervivientes de las peripecias que recrea la cinta brinda ésta, la majestuosidad del conjunto de elementos (tanto técnicos como argumentales) es tal que tildar Argo de obra maestra no se antojaría descabellado, de hecho pudiera ser incluso oportuno; además de la cantidad de miembros del reparto mencionados con anterioridad, cabe añadir otros de la envergadura y reputación de Bob Gunton (el maquiavélico muñeco viviente de Dead Silence), Zeljko Ivanek (el parcialmente antagonista de El legado de Bourne), Kyle Chandler (el policía local de Super 8), Philip Baker Hall (el cruel ejecutivo de Los pingüinos del Señor Poper) y Chris Messina (la representación de las autoridades en La trampa del mal) entre muchos otros, una pequeña muestra de la inmaculada selección actoral perfectamente caracterizada (el aspecto es id
éntico a las personalidades en las que se basan) de la que ha gozado la producción, que solamente peca de excesivo e innecesario patriotismo en sus compases finales (emocionantes a la par que trepidantes, desembocando en una conclusión muy humana aunque predeciblemente inasumible debido a la magnificación de la acción, oportuna en cuanto a espectacularidad fílmica pero limitadora de las credenciales preeminentes hasta entonces).



Daniel Espinosa

 
 
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