Título original: The innkeepers Año: 2011 Nacionalidad: EEUU Duración: 100 min. Género: Suspense, Terror Director: Ti West Guión: Ti West Reparto: Sara Paxton, Pat Healy, Kelly McGillis y George Riddle
Sinopsis
El hotel Yankee Pedlar está a punto de cerrar y sus dos últimos empleados, una chica alrededor de los veinte que ha aceptado su lugar en la vida y un chico experto en ordenadores extremadamente solitario, tienen la obsesión de que el hotel está maldito y están dispuestos a demostrarlo; el tiempo se les echa encima, por lo que deberán apresurarse a descubrir la verdad antes de clausurar el lugar...
Crítica
Ti West (responsable de la desastrosa Cabin fever 2) escribe y dirige la cinta que nos ocupa, The innkeepers, una película de terror psicológico y con aires ochenteros perfectamente ambientada; avalado por la perfecta atmósfera que creó en The house of the devil, en la que abordó el tema de las casas encantadas combinando el respeto por lo retro con la frescura de un recién llegado, el director vuelve a recurrir a dicha mezcla para presentar una obra trabajada espacialmente con precisión de cirujano, que mezcla terror e ironía en una de las propuestas más bizarras (y personalmente esperada) en mucho tiempo que se divide en capítulos para ofrecer una experiencia más estructurada y coherente (aunque algunos podrían haber sido suprimidos, como el epílogo final, el más breve e irrelevante salvo por el carácter místico que rezuma).
El lugar señalado para que transcurran los fenómenos paranormales de este filme es el Yankee Pedlar Inn, un hotel (aunque más bien se trata de una posada) en horas bajas, en la que sus únicos trabajadores en la actualidad, Claire (Sara Paxton, que sigue en su línea de perfecta interpretación, como ya hiciera hace unos años en la fielmente revisionada y sumamente recomendable La última casa a la izquierda e incluso más recientemente en la bochornosa Tiburón 3D) y Luke (un extraordinario Pat Healy, que permanece en un segundo plano la gran parte de la trama pero matiza las escenas formidablemente), la primera una adolescente asmática sin apenas aspiraciones en la vida y el segundo un amargado fumador empedernido y solitario; la pareja se verá obligada a pasar la noche en el edificio para tratar de aportar ideas y así salir del pozo sin fondo de deudas que el decrépito hotel les ha generado, aunque solamente dispondrán de dos días para conseguir tal finalidad porque será entonces cuando el director del mismo lo clausure.
La solución al problema parece residir en un fantasma que (supuestamente) habita en el sótano, lugar en el que Madeline O’Malley fue asesinada años atrás y, la leyenda acerca de ésta, mitad invención (crean una página web para captar clientes con imágenes sutilmente modificadas para hacer creer que están aconteciendo actividades paranormales) mitad realidad (las propias vivencias de ambos con la supuesta difunta quedan registradas en cámaras de vídeo), abrirá las puertas a que una mentira se torne cierta a través de la convicción creyente (al fin y al cabo, todo en esta vida son formas adoptadas por el ser, y el no ser también forma parte de él), hecho al que contribuirán los dos nuevos e inesperados huéspedes que acuden al sitio con total convicción, la actriz de televisión reconvertida en psíquica Leanne Reese Jones (Kelly McGillis, fundamental aunque vacío papel el suyo) y un anciano (George Riddle, al que el filme no le atribuye nombre alguno) que insiste como si de un último ápice de nostalgia se tratase en hospedarse en la habitación en la que se alojó decenas de años atrás, ya que en ella tuvo lugar su luna de miel; sin apenas abandonar ese espacio reducido la cámara, y como marcan los cánones, los fantasmas (o, como Leanne Reese Jones se encarga de matizar en el ecuador de la trama, entes espirituales) no tardarán en aparecer, algo que tratarán de aprovechar los responsables del lugar para promocionarlo como una auténtica experiencia paranormal basada en la leyenda inventada por ambos (en este punto entrarán en juego las grabaciones EVP, psicofonías que como ya sucediera en la atípica pero correcta White Noise se encargarán de señalar la presencia fantasmagórica del espíritu errante cuando éste esté en las proximidades), hecho que terminará volviéndose en su contra y amenazará seriamente sus ínfimas vidas.
Ti West es consciente de que tiene entre sus manos un artilugio dispuesto para encandilar a los seguidores del género, que maneja a su antojo los códigos genéricos y que compone uno de los retratos de la juventud más sinceros de la historia (las banalidades cuotidianas que son recogidas en el primer tercio de la cinta así lo denotan), pero el verdadero primor reside en que antes de que el espectro de una mujer que fue sepultada en el sótano comience a atemorizar a los protagonistas, el joven director nos deleita con borracheras, dudas y posturas de jóvenes trabajadores aburridos sobre el mostrador, un simpático reflejo de la realidad, retrato después del cual no dudará en emplear los medios de los que dispone (en especial el escueto reparto con el que cuenta) de la manera más terrorífica posible, provocando más de un sobresalto y generando una sensación de inquietud constante, logrado a la perfección sin necesidad de grandes proezas (algo muy de agradecer, ya que de este modo todo resulta mucho más digerible y entretenido, y es a su vez un claro ejemplo de que no es preciso mostrar para horrorizar, sino que las insinuaciones son mucho más efectivas que meras imágenes).
The innkeepers es la clásica película deseada por cualquier amante del cine en general y del seguidor más acérrimo al género de terror en particular, merced a una combinación de sarcástico humor y profundo terror (la escena que acontece en sótano, en la que los dos protagonistas intentan contactar con Madeline O’Malley resulta escalofriantemente efectiva) que consigue hacer de este producto una pequeña obra de culto juvenil, uno de esos visionados obligados que a la postre no termina de colmar las insaciables expectativas generadas (muchos la tildarán de aburrida y falta de ritmo) pero que suple sus carencias a través de la directa y atrevida visión de elementos innovadores (así lo han juzgado también los críticos de los numerosos festivales por los que ha circulado el metraje, brindando a éste excelentes críticas y diversos premios, valorando el estratégico juego de cámaras y las excelentes interpretaciones de forma muy positiva, opinión que comparto y a la que sumaría la angelical y visceral presencia de Sara Paxton, que realiza un trabajo inmejorable y transmite cada sensación de su personaje).
Daniel Espinosa
Troll hunter
(André Ovredal, 2010)
Ficha técnica
Título original: Trolljegeren
Año: 2010
Nacionalidad: Noruega
Duración: 99 min.
Género: Ciencia ficción, Suspense
Director: André Ovredal
Guión: André Ovredal
Reparto: Otto Jespersen, Hans Morten, Tomas Alf, Johanna Morck, Benedicte Aubert, Tom Jorgensen, Robert Stoltenberg y Glenn Erland
Sinopsis
Un grupo de estudiantes dispuestos a descubrir una conspiración del gobierno relacionada con la ocultación al público de la existencia de trolls en Noruega se verá envuelto en una aventura sumamente peligrosa...
Crítica
El debutante André Ovredal consigue realizar una producción digna de la mejor producción hollywoodiense, y muestra de ello será la retahíla de festivales por los que pasará esta cinta, a la que le auguro algún que otro premio (y más después de comprobar el enorme éxito que obtuvo Rare Exports: A Christmas Tale, película tremendamente parecida a ésta en muchos aspectos); no se trata de una historia convencional, nada más lejos de la realidad, estamos ante una cinta de cine fantástico en toda regla, donde la presencia constante de trolls la dota de originalidad y despierta irremediablemente la curiosidad de aquel que escuche el argumento de la película, una premisa perfectamente desarrollada.
La historia narra las investigaciones que realizan tres alumnos de la Universidad de Volda, con la finalidad de destapar una conspiración gubernamental consistente en la ocultación de la existencia de trolls en Noruega, grupo compuesto por el reportero protagonista de la trama Thomas (Glenn Erland), la intrépida estudiante interesada en los temas paranormales Johanna (Johanna Morck) y el cámara del trío que filmará todos los sucesos que ocurran a lo largo de su aventura Talle (Tomas Alf); la misión de los tres jóvenes implica seguir día y noche a Hans (Otto Jespersen), un cazador furtivo de osos famoso en la zona por su ilegalidad (ya que únicamente concede licencias el estado, y él no posee una), el cual cede a colaborar con los estudiantes si cumplen a rajatabla todo lo que les mande, sea lo que sea y cuando sea, ya que es sumamente peligroso el trabajo que realiza, siendo seguidos en todo momento muy de cerca por Finn (Hans Morten), un infiltrado del gobierno en el ámbito de caza que no se fía para nada de dicha unión.
El primer contacto de los muchachos con los trolls tiene lugar en el bosque, donde Thomas es mordido por uno de ellos y se encuentran obligados a depender totalmente del enigmático cazador, ya que encuentran su camión sin ruedas (en informaciones posteriores descubriremos que los trolls son unos fanáticos a comer goma antigua, además de rocas y otros materias que vayan encontrado a sus enormes pasos); hay distintas clases de trolls, unos más peligrosos que otros, con diferentes características estéticas (curiosas y algo graciosas en algunos casos) y con una forma de acabar con ellos totalmente distinta (aunque todas tienen que ver con la luz, pero en algunas ocasiones hará falta un destellante flash, en otras una luz ultravioleta..., que logran calcificar o hacer explotar a las bestias), por lo que los cuatro, uniendo sus fuerzas, intentarán hallar la fuente del problema que ha provocado el inicio de la creciente actividad de los trolls emigrando a zonas no nativas para ellos.
A lo largo de la aventura pasarán por minas (que suelen servir como colmenas), bosques frondoso, llanuras... lugares deshabitados en los que los temibles trolls pueden estar a sus anchas, terminando en las heladas montañas noruegas en las que tendrá lugar una impresionante (y larga) escena final en la que el desenlace te deja algo frío (algo paradójico tratándose de esta cinta); todo ello será presentado como un documental, supuestamente ocultado por las autoridades por intereses nacionales y que sigue a la perfección la escuela iniciada por la irrepetible El proyecto de la Bruja de Blair combinando tensión y efectos sonoros.
Troll hunter es una película tremendamente interesante en cuanto a originalidad y nuevas ideas plasmadas de forma brillante en la pantalla, de una calidad enorme y haciendo servir pocos recursos, aunque en muchos coincide sospechosamente con los vistos en El último exorcismo, y además se pueden observar escenas idénticas a las vistas en Monstruoso, aunque siempre con un matiz muy singular y con gratificantes sucesos; en su conjunto se trata de una producción completa, cohesionada y con un ritmo adecuado, pero que no termina de enganchar del todo merced a un desarrollo algo tosco y falto de chispa, aun así, recomendable totalmente para aquellos que quieran ver algo diferente, inimaginable y bien realizado (que también es de agradecer, ya que los trolls no se intentan ocultar en ningún momento, no como sucedía con el prometido Santa Claus en la irregular Rare Exports: A Christmas Tale, metraje con el que comparte nacionalidad y paisajes similares).
Daniel Espinosa
Twixt
(Francis Ford Coppola, 2011)
Ficha técnica
Título original: Twixt
Año: 2011
Nacionalidad: EEUU
Duración: 89 min.
Género:Fantástico, Suspense
Director: Francis Ford Coppola
Guión: Francis Ford Coppola
Reparto: Val Kilmer, Elle Fanning, Bruce Dern, Joanne Whalley, Ben Chaplin, Don Novello, David Paymer, Alden Ehrenreich y Ryan Simpkins
Sinopsis
Un escritor de novelas de terror y misterio con una carrera en declive llega a un pueblo pequeño como parte de su gira de promoción de su último libro, viéndose atrapado en un misterioso asesinato de una niña joven; pronto descubrirá, sorprendido, que guarda una fuerte vinculación directa con su propia vida de lo que jamás podría haber imaginado.
Crítica
Entre los numerosos (alrededor de nada menos que doscientos cuarenta, tal vez demasiados para tan pocos días) títulos del catálogo del pasado Sitges Film Festival 2011 tuvieron reservado un hueco los prometedores cineastas jóvenes y recién llegados al séptimo arte; sin embargo, también tuvieron cabida los directores ya consagrados, como es el caso del que nos ocupa, Francis Ford Coppola, un grande del cine cuyo reconocimiento a lo largo de su trayectoria trasciende lo terrenal; tras su discreto paso por el Festival de Sundance y el Festival de Toronto, el mencionado festival se convirtió en el primer certamen europeo que proyectaba el retorno del maestro, enmarcado esta vez en el género de la fantasía, algo inusual teniendo en cuenta que sus dos obras más emblemáticas, Demencia y Drácula (películas que, al igual que ésta, escribió, dirigió y produjo él mismo), cobraban tintes claramente terroríficos y llega, por lo tanto, el esperado regreso de la leyenda viviente Francis Ford Coppola, que ha suscitado tanto interés como decepción.
El escritor de novelas de tercera en horas bajas Hall Baltimore (al que da vida un envejecido y nada carismático Val Kilmer) viaja a un pueblo encantado con la idea de recuperar sus mejores sensaciones y poder escribir una nueva obra, para así saldar la cuenta dineraria pendiente que tiene con su mujer Denise (Joanne Whalley, a la que no podremos ver en ningún momento de la trama, ya que su aparición es meramente sonora a través de las conversaciones telefónicas que mantiene con Hall) desde hace meses; cuando conozca al sheriff del condado (el simpático y singular Bruce Dern) la tarea imaginativa e inspiradora resultará mucho más sencilla, ya que le guiará a través de la historia que el pueblo guarda en secreto, un misterio en torno a la raza vampírica (Elle Fanning , tras su meritorio papel en la floja Super 8 interpreta a la chupasangres más trascendente d ela historia, conocida por todos bajo la sigla V) que le vinculará directamente con un turbio (y macabro) acontecimiento pasado.
Al tiempo que intenta averiguar lo acontecido años atrás, irá teniendo ilógicas conversaciones con Edgar Allan Poe (un clónico Ben Chaplin), escritor que le explicará los entresijos que forman su maquiavélicamente mente y lo ayudará en todo lo pertinente respecto a la manera de expresar la trama, un cambio de registro para el antiguamente popular escritor que se verá obligado a sustituir la magia por el vampirismo al ir corroborando la leyenda que circula por el pueblo (ésta versa sobre un trágico suceso en el que doce niños murieron a manos de un psicópata, que fundamentaba su acción en que los mismos eran viles vampiros).
Francis Ford Coppola tenía el capricho de realizar una incursión en el género fantástico própiamente dicho y así ha sido, de tal forma que nos presenta una película muy personal suscita a partir de un sueño del propio director (según declaraciones del mismo), pero la propuesta no es convincente en absoluto, ya que flojea en prácticamente todos los aspectos (especialmente el referente al guión), careciendo por completo de la más mínima originalidad y atrabancada de principio a fin; Twixt se presenta en el formato de las tres dimensiones, algo que consta oficialmente en la ficha técnica del filme pero en la práctica es un engaño, ya que solamente dos secuencias lo emplean (de aproximadamente dos minutos cada una) y apenas sacan provecho del mismo (la única escena digna es la del degollamiento de la vampiresa coprotagonista al borde de la conclusión), por lo que resulta ser una cinta que apenas genera interés y en la que la historia, tan absurda como infantil (a pesar de intentar dotarla de un toque gore fallido), parece no avanzar en ningún momento.
Vuelvo a reiterarme (a riesgo de parecer repetitivo) que la película no es en absoluto nada de lo que podría (y parecía) haber sido, una verdadera lástima; de este modo, el único punto fuerte del filme es la estética (en blanco y negro) al más puro estilo Sin City y unos planos inconfundibles, propios del director, y un humor negro exquisito en unas situaciones y desfasado en otras, todo lo demás es nefasto, desde el intento por imprimir misterio e intriga a la trama hasta el bochornoso sentido de la tensión que ofrece, un cúmulo de características que hacen que la cinta no esté a la altura ni de lo que se esperaba de ella ni del director.