Título original: Red state
Año: 2011
Nacionalidad: EEUU
Duración: 88 min.
Género: Drama, Suspense
Director: Kevin Smith
Guión: Kevin Smith
Reparto: John Goodman, Michael Angarano, Melissa Leo, Nicholas Braun, Anna Gunn, Deborah Aquila, Ronnie Connell, Kaylee Defer, Joey Figueroa, Kyle Gallner, Matt Jones, John Lacy, Catherine McCord, Alexa Nikolas, Stephen Root, Cooper Thornton, Betty Aberlin, Kerry Bishe, Ralph Garman, Molly Livingston, James Parks y Michael Parks
Sinopsis
Tres adolescentes buscan a través de Internet a una prostituta con la que pasar una noche de sexo; los jóvenes solo pretenden satisfacer su curiosidad erótica, pero lo que comienza siendo una fantasía termina convirtiéndose en una auténtica, peligrosa y sanguinaria pesadilla...
Crítica
Siempre es de halagar (e incluso premiar si se estima oportuno) el atrevimiento direccional dentro del séptimo arte, en especial por la comercialidad que abunda (y aborrece) en la actualidad, un estilo cinematográfico impulsado por la necesidad de asegurar cierta ganancia económica aunque ello implique estigmatizar el primoroso recurso de la novedad; no bostante, todo tiene un límite, y como sucede con el personaje principal de Red state (interpretado de forma virtuosa por un insaciable Micheal Parks, el cual vuelve a dar una lección magistral de saber estar y entrega profesional), los excesos ideales (ya sean reales o aparentados para la ocasión) no pueden traducirse en exitosos resultados de abrumadora acogida, aun conteniendo cierto grado de positivismo por la forma de plasmarse e incluso tratarse la intríngulis.
La historia gira en torno al gurú religioso Abin Cooper, un acérrimo creyente de la existencia del ser demoníaco en la Tierra encarnado en la tendencia homosexual (la única razón de ser del filme es éste, por lo que resulta reprochable a la par que polémico al carecer de razonamientos medianamente convincentes y actuar meramente de forma destructiva y violenta contra dichas personas, en cualquier caso respetables), una extremada práctica homofóbica que se traduce en el exterminio de las personas con dicho parecer y su posterior publicidad por medio de protestas para coaccionar al resto de la sociedad mediante televisivas propagandas concienzudamente provocadas para que se den de forma gratuita al generar una gran expectación en el pequeño pueblo Cooper’s Dell, lugar en el que se ubica su temida y a la vez respetada Iglesia de las Cinco Puntas; precisamente a dicho emplazamiento se dirigen Jarod (Kyle Gallner, actor en auge que afianzó su ascenso en la precuela de Pesadilla en Elm Street), Billy (Nicholas Braun, excesivamente ausente aunque afortunadamente nada participativo sea su personaje) y Travis (Michael Angarano, prometedora promesa que consigue traspasar la pantalla con su armoniosa actuación), tres amigos que deciden adentrarse en el oscuro y placentero mundo de las orgías al formar un cuarteto junto con una desconocida con la cual han contactado por las popularmente conocidas y difundidas herramientas de red social.
La aventura sexual se tornará carnal (en su sentido más sanguinario) cuando descubran que la mujer en realidad es un cebo de la mencionada secta integrista que pretende erradicar a través del asesinato a todos los especímenes humanos impuros que no sigan a rajatabla su ley; tras ser drogados y capturados se encontrarán atrincherados en la citada iglesia empleada como sitio de prácticas rituales por parte de sus miembros, viéndose obligados a luchar contra la cruel sociedad con la ayuda de Cheyenne (Kerry Bishe, preciosa, virginal y plenamente correcta), una de las sumisas integrantes aunque medianamente cuerda, y sobrevivir a los incesantes ataques armamentísticos externos de un jefe de policía (John Goodman, presencia totalmente placentera pero de buen seguro capturada con un teleobjetivo para poder encuadrarla dentro de plano debido a su voluminosa figura) que no dudará en matarlos a todos para tener la situación bajo control cuando todo se convierta en un infierno de sangre, vísceras, absurdas proclamas bíblicas y ferviente locura.
El director Kevin Smith (responsable de la incatalogable Clerks) realiza una (en exceso) afilada sátira contra el conservadurismo y el fanatismo que todavía puede rastrearse en algunos rincones de la América Profunda en esta película cargada de violencia e ira en la que intervienen rostros tan conocidos como inapropiadamente carentes de sentido, ya que la insuficiencia argumental es tan alarmante que tras presenciar el ridículo desenlace de la cinta uno no puede sino interpretar dicho trabajo como una amena combinación de sinsentido y tiroteos (los cuales ocupan buena parte del último tercio del filme) en aras de lograr sonrisas e infundir adrenalina al espectador, objetivo que se consigue mínimamente.
En el reciente Sitges Film Festival 2011 la obra se alzó con el Premio a la Mejor Película (el galardón más prestigioso de dicho certamen) y el Premio al Mejor Actor, reconocimientos que parecen exagerados por una parte y merecidos por otra, ya que si bien es cierto que la película en absoluto cumple las mínimas exigencias de una propuesta digna (basta con observar los repetidos y desechables comportamientos que van teniendo lugar y la inaceptable absurdez de su desarrollo), no lo es menos que el actor protagonista de la misma maravilla de sobremanera, llevando a cabo una labor interpretativa inmaculada de principio a fin.
Daniel Espinosa
The woman
(Lucky McKee, 2011)
Ficha técnica
Título original: The woman
Año: 2011
Nacionalidad: EEUU
Duración: 100 min.
Género: Drama, Terror
Director: Lucky McKee
Guión: Lucky McKee
Reparto: Pollyanna McIntosh, Sean Bridgers, Angela Bettis y Lauren Ashley Carter, Shyla Molhusen, Carlee Baker y Marcia Bennett
Sinopsis
Una mujer, último miembro superviviente de un clan de salvajes que ha vagado por la costa noreste durante décadas, vive en medio del bosque alimentándose de animales y criando a su hija como si de un lobo se tratase; por desgracia, es una presa demasiado fácil para los cazadores locales, y al ser capturada por uno de ellos comenzará una reeducación tan insana como necesaria, aunque ésta esté centrada en las perversidades propias de la mente humana más enferma imaginable.
Crítica
Un servidor esperaba con enorme interés, principalmente, dos títulos de entre los más de doscientos que se proyectaron en el Sitges Film Festival 2011; uno de ellos era Livid (el ansiado regreso de los responsables de Inside) y el otro The woman, y aunque lo cierto es que generarse uno mismo expectativas acerca de un filme suele terminar siendo un fracaso absoluto (ya que de este modo se exige, irremediablemente, más de lo normal al producto), pero en esta ocasión no ha sido así, y la brutal y cruda realidad hecha película que supone esta cinta que de buen seguro entusiasmará de veras al ávido espectador.
La historia central se podría resumir en una crítica hacia el machismo (y en su camino también hacia la depravada sociedad contemporánea) que no dejará indiferente a nadie, merced a la multitud de escenas de violencia, tensión y pasión (fruto de la venganza) que tienen lugar, los tres elementos sobre los pivota el filme, plagadode momentos fácilmente censurables (no tanto visualmente como psicológicamente) que removerán el estómago y la conciencia hasta del más insensible y pasivo.
El símil expuesto entre las mujeres y los perros (socialmente, por suerte, ya olvidado en la actualidad pero siempre presente) sobre el que la película gira queda patente cuando Christopher Cleek (funcionario y padre modélico; Sean Bridges, del que no hay palabras suficientes para describir su enorme trabajo) caza en las proximidades de su hogar a una mujer salvaje que deambula por el medio del bosque (Pollymann McIntosh; actuación sublime la que lleva a cabo), a la que decide adiestrar a modo de actividad familiar; atada en el sótano de la casa, la irán alimentando y educando (con especial interés por parte del padre y del hijo), a la vez que la madre y las dos hijas que completan el círculo familiar van descubriendo quién es en realidad el hombre de la casa, un sádico y perverso apasionado de las torturas (con la excusa de hacerlo en virtud de la chica capturada) que no cesará en dar órdenes a las integrantes del sexo femenino para sentirse superior a ellas y hacerse respetar (posición a la cual sería perfectamente aplicable la conclusiva sabia frase que versa “no hay peor respeto que el basado en el miedo”).
A medida que los días transcurran la situación se irá haciendo insostenible, y entre celos y agresiones (tanto físicas como psicológicas) tendrá lugar la más brutal de las venganzas, tan sangrienta como fundamentada desde un punto de vista racional, una respuesta ante tales atrocidades que desde un principio se va cocinando a fuego lento y finalmente termina siendo un postre de vísceras generadas por la locura que dinamita por completo (en el buen sentido) la historia; de este modo, el polémico novelista Jack Katchum y el director (no menos polémico) Lucky Mckee han elaborado una historia apasionante, personal y, en contra de lo que pueda aparentar en un principio, muy humana, tratándose de uno de esos filmes que hacen merecedor de los innumerables elogios que recibe el Sitges Film Festival, ya que apostar por una película tan provocadora y controvertida como ésta es admirable, y más cuando el humor negro basado en clásicos machistas plasmado.
Sin pretender desvelar ningún detalle amén de los ya citados, para así dejar al espectador que tenga la oportunidad de visionar esta joya (ardua tarea) descubrir el laberinto de sensaciones que ofrece, un abanico de emociones que transcurren desde la comedia más sarcástica (sirva de ejemplo el acento machista que inunda la trama, el cual tendrá su merecido castigo al término de la cinta para deleite del público) hasta el más absoluto terror elevado a su máximo exponente merced a una atmósfera sobrecogedora, especialmente en el primer tramo de la película, en el que presenciamos las salvajes andaduras de la posteriormente cazada mujer como si de un animal se tratase (aunque de tal forma se comporta, cuya razón reside en la difícil adaptación al medio que ha tuvo que asumir años atrás cuando su familia fue exterminada).
Daniel Espinosa
The yellow sea
(Na Hong-jin, 2010)
Ficha técnica
Título original: Hwanghae
Año: 2010
Nacionalidad: Corea del Sur
Duración: 140 min.
Género: Acción, Suspense
Director: Na Hong-jin
Guión: Chihiro Itou
Reparto: Kim Yun-seok, Ha Jung-woo, Jo Seong-a y Lee Chul-min
Sinopsis
Un taxista debe pagar la deuda que contrajo con la mafia que permitió a su mujer viajar a Corea del Sur en busca de una vida mejor; consciente de que deberá trabajar durante años para recuperar el dinero, su única solución pasa por aceptar el peligroso trato que le propone un jefe mafioso de cruzar la frontera para asesinar a una persona en particular.
Crítica
Tras su proyección (con indiscutible éxito) en el Festival de Cannes, The yellow sea llegó con fuerza al Sitges Film Festival 2011 con la etiqueta de ser el mejor thriller contemporáneo dispuesta a arrasar (y vaya si triunfó, alzándose con el premio al Mejor Director y cosechando innumerables buenas críticas); incluso a todo aquel que se posicione muy en contra habitualmente de las cintas provenientes del territorio asiático (en este caso Corea) debido a su peculiar y común lentitud narrativa, la cinta de Na Hong-ji le parecerá una soberana delicia, un festival de acción y espectacularidad sin parangón (eso sí, argumentalmente algo precaria, aunque tal hecho está solventado con decencia) que introduce los elementos habituales del género y al mismo tiempo aporta frescura e innovación a éste (un claro ejemplo es la inutilización de las armas de fuego por las cortas, hecho que genera mucha más repulsión e impacto en el espectador merced a la brutalidad sin precedentes brindada).
Gu-nam (Jung-woo Ha, quien realiza un papel perfectamente creíble) es un taxista desesperado que emigró a China desde su país natal, Corea, en busca de un empleo con el que poder mantener a su familia (aunque en lugar de ejercer de taxista se dedique más a probar suerte realizando apuestas en el tan natal juego mahjong); hace seis meses que su mujer volvió a Corea del Sur y todavía no tiene noticias suyas, por lo que decide aceptar un trabajo fraudulento propuesto por el temible Myun-ga (un magnífico Kim Yun-seok, tan descabellado como locuaz) consistente en cruzar el Mar Amarillo clandestinamente para llegar a Corea y matar a cierto individuo (la finalidad de aceptarlo no es otra que recaudar el dinero suficiente para poder reencontrarse con su esposa, de la que sospecha le ha sido infiel en multitud de ocasiones por falsos datos).
El trabajo pronto resultará no ser lo sencillo que en un principio parecía, y traerá tras de sí una persecución a vida o muerte por parte de la policía y la mafia (tanto de Corea como de China, una delimitada frontera que parece simbolizar la evolución conductual del protagonista) hacia el protagonista, que se verá envuelto en una vorágine de violencia en la que su mejor aliado será un cuchillo e incluso sus propios puños, que serán los que en multitud de ocasiones le salven de lo que supondría una muerte segura para cualquier mortal (la ficción es lo que conlleva...).
Na Hong-ji viene precedido de su soberbio anterior trabajo The chaser, con el que quiso reflejar las lagunas del sistema coreano; en esta ocasión, sin embargo, la historia es mucho más trepidante y directa, valiéndole la mitad del metraje (aproximadamente una hora, un comienzo algo descafeinado y difícil de digerir que pronto se convierte en el más intenso frenesí de situaciones extremas) para introducirnos en la vida de Gu-ham, teniendo lugar en el resto de película batallas multitudinarias a sangre fría (la más destacada sea tal vez la que acontece en el lúgubre edificio en el que se aloja Myun-ga, una verdadera sangría); el uso del digital es increíble, y permite al director brindarnos algunas de las mejores secuencias de acción de los últimos años (en especial las acontecidas en vehículos, donde se producen decenas de colisiones).
Tratándose de una cinta ejemplar para futuras producciones del género (el más poderoso torrencial y una efectiva comercialidad confluyen en ella), resulta imprescindible visionarla allá donde se proyecte (incluso varias veces si se tiene la posibilidad y tiempo, en especial el segundo aspecto), ya que se trata de un regalo visual (no tanto argumental) imperdible estructurado de forma brillante (la cinta se divide en cuatro episodios, que transitan desde el humilde y fracasado taxista que es el protagonista al inicio de la trama hasta la más cruel alimañaza en la que se convierte al término de la misma) que ya ha cautivado a la todopoderosa 20th Century Fox, compañía que ha firmado un contrato con el director para que él mismo lleve a cabo una revisión americana.